Miércoles, 30 de noviembre de 2011 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Ricardo Forster *
Lo primero que hay que decir de Guillermo O’Donnell es que ocupó un lugar privilegiado en las ciencias sociales en las últimas décadas y pudo construir una reflexión política original. Esa reflexión tuvo como principal objetivo pensar América latina y sus procesos de transición democrática a partir de las huellas del Estado Burocrático Autoritario, la categoría que usó para pensar la dictadura. O’Donnell indagó en cómo las democracias latinoamericanas se pueden pensar desde un ideal republicano-liberal.
Su pensamiento se inscribe en una reflexión que se ha opuesto a las formas del decisionismo y el populismo en América latina, a los que consideró como fuentes de clientelismo, entendiendo que los derechos sociales se anticiparon a los derechos políticos y civiles en América latina. En ese sentido, también hay que tener en cuenta que su trabajo en Estados Unidos marcó su sensibilidad crítica, su mirada sobre lo político y su mirada sobre la relación entre democracia y república. Ese punto de vista signó su interpretación de los procesos democráticos contemporáneos en Latinoamérica. Marcó a varias generaciones, y sus construcciones categoriales han sido recogidas por gran cantidad de pensadores de lo político y del Estado.
Fue un hombre muy comprometido con las vicisitudes de su tiempo histórico y supo tomar partido. Tuvo más prevenciones que acuerdos con las experiencias democráticas de la última década, como los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, pero en un esquema trasladable a otros gobiernos de la región. En el momento de mayor crisis de las ciencias sociales y las coaliciones de izquierda de los años ’70, afirmó el paradigma liberal-democrático y lo fue contraponiendo a las construcciones dictatoriales, pero también a las experiencias populistas y la matriz revolucionaria de las izquierdas latinoamericanas.
Es un pensador clave de la tradición democrática que llevó el ideal democrático a un punto de cristalización a través de la síntesis de la democracia republicana y que proyectó una representación de América latina que tendió a ser distante de los procesos democráticos populares. De las dos tradiciones democráticas, una aluvional, rousseauniana, popular, y la otra liberal-republicana él se inscribe en la segunda.
* Doctor en Filosofía, profesor de la UBA y la UNC.
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