Desde Rosario

Laura Andreani tiene su peluquería frente al edificio siniestrado. Su fachada era un enorme blíndex que desapareció totalmente con la explosión. La mujer asegura que llamó a la policía y a los bomberos entre las 9.08 y las 9.10, pero sin resultado alguno. “Esta tragedia se pudo haber evitado”, dijo a este diario.

“Empecé a sentir un ruido a las nueve de la mañana, mientras le estoy cortando el cabello a un señor, y pensé que era la calefacción. Les pedí a mis empleados que apaguen los secadores porque escuché un ruido raro, como una turbina de un avión. Y cuando salgo a la calle lo veo al portero del edificio de enfrente, con un chico todo vestido de gris, que dice ‘hay un escape de gas’, y se va corriendo. Lo primero que hago es llamar a los bomberos, que me dijeron que me iban a volver a llamar para ratificar mi número. Les dije que manden a alguien porque esto iba a explotar. Llamé después a la policía y también me contestaron que iban a ver. Todo esto demoró veinte minutos. Esto se podría haber evitado si hubiesen venido antes.”

Laura recordó: “Fue mi marido el que cortó la calle y el portero del edificio, que no podía avisarle a la gente a los gritos lo que pasaba, y la gente seguía pasando. Mi marido sacó el auto y lo puso sobre Oroño. Hubo tiempo de hacer cosas, pero no vino la gente adecuada”.

De igual manera, Laura dijo que tuvo tiempo para “correr unas máquinas y a mis clientes hacia el sector trasero del local”. “Lo único que me dijeron cuando llamé por teléfono es que evacue el local, y gracias a Dios no lo hice, porque si no hubiese sido peor”, confiesa.

“Después que explotó, salí –agregó–. Cuando miré afuera, lo que vi fue cómo explotaron tres pisos completos. De eso no quiero hablar porque lo que vi es algo espantoso.”

Según Laura, la ayuda demoró en llegar: “Fue una eternidad, pero el daño ya estaba hecho. Encima después no cortaban el gas, no podían cortarlo. No somos una ciudad preparada para una catástrofe”.