ECONOMíA › EL EQUIPO DE LAVAGNA DENUNCIA UN COMPLOT ENCABEZADO POR TER MINASSIAN
El regreso de la ex dama de hierro del FMI
Guillermo Nielsen dijo que “un sector de la estructura burocrática del FMI quiere sabotear la relación con la Argentina”. En Economía identifican a Teresa Ter Minassian, ex jefa de las misiones a la Argentina durante los ’90, como la cabecilla del complot. Teresa sobrevivió a las purgas que ocasionó en el Fondo el colapso argentino.
Por Maximiliano Montenegro
“Hay un sector de la estructura burocrática del Fondo Monetario que quiere sabotear la relación con la Argentina”, denunció ayer el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen. El segundo de Lavagna respondió así a la filtración, a un diario económico, de un duro documento interno del FMI. El mismo asegura que, a menos que el Gobierno lograra una quita de la deuda previa al default del 70 por ciento, volvería a caer en cesación de pagos con los Boden, entregados en el último año a ahorristas y bancos. Además, critica el interés del presidente Kirchner por construir una alianza de centroiz-quierda y advierte que Lavagna ya no tiene el poder que le otorgó Duhalde. ¿A que no saben a quién identifican en Economía como “cabecilla” de ese complot contra la administración Kirchner? Teresa Ter Minassian, actual directora del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI y jefa de las misiones a la Argentina durante la década pasada. “Sobrevivió a las purgas que hubo en el Fondo, es una menemista confesa y nos juega sistemáticamente en contra”, acusan en el equipo de Lavagna.
El diario El Cronista publicó el “paper” en cuestión, con un título que, en la fría mañana de ayer, dejó helado a más de uno en Economía: “El FMI cree que habrá que renegociar la deuda nueva”. La deuda nueva son los Boden (Bonos del Estado Nacional) –que ya están pagando intereses y tienen vencimientos de capital anuales entre el 2005 y 2013– entregados a bancos y ahorristas para compensarlos por la pesificación. La versión sugería entonces que, según la cúpula del Fondo, el gobierno de Kirchner tendría su propio default. Estaban dadas todas las condiciones para sufrir el impacto de un “cachetazo” de mercado.
Sin embargo, el mercado no sólo no se asustó sino que, encima, la cotización de los Boden subió levemente. “El mercado no le da pelota a lo que dice el Fondo”, festejaba anoche un alto funcionario del equipo económico, aunque la misma fuente reconoció que en Economía estuvieron toda la mañana “cortando clavos”. Por las dudas, el Ministerio difundió un comunicado para explicar que la “reestructuración de la deuda”, que el Gobierno empieza a encarar en septiembre, alcanzará sólo al endeudamiento previo al 31 de diciembre de 2001. “Los Boden emitidos en el año 2002 quedan fuera de dicha reestructuración y sus cupones se abonarán puntualmente tal como ha ocurrido hasta la fecha”, aclara la misiva oficial.
Hacia el mediodía, durante un acto en el que puso en funciones a los nuevos directivos de la Comisión Nacional de Valores, Nielsen fue más enfático: “Quiero instar a todos a no bajar la guardia, hay miles de millones en juego y sepan que la deuda que el Estado ha emitido con posterioridad a la fecha del default no se va a reestructurar”, aseguró.
El paper del escándalo es un briefing que recibió el director gerente del Fondo, Hoerst Köhler, antes de su reciente visita a la Argentina. El número uno del organismo suele recibir estos informes internos que escribe parte de su staff para ponerlo al tanto de la situación política, económica y social del país. “En ese informe, al que nosotros nunca accedimos, un sector del Fondo descargó varios tanques atmosféricos sobre la Argentina”, contó a este diario un funcionario de Economía, afecto a metáforas nada poéticas. “Pese a ello, Koehler vino, volvió a Washington y ofreció al directorio del organismo un informe muy positivo”, agregó la fuente.
En Economía aseguran que “hay un sector interno del staff del FMI que siempre simpatizó con el menemismo y que sistemáticamente nos ha jugado en contra. Es una de las columnas que quedaron intactas pese a las purgas que hubo en el Fondo”, denuncian. A la hora de identificar a sus integrantes, la mira del equipo de Lavagna se posa sobre una vieja conocida de la Argentina: Teresa Ter Minassian, actual directora del estratégico Departamento de Asuntos Fiscales.
Teresa logró sobrevivir milagrosamente a las purgas que instrumentó el Fondo, después del colapso de la Convertibilidad, para cubrir las huellas de sus funcionarios, que defendieron ese modelo ante la comunidad internacional durante más de una década. El argentino Claudio Loser, ex director del Departamento del Hemisferio Occidental, fue el primer desplazado, pero también siguieron la misma suerte el chileno Tomás Reich, jefe de las misiones a la Argentina en los últimos años, entre otros burócratas. En cambio, Teresa logró eyectarse a tiempo de su cargo, como segunda de Loser, para aterrizar en la Dirección de Asuntos Fiscales (dejada vacante por el tributarista Vito Tanzi). Con ese puesto, Ter Minassian se alejó del frente de batalla –la mesa de negociación con los gobiernos–, pero siguió conservando un lugar protagónico en la estructura burocrática del FMI.
En el equipo económico afirman que la primera jugada fuerte de Teresa contra Lavagna ocurrió en enero. “Había parte de la carta de intención que no queríamos publicar, porque era market sensitive. No queríamos anticipar al mercado estrategia de política de emisión de Letras del Banco Central”, contó una fuente. Sin embargo, por esos días, la versión completa de la Carta llegó, desde Washington, a manos de los consultores Miguel Angel Broda y Carlos Melconián, de reconocida militancia menemista, y de Mario Vicens, presidente de ABA, la asociación que aglutina a los bancos extranjeros.
Para tranquilidad de la administración Kirchner, Lavagna está convencido de que Anoop Singh, John Thorton y John Dodsworth, quienes supervisan hoy el caso argentino, no forman parte del complot.