EL PAíS
“¿Ves que sé todo?”
Por Raúl Kollmann
“Menos de tres besos es de puto”, le dijo Rodolfo Galimberti a un hombre que entraba a su oficina. Ahí mismo le estampó los tres besos. La escena la presencié el viernes pasado, a las 16.30, cuando me vi con el ex jefe montonero por última vez. La frase, volcánica, despectiva, pintaba perfectamente al personaje. Con una enorme bandera norteamericana a sus espaldas, Galimberti me espetó: “Esos inútiles del Gobierno se creen que el default es gratuito. No entienden nada, no saben lo que pasa en el mundo. Están acá gritando ‘que venga el Principito’. ¿Quién nos va a gobernar? ¿Duhalde? ¿Alfonsín?”.
Así era Galimberti: hablaba a mil por hora, lanzando opinión tras opinión. Era feroz, sarcástico, pero sobre todo despreciativo. Se tiraba para atrás en el asiento, con aire displicente, y daba a entender que se las sabía todas. Los demás eran “cagones”, “nunca tiraron un tiro”, “no leyeron ni La Revolución Rusa de Trotski” y otros diagnósticos por el estilo.
La primera vez que lo vi fue en casa de un amigo de él, preocupado por un artículo que yo estaba a punto de publicar en Página/12. Cuando llegué, sobre el plato que me tocaba a mí había dejado una carpeta: contenía una especie de ficha de mis antecedentes, con domicilio, teléfono, algunas personas que conocía, militancia anterior y hasta el original de un diploma que nunca retiré de un curso sobre estrategias del narcotráfico. Era una patoteada que celebró como un chico: “¿Ves que sé todo sobre vos?”, se autohalagó. Un día más tarde se publicó la nota señalando que había fundado una empresa de seguridad junto a ex hombres de la CIA y con Jorge “Corchito” Rodríguez, el ex juez Oscar Salvi y un allegado a Miguel Angel Toma como socios. El había tratado de convencerme de que la empresa no era suya, sino de los norteamericanos, y que no iba a tener nada que ver.
El viernes pasado estaba patotero como en aquel primer encuentro, aunque el escenario fue distinto. Me citó en una nueva oficina de Universal Control –la empresa que formó con los ex agentes de la CIA– en una casona elegante del no menos elegante Barrio Parque: la dirección exacta, calle Juez Tedín 2790. En la puerta, su camioneta 4x4 Mercedes Benz. Ahí adentro, sobre la pared, es donde estaba colgada la bandera norteamericana. Y Galimberti lo tenía asumido: hablaba casi en nombre del país del Norte.
–Esta gente (por los norteamericanos) cree que la clase política argentina se fue al carajo. El peronismo y el radicalismo van a desaparecer, como en Venezuela desaparecieron adecos y copeyanos. Porque acá siempre hubo dos poderes, por un lado el de Manzano y Nosiglia, que siguen dirigiendo todo, y por el otro el poder de la mafia de los bonaerenses, Duhalde, Alfonsín y compañía. Pero ahora se está yendo todo a la mierda: los quioscos ya no venden ni una pastilla Renomé y podemos tener saqueos mucho peores que los de antes. Te hablo de saqueos encabezados por las bandas de delincuentes y los policías más chorros. Es la desintegración nacional.
La vorágine despectiva casi no daba tiempo a respirar.
–¿Sabés por qué van a hacer falta otra vez visas para entrar a Estados Unidos? Porque se está yendo a vivir allá cualquier cantidad de gente. A los que cruzan el río desde México los llaman los espaldas mojadas. Ahora se vienen los espaldas mojadas argentinas. Se van todos para allá. Por eso otra vez se van a necesitar visas. Y además te digo una cosa: acá no hay con quién hablar. (Los norteamericanos) no le creen a nadie. Dieron la plata y acá se la gastaron. Ahora les licuaron las deudas a las empresas que siempre cagaron a todos los gobiernos y se llevaron la plata afuera. Es increíble, no fabrican nada. La verdad, (otra vez los norteamericanos)me parece que se inclinan por nuevas elecciones. Mirá que yo no soy vocero de ellos, eh, pero es lo que les escucho decir.
Por supuesto que también salió el tema por el que lo fui a ver: los rumores de golpe, que además lo incluían.
–Dejate de joder. ¿López Murphy y el Círculo de Suboficiales Retirados? Eso es estar afuera del mundo, no entender el abecé de la historia contemporánea. Ese es un invento de la SIDE, que siempre manejaron Manzano y Nosiglia. Es una payasada en la que no intervienen los profesionales de la SIDE, los que yo conocí en Centroamérica y que son serios. ¿Por qué mejor no se ocupan de la Triple Frontera? Es un desastre. Ahí se vienen los Cascos Azules mandados por Estados Unidos.
Después agregó:
–Ah, me olvidaba del tema de los DNI. Quieren dárselo otra vez a los alemanes, que siempre pactaron con los árabes. El único país que pelea consecuentemente contra el terrorismo es Estados Unidos, y los DNI tienen que estar en manos de una empresa confiable, norteamericana.
Al final de la charla, lo que primaba en mí era la sensación de vértigo, de tumulto, y la incomodidad de estar frente a un personaje que fue parte de un movimiento popular antiimperialista y me hablaba ahora en nombre de aquel imperio.
Percibió mi incomodidad y me dijo: “Ya me doy cuenta que lo de los tres besos con vos no va. Mejor te doy la mano”. Antes de que cerrara la puerta, me di vuelta y cruzamos una última mirada: estaba con la sonrisa de siempre, como diciendo “¿viste que me las sé todas?”.