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Un duro negociador

Llegaron a llamarlo “el pingüino cordobés”. Ricardo Jaime, actual secretario de Transporte, nació en Villa María, pero en tiempos de la dictadura recaló en la ventosa Caleta Olivia, donde se ganó la vida como profesor de matemáticas, física y química. En Córdoba había sido miembro de la juventud peronista, hasta que en 1991 dio el salto a la política en Río Gallegos, de la mano de otro cordobés devenido kirchnerista: el secretario Legal y Técnico Carlos Alberto Zannini. En Santa Cruz pasó por varios cargos y así se ganó la confianza del entonces gobernador. Fue ministro, secretario general y ministro de Educación. En 1998 volvió a Córdoba para ser el segundo de Educación cuando ocupaba esa cartera provincial el actual ministro de la Corte Juan Carlos Maqueda. Quienes trabajan a su lado destacan su temperamento explosivo y su desconfianza, además de destacarse como un duro negociador.
En agosto de 2004, un grupo de trabajadores de la Unión Ferroviaria le pidió al juez Juan José Galeano que investigara a Jaime por una supuesta defraudación por contratación directa y pago de sobreprecios. La semana pasada, el fiscal de Investigaciones Administrativas Manuel Garrido acusó a Jaime y a varios funcionarios de la Secretaría de Transporte de haber defraudado en varios millones al Estado por la financiación de obras de reparación de vagones y estaciones del ramal del ferrocarril que une Retiro con Villa Rosa.

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