EL PAíS

Una ciudad tomada

Por F. C.
Desde Monterrey, México

Los desplazamientos de George Bush por Monterrey hicieron que por momentos el centro de la ciudad quedara prácticamente cerrado a la espera del paso del convoy americano, de unas tres docenas de vehículos con dos limusinas negras idénticas en el centro, una de ellas ocupada por el presidente norteamericano. Tanto celo provocó el enojo de los mexicanos, que sentían que su vecino no se creía muy seguro en tierra azteca. Los militantes antiglobalización, que desde el primer día intentaron escrachar a Bush, no le pudieron ver la cara, impotentes ante los múltiples vallados.
“Se supone que eligieron Monterrey como sede porque es una ciudad segura, ¿entonces para qué cierran el tránsito?”, se indignaba por la mañana el conductor de un noticiero local. Monterrey es una ciudad de 1.100.000 habitantes y, efectivamente, tiene fama de segura, en parte, debido a su bajo nivel de desempleo. Los globalifóbicos cortaron las avenidas 15 de Mayo y Pino Suárez, seguidos de cerca por los efectivos de la Policía Federal preventiva. Igual que en las marchas del lunes, los militantes pedían por “un comercio más justo” y llevaban pancartas que calificaban a Bush como “terrorista” y “asesino”.

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