EL PAíS › EMOCIóN Y ADMIRACIóN EN EL ANáLISIS DE SU UNIVERSO POéTICO

“Su muerte nos empobrece”

El cubano Roberto Fernández Retamar, el argentino Arturo Carrera y el mexicano José Angel Leyva, entre otros, despiden al inmenso autor de Cólera buey. “Por sobre todas las cosas, él nunca fue complaciente con el lector.”

 Por Silvina Friera

“Cada día / me acerco más a mi esqueleto. / Se está asomando con razón”, escribió Juan Gelman, los primeros versos de un poema inédito que le entregó a Joaquín Sabina, en México, fechado a fines de octubre de 2013 (ver aparte). Amar a Mara es el libro que terminó de escribir antes de su muerte, “un homenaje al amor que tenía por su mujer, Mara La Madrid”, dijo José Luis Martínez, director del suplemento cultural del diario Milenio. El poeta Roberto Fernández Retamar, desde La Habana, recuerda a Página/12 el momento en el que conoció a Gelman. Fue a finales de 1961, durante su viaje inicial a Buenos Aires. “Lo consideré, como escribí años después en mi libro Fervor de la Argentina (1993), mi primer hermano argentino. El ya era, además de un hombre de izquierda, un poeta con voz muy valiosa. Lo dije en un artículo de la época donde mencioné cómo en su poesía se reunía el trepidamiento de (César) Vallejo con el silbo de (Paul) Éluard. Y refiriéndome a él y a otros escritores entonces jóvenes, añadí que los años venideros oirían hablar de ellos. Así ha sido. Al morir Juan, él estaba, junto con autores, como la cubana Fina García Marruz, el nicaragüense Ernesto Cardenal y el mexicano José Emilio Pacheco, a la cabeza de la poesía de nuestra lengua. Lo probaron los muchos premios que merecidamente le fueran otorgados. Y además de su espléndida obra poética, produjo un periodismo político también de primer orden. La política, como se sabe, le deparó grandes dolores familiares. Pero él persistió hasta el final, denunciando males del imperio y defendiendo causas justas. En la Casa de las Américas, a la que tan vinculado estuvo, lo esperábamos para dedicarle la Semana de Autor de este año. No pudo ser... Su muerte nos empobrece, pero lo sentiremos siempre con nosotros”.

Arturo Carrera hilvana un lúcido análisis sobre el legado de Juan. “Yo he insistido en que Gelman fue el poeta del dolor, de nuestro dolor”, subraya Carrera. “En un trabajo sobre la pintura de Frida Kahlo, el escritor John Berger aproxima la obra de esta extraordinaria artista a la de Juan Gelman por la vía de las sensaciones, que es también la del dolor. Según él, Frida pinta ‘con la sensación de doble tacto: la consecuencia de imaginar que estaba pintando su propia piel’. Es decir, pinta las cosas como ella las habría sentido en la piel de su espalda, de sus piernas, como si hubiera estado acostada sobre ellas y como si yaciera, mejilla contra mejilla, con lo que retrataba y pintaba. Y he aquí donde Berger se acerca a la nueva sensación que es, según creo, el dolor: que Frida se haya convertido en una leyenda mundial se debe, nos dice, en parte, al hecho de que en la era oscura en la que vivimos bajo el nuevo orden mundial, compartir el dolor es una de las condiciones esenciales para una renovación de la dignidad y la esperanza.” Carrera agrega que mucho dolor no es compartible, pero la voluntad de compartir el dolor sí. “Y de ese compartir inevitablemente inadecuado surge una resistencia. La resistencia de Gelman, insiste Berger, está cuando dice: ‘La esperanza fracasa muchas veces, el dolor jamás, por eso algunos creen que más vale dolor conocido que dolor por conocer. Creen que la esperanza es ilusión, son los ilusos del dolor’. Personalmente creo que esa ilusión, en este tiempo, se llama poesía. Y ha de erigirse así, quizás, como una ética de las sensaciones: el dolor. Así el dolor es nuestra patria y nuestra matria. La única lengua, la única vía.”

Lisa Rose Bradford, traductora al inglés de Gelman, explica que para traducir una obra hay que amarla. “Su poesía me ha hablado como un ser amado. Carta abierta fue la primera obra que traduje, y por sus neologismos y la falta de ortodoxia de su gramática, pensé que sería la más difícil para traducir, pero también la más creativa. Luego seguí con Citas y comentarios que, por sus alusiones a los poetas místicos y el tango, llevó mucha investigación, ya que había que intentar continuar una tradición, amén del tango, que existe en inglés y castellano. Sumamente inventiva también fue la traducción que se publicó de Com/posiciones; muchas de sus transcreaciones venían en algunos casos de versiones en inglés, y con su ‘sinónimo’ (como él prefería llamarlo), Eliezer ben Jonon, Gelman implantó una confabulación vertiginosa de niveles de voces”. Ahora Bradford está traduciendo Hoy, el último libro que publicó el poeta en vida. “Su tono sombrío en conjunto con la ironía de los juegos de palabras exigen mucha imaginación, y a veces, estrategias expansivas para mantener lo experimental y lo musical dentro de las nuevas versiones. Gelman, con su sensibilidad de poeta y de traductor, siempre fue extraordinario respecto de mis sugerencias y abierto a soluciones inventivas. Su colaboración, elogios y amistad me animaron a mucho”. Bradford evoca una de las últimas conversaciones que tuvo con Juan en Buenos Aires, antes de la presentación de Hoy. “Le hablé de la dificultad que tenía para encontrar una editorial para publicar el libro Cólera buey. Me dijo que dejara de preocuparme por su obra y que me dedicara a publicar la mía.” La emoción que embarga a la traductora impone una pausa para darle tregua a la pena. “La traducción de Com/posiciones, sus versiones de poetas hebreos, fue recibida con mucho interés desde su publicación en inglés. La herencia de Gelman pasará las fronteras idiomáticas ampliamente en los años venideros”, pronostica su traductora.

¿Cómo calibrar el legado que deja en la poesía castellana? “Juan cumplió hasta el final con todos sus propósitos de reivindicación de la memoria, en términos de justicia, por los crímenes cometidos a manos de las juntas militares de Argentina y Uruguay contra su familia y las demás víctimas. Pero no lo celebró, siguió reflexionando y escribiendo sobre las causas que conducen al ejercicio del mal, buscando el máximo dolor del otro y su exterminio por sus ideas, su origen, su color de piel, sus creencias, sus preferencias”, plantea José Angel Leyva, poeta mexicano. “Hasta sus últimos momentos, Gelman estuvo escribiendo, ‘recuerdos’ en prosa poética de momentos cruciales de su vida en la Argentina, de su pensamiento y su acción política. Leí varios de estos textos y son de un valor testimonial indispensable para entender esa parte de la historia.” Leyva continúa examinando los tesoros de una obra inconmensurable. “Para Juan, el primer hablante de español de su familia, judía ucraniana, la palabra fue siempre el motor de búsqueda, de una búsqueda insaciable de ese misterioso ‘árbol sin hojas que da sombra’, como definía él a la poesía. Estoy persuadido de que la obra poética de Juan es una de las más originales y de mayor calado del siglo XX. Sus búsquedas estéticas y su conducta irreductible en ese terreno se ven reflejadas en cada libro de ese voluminoso corpus por conocer y desentrañar, si es que esto es posible, porque por sobre todas las cosas, él nunca fue complaciente con el lector. Juan Gelman, en verdad, descansa en paz”.

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Imagen: Pablo Piovano
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