Jueves, 27 de mayo de 2010 | Hoy
EL PAíS › LA MIRADA DESDE EL GOBIERNO SOBRE LOS FESTEJOS
Los funcionarios K empezaron a evaluar el impacto de la masiva respuesta popular. Le atribuyeron a la Presidenta el rol central en la concepción de los festejos y consideraron que perdieron fuerza “los mitos instalados por la oposición”.
Por Martín Piqué
“Fue un día absolutamente inolvidable para todo el pueblo y creo que era el Bicentenario que todos queríamos.” La evaluación de la Presidenta al retirarse de la cena de honor, ayer a la madrugada, resumió el clima que reinaba en las primeras líneas del Gobierno en el día después de los festejos por los 200 años. “Hicimos lo que teníamos que hacer”, fue el primer comentario que escuchó Página/12 de uno de los tres funcionarios responsables de la organización, acaso el principal. El funcionario con rango de ministro había recibido instrucciones de la propia CFK en marzo de 2008. Allí comprendió velozmente que el Bicentenario sería una de las prioridades políticas de la Presidenta para su gestión. Como criterio general, la jefa de Estado le pidió en ese momento que los festejos fueran “federales, plurales, participativos, latinoamericanos y con un fuerte contenido popular”. Al hombre en cuestión se le notaba satisfacción, parecía disimular su euforia por el desarrollo y el desenlace del Bicentenario: “Ejecutamos lo que ella quería”.
Todos los funcionarios que trabajaron en la organización destacaron el involucramiento personal de la Presidenta. “Tuvimos infinidad de reuniones de trabajo con ella”, comentó uno de los responsables en la programación de las actividades. El rol estelar de CFK en estos días de festejo no fue mencionado inocentemente: deslizan que la movilización más importante de la historia del país reforzará una suba progresiva de la imagen de la Presidenta que habría comenzado hace unos meses. “Hoy (por ayer) vi una encuesta que muestra una fuerte suba en la imagen positiva de Cristina y un descenso igual de fuerte en su imagen negativa”, informó a Página/12 un allegado del matrimonio presidencial que suele acompañar al propio Néstor Kirchner y al titular de la SIDE, Héctor Icazuriaga, en sus recorridas por el país. “Y eso que todavía no está registrado el efecto del Bicentenario”, advirtió.
Si se habla de encuestas, en la Casa Rosada siguieron con atención las primeras muestras de humor social que ayer aparecieron en los portales de noticias de Internet. También recibieron mediciones sobre la opinión popular en torno de las actividades del Bicentenario. “Para la mayoría fue un hecho muy positivo. El 80 por ciento de los consultados respondieron positivo o muy positivo”, confió un ministro y evaluó que la Presidenta presentó en los últimos días una faceta nueva que la terminará beneficiando en su consideración social. “Cristina suele bajar línea con dureza y racionalidad. Pero en estos días mostró un aspecto distinto, que es muy importante para los sectores que no racionalizan tanto la política. Se emocionó cuando dijo que Dios había querido que fuera Presidenta durante el Bicentenario y después bailó y se puso la galera de los murgueros. La figura de Cristina salió fortalecida.”
En el Gobierno no quieren usar el éxito del Bicentenario para salir a hacer críticas a los referentes de la oposición. Sin embargo, en lo más íntimo de su pensamiento, creen que la convocatoria inédita de la 9 de Julio ha derrumbado algunos mitos que habían sido motorizados por sectores de la oposición en tándem con ciertos medios. “Lo que pasó estos días derribó el mito de la crispación. No hubo nada de crispación, fue una celebración pacífica. No existió el menor nivel de tensión social. Fue una autocelebración. Algunos actores de la oposición no supieron leer lo que quería la sociedad. (Oscar, titular del bloque UCR en Diputados) Aguad, por ejemplo, había dicho que el 24 de mayo no tenía que ser feriado. Y ese día hubo más de un millón de personas en la calle”, recordó ante Página/12 un funcionario que monitoreó un aspecto no menor en cualquier evento de esa magnitud: la seguridad.
En las evaluaciones del Ejecutivo también se pudo comprobar una sorpresa imposible de disimular por la cantidad de gente que circuló por el centro porteño. “Fue un fenómeno que, por su masividad y espíritu, no estaba en los cálculos. Tampoco se esperaba la actitud participativa, alegre y festiva. Apareció en la escena el sujeto pueblo. Y ese pueblo estaba lejos de estar enojado, reprimido, desencantado, como venían mostrando los medios. Incluso algunos funcionarios parecían pensar eso. Es como que una parte del Gobierno también estuvo colonizado por el discurso de Clarín. Por eso hubo sorpresa”, analizó en diálogo con Página/12 un funcionario que tiene su oficina en el primer piso de Balcarce 50. La sorpresa no fue monopolio de los funcionarios. El dirigente de un movimiento K que acompañó a Milagro Sala en la marcha de los pueblos originarios reconoció que la semana pasada, al ver las estructuras del Bicentenario en la 9 de Julio, las llamó socarronamente “el Sambódromo”. No se imaginaba lo que venía.
¿Será el Bicentenario un punto de inflexión para el kirchnerismo? En la Casa Rosada quieren hacer todo lo posible para que así sea. “Ahora todo depende de nosotros. Néstor dice que éste es el momento de trabajar y militar mucho”, adelantó el allegado a la pareja presidencial. “El Gobierno tiene que ser magnánimo, abrirse y abrirse. Porque todo esto demostró que no está solo, que la gente lo acompaña”, exhortó un ministro Derrochaba optimismo. Su confianza se completaba con un diagnóstico de la actualidad del conglomerado opositor. “La oposición tuvo un golpe duro. No se esperaba este nivel de participación. En el Teatro Colón reunieron a la Argentina del pasado: todos fósiles, vejestorios, con la presencia de (Ricardo) Fort y la estética de los noventa. Yo estaría preocupado.”
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