EL PAíS
La terna que barajó Kirchner para la Corte
El Presidente tuvo tres candidatos en mente para reemplazar a Nazareno. Fueron Masnatta, Righi y Zaffaroni. La decisión se discutió en la mesa chica. La condición de peronista, en este caso, fue un factor en contra.
Por Fernando Cibeira
“¿Y por qué no podemos tener un miembro de la Corte peronista?”, se enojaba el lunes a la noche uno de los participantes del encuentro informal que encabezaba el presidente Néstor Kirchner en la quinta de Olivos. El Presidente había decidido que quería definir al elegido para reemplazar a Julio Nazareno antes del viaje que emprenderá la semana que viene por Europa y se analizaban nombres. Entre los candidatos que se barajaron en esa larga sobremesa estuvieron el del ex ministro de Cámpora, Esteban Righi, y el constitucionalista Héctor Masnatta: ambos fueron descartados, justamente, por su condición de justicialistas. La decisión recayó entonces en el penalista Eugenio Zaffaroni, quien a la condición de jurista de prestigio y ex frepasista le agregaba un antecedente, dadas las circunstancias, simpático: se había enfrentado a los Kirchner cuando reformaron la Constitución de Santa Cruz, en 1998.
El Presidente y su círculo íntimo no aceptaban que de ahora en más la filiación peronista deba convertirse en un impedimento para ocupar un lugar en el máximo tribunal. “Dejémonos de hinchar, si en Estados Unidos la mitad de la Corte es republicana y la otra demócrata y lo sabe todo el mundo”, decía uno de los participantes de la conversación. La mesa (muy) chica con la que suele tomar decisiones el Presidente –de la que forman parte su esposa, la senadora Cristina Fernández de Kirchner, y el jefe de la SIDE, Sergio Acevedo, y no muchos más– no hablaba de armar una nueva versión de Corte a imagen y semejanza, pero tampoco digerían fácil lo de la “proscripción” a juristas reconocidos por el sólo hecho de estar identificados con el peronismo.
Para quienes reivindican la militancia de los ‘70 como estandarte, la candidatura de Righi tenía un sabor especial. El ministro más joven de Cámpora –tenía 34 años cuando asumió en Interior– participó de la ceremonia de jura de Kirchner y desde ahí se mantuvo en contacto con la nueva administración. En 1973, Righi fue el autor de un histórico discurso en el Departamento Central de Policía, en el que defendió la presunción de inocencia y condenó la tortura y dejó en claro sus diferencias con el lopezreguismo y la ultraderecha. El entorno de Kirchner se sabe ese discurso de memoria y se imaginan incorporando a Righi en algún lugar destacado del Gobierno. La Corte parecía una posibilidad.
Otro caso fue el de Masnatta, un constitucionalista peronista, en algún momento cercano al menemismo, con buenos contactos entre los radicales. La candidatura de Masnatta es un clásico que se reedita cada vez que se hace una vacante en el Tribunal, pero esta vez, cosa curiosa, no fue mencionado. La novedad era un aliciente para Kirchner, que le tomó el gusto a eso de sorprender con sus decisiones. Masnatta era otra alternativa.
“Hay que entender que en este momento la sociedad está demandando otra cosa”, se resignaron en Olivos, descartando por el momento a los peronistas por más pergaminos que acrediten. Lo que reclama la sociedad, concluyeron, era que se nombrara a un jurista prestigioso y lejano al Gobierno. Además de Zaffaroni, se evaluó el nombre del constitucionalista Daniel Sabsay. Es más, ayer en Gobierno reconocían que si se hubiera armado una terna seguro que Sabsay habría formado parte.
La elección de Zaffaroni se resolvió finalmente como la más fuerte señal de cambio en comparación con la mayoría automática. En el criterio de selección se tomó en cuenta su prestigio como penalista a nivel internacional, su compromiso con los derechos humanos y su independencia, tanto en la política de los políticos como la de los grandes estudios jurídicos. Ante la insistencia de quienes proponen la mano dura como solución a todos los problemas, Kirchner, con estilo K, buscó colocar en la Corte al más conocido de los “garantistas”.
Y había una yapa. Los que participaban de la larga charla en Olivos –para entonces ya había pasado la medianoche– recordaron que Zaffaroni había sido un activo opositor a la reforma de la Constitución provincial que permitió la re-reelección de Kirchner. En 1998, Zaffaroni visitó Santa Cruz invitado por diputados del Frepaso y el radicalismo para presentar una demanda en el Superior Tribunal de Justicia para detener el plebiscito convocado para avalar la reforma.
El ahora candidato a ocupar la Corte consideró una “triquiñuela” que se pretendiera sustituir la mayoría calificada necesaria para reformar una Constitución con la mayoría simple con la que se gana en un plebiscito. Zaffaroni llegó a comparar esa iniciativa con lo que hizo Hitler con la Constitución de Weimar. “Con ese antecedente nadie podrá decir que es amigo nuestro”, dijeron en Olivos. En realidad, coincidieron que era poco lo que se podría decir en contra de la candidatura de Zaffaroni en general. En vez de terna, entonces, mejor postular sólo al penalista como señal de lo que se pretendía para la nueva Corte y, de paso, evitar debilitar a los otros candidatos. El martes, Kirchner convocó a Zaffaroni a Olivos y le comunicó su decisión. Según contó ayer el propio candidato, la nominación lo tomó de sorpresa.