EL PAíS
Estados Unidos ofrece apoyo, pero de plata ni hablar
Al tiempo que Duhalde llegaba a Monterrey, Estados Unidos lanzó una lluvia de mensajes advirtiendo que a la Argentina todavía le queda un largo camino de ajustes antes de la ayuda del Fondo. De Bush a Anne Krueger, mujer fuerte del FMI, hubo claras señales de toma de distancia del caso argentino. Hasta Cardoso le reclamó al Gobierno “liderazgo moral”.
Eduardo Duhalde debe haber tenido días mejores que el de ayer. Partió hacia Monterrey, México, en busca de apoyo internacional y ayuda financiera para sostener su programa, una semana después de haber asegurado que quienes hubieran comprado dólares a 2,50 “perdieron plata”. Pero no sólo el mercado le jugó en contra. Desde Washington, George W. Bush dijo que esperaba que Argentina tome “las drásticas decisiones necesarias para ganarse la confianza, en particular del FMI”. La vicedirectora de este último organismo, Anne Krueger, señaló a su vez en Moscú que “obviamente no podemos otorgar préstamos (a la Argentina) mientras sigan teniendo las mismas dificultades” con el déficit presupuestario y las provincias. Paul O’Neill, secretario del Tesoro, y Condoleeza Rice, del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., lanzaron conceptos igualmente poco alentadores, mientras que el presidente de Brasil fue un paso más allá. Fernando Henrique Cardoso señaló en Chile que los argentinos “van a pagar un precio mientras el Gobierno no proponga un plan viable y no defina correctamente sus políticas”, pero advirtió que para ello “se requiere liderazgo moral”.
Las señales previas que está recibiendo Duhalde a su entrevista con el titular del FMI, Horst Koehler, no permiten alentar demasiadas esperanzas. El mensaje de las principales autoridades estadounidenses es que Argentina deberá demostrar la efectividad de los ajustes propuestos antes de acceder a la ayuda externa. Y no al revés, como pretende el gobierno argentino: recibir la ayuda para hacer viable el plan.
Antes de partir hacia Monterrey, el presidente estadounidense lanzó sus advertencias sobre el futuro inmediato de Argentina. “Es un tema financiero de gran preocupación para nosotros, porque somos amigos y socios de Argentina”, pero subrayó que el Gobierno deberá tomar medidas fuertes para lograr el respaldo del FMI. “Sé que existe una salida, y el país por sí mismo va a tener que decidir algunas cosas duras, comenzando por reformar la relación entre las provincias y sus presupuestos y el gobierno central”, dijo Bush.
Krueger se refirió a la Argentina durante una disertación en Moscú, donde participó de una conferencia sobre “Crecimiento económico después del comunismo”. Allí advirtió que no habrá desembolsos hasta que Argentina cumpla con todas las demandas impuestas por el FMI. “No tendría sentido para nadie”, respondió con respecto a la posibilidad de adelantar fondos antes de completar las reformas reclamadas, que no especificó. Anticipó que en los próximos días se definirá si el FMI envía una nueva misión negociadora a Buenos Aires.
O’Neill debió hacer grandes esfuerzos, en tanto, para convencer a un grupo de periodistas latinoamericanos de que el gobierno de Estados Unidos “siente compasión” hacia Argentina, tal cual se lo consultó. “Créanme, estamos dispuestos a brindar cualquier tipo de asistencia técnica o consejos; o sugerencias, cualquier cosa que podamos hacer para ayudar a remediar la situación”, respondió. Pero de plata ni hablar.
Ni siquiera la influyente Condoleeza Rice se privó de echar un párrafo sobre Argentina. “Cuando las reformas se hagan de una manera que garanticen un crecimiento sustentable, la comunidad internacional ayudará a Argentina; pero las reformas deben hacerse”, precisó, de una forma que permite sospechar que los evaluadores pueden llegar a tomarse un tiempo inconmensurable hasta considerar que hay suficientes garantías para un crecimiento sustentable.
Salvo para los funcionarios que estén pendientes exclusivamente del dinero que pueda conseguir el Gobierno de los organismos internacionales, mayor dolor deben haber provocado las declaraciones en Santiago de Chile del presidente del principal socio regional de Argentina, Fernando Henrique Cardoso. El mandatario brasileño manifestó que, si bien el gobierno de Duhalde estaba haciendo un esfuerzo bien direccionado, los argentinos “van a pagar un precio mientras no se proponga un plan viable y no se definan correctamente las políticas sociales y económica”. Pero advirtió que par resolver sus problemas internos, Argentina requería “un liderazgo moral”. Cardoso sostuvo que, recién superada esta fase, Argentina podrá pedir ayuda externa y obtener la colaboración de organismos internacionales. Si las declaraciones del jefe de Estado brasileño fueron de apoyo o descalificatorias, correrá por cuenta de cada uno juzgarlo.