Lunes, 18 de agosto de 2014 | Hoy
El sacerdote tercermundista Víctor Acha, quien tuvo que exiliarse en Colombia durante la dictadura, le dijo al Tribunal que (el cardenal Raúl Francisco) Primatesta estaba al tanto de todo lo que sucedía en Córdoba durante el terrorismo de Estado: “Me allanaron la parroquia unas cinco veces –contó el religioso que tenía a cargo la capilla del paupérrimo asentamiento conocido como Villa El Libertador–, y directamente me prohibió que hiciera público lo que pasaba. Dijo que él se encargaba de todo personalmente y que lo hablaba con (el represor Luciano Benjamín) Menéndez. Para Acha todo comenzó a complicarse cuando una noche la patota se llevó al seminarista Gervasio Mecca. Su supuesto delito: haber conocido a un militante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), Jorge Rossi, quien fuera asesinado en La Plata. El hijo de Rossi –quien también fue secuestrado junto a su mamá y llevado a La Perla cuando apenas era un nene de cuatro años– ya declaró en este juicio por el crimen y la desaparición de sus padres. Acha contó que mientras se llevaban al seminarista Mecca, la banda de torturadores le gritó que le pidiera “explicaciones al arzobispo”. El sacerdote lo hizo, pero Primatesta, como toda respuesta, “me prohibió que hiciera público lo del secuestro y los allanamientos” (Acha padeció una media docena). “Esto lo manejo yo, te prohíbo que lo hagas público”, le respondió quien fuera, además, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante más de veinte años.
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