EL PAíS › UN BREVE AUTORRETRATO A MODO DE PRESENTACION
La vida en un paraíso triste
Por Julio Cortázar
Nací en Bruselas en agosto de 1914. Signo astrológico, Virgo; por consiguiente, asténico, tendencias intelectuales, mi planeta es Mercurio y mi color es el gris, aunque en realidad me gusta el verde. Mi nacimiento fue un producto del turismo y la diplomacia; a mi padre lo incorporaron a una misión comercial cerca de la legación argentina en Bélgica, y como acababa de casarse se llevó a mi madre a Bruselas. Me tocó nacer en los días de la ocupación de Bruselas por los alemanes, a comienzos de la Primera Guerra Mundial. Tenía casi cuatro años cuando mi familia pudo volver a la Argentina; hablaba sobre todo el francés y de él me quedó la manera de pronunciar la “r” que nunca pude quitarme.
Crecí en Banfield, pueblo suburbano de Buenos Aires, en una casa con un gran jardín lleno de gatos, perros, tortugas y cotorras: el paraíso. Pero en ese paraíso yo era Adán, en el sentido de que no guardo un recuerdo feliz de mi infancia: demasiadas servidumbres, una sensibilidad excesiva, una tristeza frecuente, asma, brazos rotos, primeros amores desesperados, Los venenos es muy autobiográfico. Estudios secundarios en Buenos Aires: maestro normal en 1932. Profesor normal en Letras en 1935. Primeros empleos, cátedras en pueblos y ciudades de campo, paso por Mendoza en 1944-1945 después de enseñar siete años en escuelas secundarias. Renuncio a través del fracaso del movimiento antiperonista en el que anduve metido, vuelta a Buenos Aires.
Ya llevaba diez años escribiendo, pero no publicaba nada o casi nada (el tomito de sonetos, quizás un cuento). De 1946 a 1951, vida porteña, solitaria e independiente; convencido de ser un solterón irreductible, amigo de muy poca gente, melómano, lector a jornada completa, enamorado del cine, burguesito ciego a todo lo que pasaba más allá de la esfera de lo estético. Traductor público nacional. Gran oficio para una vida como la mía en ese entonces, egoístamente solitaria e independiente.
(Carta de Julio Cortázar a Graciela Maturo enviada desde París el 4 de noviembre de 1963, e incluida en el libro Julio Cortázar y el hombre nuevo, de Maturo.)