EL PAíS
El voto por “L. Barrionuevo”
El justicialismo que conduce Luis Barrionuevo parece no ser el mismo de hace cinco meses. Autoconvencidos de que no fue un error la quema de urnas –prefieren decir que “es una etapa superada”– ahora se concentran en mostrar el perfil más conciliador que genera Liliana Barrionuevo y coincide con el discurso elegido, que gira alrededor del cambio que la provincia necesita. Eso sí, siempre y cuando el senador esté detrás como un ángel guardián, garantía y guía suprema de la posible gestión.
El cambio de estrategia es notorio. El sindicalista se retiró de forma brusca de los medios. Tanto es así que su única aparición frente a las cámaras fue en el cierre de campaña del viernes. No es casualidad su forzado segundo plano. Sus colaboradores le temen a su verborragia y lo convencieron de que era mejor callar que lamentar. En realidad, no temen tanto una declaración flamígera contra el Frente Cívico como una consideración sobre la gestión de Néstor Kirchner. Catamarca es una provincia en crisis y sumamente dependiente del gobierno nacional. Una poco feliz declaración de Barrionuevo –de esas que tanto le gustan– podría convertirse en un problema para la gestión de su hermana.
Despejado el humo de las urnas, los justicialistas centraron la campaña en el parentesco, con consignas como “la misma sangre, la misma fuerza” y la coincidencia de las iniciales que les permite realizar pintadas que dicen “L. Barrionuevo gobernador”. Todo vale para hacer sentir la presencia del senador y al mismo tiempo su no estar, situación que se ve claramente en la boleta que los peronistas introducirán hoy en las urnas, que están encabezadas con la efigie de Perón y una foto del sindicalista. El nombre de la candidata, en cambio, aparece en tamaño sensiblemente menor que su apellido. “Bueno, todo sea para que la gente piense que vota a Luis”, se justificó uno de sus hombres de confianza.
El discurso de Liliana también está bastante cuidado. Siempre con referencias al cambio y dirigido sobre todo a las mujeres y a las clases más desprotegidas. Sorpresivamente, cumple bien su rol, pero nadie sabe si le alcanza para ganar.