Sábado, 11 de agosto de 2012 | Hoy
EL PAíS › LA ZONA DE CONSTITUCIóN, UNO DE LOS EPICENTROS DEL MALHUMOR
El que tuvo que sumarle una o hasta dos horas a su viaje. La que se quejó porque en el trayecto de la línea C no había micros. El que aprovechó para caminar. El que se hartó y lo único que hacía era insultar. El variopinto panorama que se percibía ayer en Constitución resumía el malestar que se fue acentuando en la semana sin subtes. Colectivos repletos, largas filas, semáforos sin respetar. Todo sumó al malhumor.
A paso rápido, Melina, de 28 años, contó que habitualmente no viaja en subte. Sin embargo, esta semana tuvo tres entrevistas de trabajo en empresas del microcentro. Para llegar a horario debió salir una hora antes de su casa, en Florencio Varela: “Tuve que venir tres veces, el viaje que es de 20 minutos lo hice en una hora”, se quejó.
Maximiliano, un carpintero de 21 años que vive en la localidad de Longchamps, contó que tuvo que salir a las cuatro y media de su casa para poder llegar a las siete a Retiro. “Recién tardé dos horas en llegar hasta acá”, contó.
A eso de las 18, los colectivos estaban abarrotados de gente. A una velocidad a ojo indebida, pasaban los semáforos en rojo de Juan de Garay y Lima. La tarea de cruzar la calle se tornó suicida.
Uno que lo logró entraba a la estación. “Macri, aunque es un inútil, me está haciendo un favor”, soltó Carlos Duarte, de 50 años, al ser consultado sobre el cambio de rutina obligado por el paro. Caminar durante 45 minutos desde Constitución hasta Lavalle y Reconquista y viceversa fue su alternativa. “Después llego a mi casa, en Banfield, y salgo a correr 10 kilómetros, así me entreno. Soy maratonista”, se enorgulleció.
Ofelia Gómez, lejos de tomárselo con humor, se enojaba: “El Gobierno de la Ciudad no puso micros para la línea C, consideró que teníamos que venir caminando”, protestó la mujer, que vive en La Plata.
Se refería a los micros dispuestos por el Gobierno de la Ciudad esta semana para alivianar las consecuencias de la falta de subtes. En realidad, no se trata de una idea original de las autoridades porteñas, sino del cumplimiento del Plan de Contingencia recomendado por la Defensoría de la Ciudad en febrero pasado para responder a situaciones de paro de transporte o accidentes.
Canillitas y comerciantes que tienen sus negocios bajo tierra fueron los otros grandes perdedores de la semana. “Yo estaba abajo y me mandaron para acá arriba. No me gusta. Los demás se quedaron sin trabajo”, reconoció Jésica, que durante esta semana debió atender el puesto de panchos y café cercano a la entrada de Brasil. Unos y otros no olvidarán fácil la semana sin subterráneos en Buenos Aires.
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