EL PAíS › OPINION
Lo político y lo social
por Maristella Svampa
Este fue un año excepcional, con toda la carga ambigua que tiene el término: nos deslizamos por la más grave crisis política, económica y social de nuestra historia, al tiempo que nos descubrimos, una vez más, como una sociedad profundamente movilizada que recuperó, en parte, su capacidad de acción. Sin embargo, hemos vivido el año como suspendidos de un hilo, entre fuertes oscilaciones y tensiones y, por ello, la impresión que tenemos es que el péndulo no puede oscilar indefinidamente. Como si, por algún lado, esto debiera terminar por definirse y cerrar, aunque más no sea transitoriamente. Sin desestimar lo económico, creo que una de las claves está en la forma en que se articulen o disloquen nuevamente lo político y lo social. En lo político, la nota más importante la darán las elecciones. Pero antes que el fin (ya anunciado) del bipartidismo o el triunfo improbable de una nueva fuerza (de izquierda o de derecha), estas nuevas elecciones pondrán a prueba la capacidad (o no) del justicialismo de recomponerse detrás de un liderazgo político. Uno de los escenarios posibles es que, más allá de la seudorrecomposición política que pueda avizorarse, más allá de un cierto mejoramiento de los índices económicos, la pérdida de consistencia y capacidad de integración del Estado, en sus diferentes niveles, se traduzca por una profundización de la política de represión, sobre todo contra los actores organizados más movilizados, alternándose con una política de corte más clientelar. Otro escenario nos coloca de frente a la profundización de la crisis política, en un contexto de fuerte movilización social. Sin bola de cristal a mano, habrá que ir hasta el fondo, para pensar, en medio de la incertidumbre, pero sin desesperanza, qué posibilidades de nuevos puentes surgen entre lo político y lo social, tomando parte de lo nuevo que se está gestando, con algunos de los fragmentos del gran estallido que hemos vivido en los últimos años.
* Socióloga.