EL PAíS
Un virus en expansión
Miguel Soto, de 45 años, se suma a la charla para contar que los ceramistas de Zanon también comparten el esparcimiento. “A veces nos juntamos afuera a un asado, a jugar a las cartas, al voley o al fútbol. No todo es trabajar en la fábrica. En la atención al público a veces me toca gente jodida que en vez de dar una palabra de aliento nos entierran vivos. Aunque también hay personas con la que da gusto tratar”, comenta. Antes de despedirse cuentan que construyeron una sala de primeros auxilios para el barrio carenciado que está cerca de la fábrica, porque sostienen que “Zanon es de la gente” y debe devolver el apoyo que recibió de todo Neuquén cuando hubo riesgo de desalojo. Además de estar alerta, planifican a futuro, convencidos que la fábrica quedará en sus manos. Y con énfasis invitan a conocer la planta, cuyo control obrero cumplirá tres años el 1° de octubre, porque “el virus de Zanon debe expandirse por todo el país”.