EL PAíS
El interior también sufre
Por J. N.
En el resto de los distritos el panorama no es más prometedor que en Capital o Buenos Aires. En Córdoba, la muerte de Ramón Mestre produjo una diáspora, y hasta ahora ninguno de los posibles candidatos –ni Oscar Aguad, ni Luis Molinari Romero– tiene chances de hacer una elección razonable. El radicalismo, que controló la provincia desde 1983 hasta 1999, corre el riesgo de terminar tercero, víctima de la polarización entre las dos figuras excluyentes de la política mediterránea: el gobernador José Manuel de la Sota y el intendente Luis Juez, que a través de sus respectivos delfines disputarán las elecciones del 2005, precalentamiento de cara a los decisivos comicios del 2007.
En Santa Fe, en las últimas elecciones la UCR no presentó lista propia. Un sector se sumó al lema de Hermes Binner, algunos dirigentes renunciaron al partido para apoyar al ARI y unos pocos se acercaron al PDP de Alberto Natale. Esta vez, el radicalismo tampoco cuenta con una figura taquillera: todo indica que su condición de segunda fuerza ya es historia.
En las otras provincias la perspectiva no es mucho más alentadora. Hay excepciones, por supuesto: en Chaco, la candidatura a diputado de Rozas aseguraría un triunfo cómodo, y en los distritos que aún gobiernan –Río Negro, Mendoza, Tierra del Fuego, Corrientes y Catamarca– el peso de la administración facilita las cosas. Santiago del Estero es un caso aparte: el intendente de la Capital, el radical Gerardo Zamora, aparece como favorito en todas las encuestas. En algunas provincias, como Jujuy, donde se candidatea Gerardo Morales, el radicalismo al menos logrará mantenerse a flote. Y en otras ni siquiera eso: en Misiones, por ejemplo, es muy probable que el peronismo se presente dividido, en cuyo caso la UCR quedaría relegada a un tercer o cuarto lugar.
Desde un punto de vista más general, el problema central para los radicales es que en las elecciones del año que viene no se renuevan cargos ejecutivos, lo que les impedirá poner en juego el poder territorial que aún conservan. La decisión del Gobierno de unificar los comicios dificulta la estrategia de provincializar las disputas y favorece la oposición de partidos que –como el ARI y Recrear– carecen de una estructura sólida, pero cuentan con líderes conocidos, capaces de polarizar con el Gobierno.