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Domingo, 29 de diciembre de 2002

BUENA MONEDA

Un haz de luz

 Por Alfredo Zaiat

En una Argentina desorientada y anestesiada por un dólar estable, la discusión económica pasa por los tradicionales lugares comunes, de derecha y de izquierda. El piloto automático de un tipo de cambio recontraalto, cabina de comando donde se sienta cómodo Roberto Lavagna, resulta insuficiente para establecer las bases de la reconstrucción. Está ausente, y no es una asignatura exclusiva de la administración Duhalde, un proyecto de recuperación económico-social, que con las cifras de pobreza y desempleo que se difundieron el viernes debería ser el desafío para cualquiera que pretenda manejar el país. En ese escenario de carencia, se desarrolla un debate improductivo acerca de si Argentina se encuentra adentro o afuera del mundo por si paga o no paga a los organismos, si respeta o no el “derecho de propiedad” de los ahorristas, o si han sido violados los contratos de las privatizadas con la pesificación y congelamiento de las tarifas. En este desalentador panorama cruzado por esa feroz disputa por las ruinas, un haz de luz apareció ante tanta oscuridad intelectual. Un reconfortante artículo, publicado en el Boletín Techint (mayo-agosto 2002, número 310), resulta una interesante lección de sentido común. El autor, Dani Rodrik, profesor de Política Económica Internacional en la School of Government de la Universidad de Harvard (no se entusiasmen liberales ni desprecien progresistas), concluye que los casos exitosos de países en desarrollo en las últimas dos décadas son los que siguieron sus propios lineamientos. Y más importante, que esos lineamientos no necesariamente sirven para otros países, sino que cada uno debe construir estrategias de desarrollo particulares. El título de la investigación de Rodrik no es inocente: “Después del neoliberalismo ¿qué?”.
El trabajo abarca un grupo amplio de países de todos los continentes, desde Argentina hasta Polonia, pasando por China y Mauricio, la India y Vietnam, concluyendo que “luego de más de dos décadas de la aplicación de políticas económicas neoliberales en los países en vías de desarrollo, estamos en condiciones de emitir un juicio inequívoco acerca de sus resultados. El cuadro no es atractivo”. Aquí van algunas ideas, resumidas, de ese interesante documento, que vale la pena leer íntegro:

Las propuestas del Consenso de Washington han traído aparejadas en la mayoría de los países en desarrollo que las adoptaron una contracción en los niveles históricos de crecimiento, como también un empeoramiento en los niveles de distribución del ingreso.

La evaluación de aquellos países que han tenido un crecimiento sostenido en los últimos años (China, India, Corea del Sur, Taiwan, entre otros) indica que han seguido una combinación de elementos heterodoxos y no convencionales junto con políticas ortodoxas.

Los pocos casos exitosos se han dado en países que siguieron sus propios lineamientos y no son en absoluto ejemplos de neoliberalismo. Tal es el caso de China, Vietnam e India, tres países importantes que han violado prácticamente todas las reglas de la guía neoliberal, aun cuando se movían en una dirección más orientada hacia los mercados.

Los críticos del neoliberalismo no deberían oponerse a las teorías económicas prevalecientes, si no a su mal empleo.

La sustentabilidad de la deuda, la prudencia fiscal y una política monetaria sana son obviamente compatibles con diversas estructuras institucionales. La obsesión actual por mantener un banco central independiente, tipos de cambio flexibles y políticas monetarias de metas de inflación no es más que una moda.

Todo esto equivale a decir que la economía que se enseña en un curso es muy distinta de la economía que practican el Banco Manco Mundial o el FMI. “O para decirlo a mi manera –precisa Rodrik–: el neoliberalismo es a la economía neoclásica como la astrología es a la astronomía. En ambos casos se necesita mucha fe ciega para pasar de la una a la otra”.

En conclusión, el mundo necesita menos consensos y más experimentación. Lo que funciona en un determinado contexto a menudo no funciona bien en otro (ejemplos: la reforma de dos precios funcionó bien en China y mal en la Unión Soviética; el gradualismo tuvo éxito en la India, pero no en Ucrania).

Las adaptaciones requieren de un rol proactivo por parte de la sociedad civil y del Estado.

El enfoque es: principios económicos prácticos y evidencia empírica, con espacios para la imaginación institucional y la política participativa en el diseño de una estrategia de desarrollo propia.

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