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Eduardo Duhalde solicitó las “oraciones” y la “bendición” del Papa para poder afrontar la crisis socioeconómica. Así consta en una carta a la que accedió Página/12 y en la que el Presidente le hace llegar su “afecto” y “admiración” a Juan Pablo II, quien hoy cumple 82 años. “Sabemos que con la ayuda de Dios, los argentinos, sumados en un esfuerzo común, lograremos superar las dificultades”, señala el texto.
La epístola del Presidente es de dos carillas y está dirigida al “beatísimo padre”, a quien por razones de agenda no podrá visitar personalmente, pese a que el lunes aterrizará en Italia luego de su actual paso por tierras españolas. “Vuestra Santidad conoce las tribulaciones por las cuales, actualmente, atraviesan muchos de nuestros hermanos, fruto de las difíciles circunstancias que enfrenta la República. Hoy más que nunca necesitamos de su cercanía y de sus oraciones”, dice el tercer párrafo de la misiva.
Junto al pedido, Duhalde lo puso en conocimiento de su devoción cristiana y su prédica en defensa de la Iglesia, incluso a la hora de tomar partido en temas tan controvertidos como el divorcio o el aborto. “Desde el comienzo de mi mandato presidencial, he procurado hacer valer los principios más sagrados que se derivan de esa dignidad humana, en especial la protección de la vida desde el momento de la concepción y la familia, fundada en el matrimonio, como núcleo fundamental de la sociedad.” Para que no quedaran dudas que esa será la política oficial, el párrafo concluye: “Vuestra Santidad puede tener la plena certeza de que la Argentina se encontrará siempre junto a la Santa Sede en la defensa de estos principios, que son derivados de la ley natural, y están garantizados por normas de jerarquía constitucional”.
La carta llegará a las manos de un Karol Wojtyla cansado y enfermo, pero tremendamente activo. A tal punto que tiene agendado para el próximo miércoles un viaje hacia Azerabaiján y Bulgaria.
Duhalde y su mujer, Chiche, nunca renegaron de su creencia religiosa. Y se los suele ver los domingos yendo a misa, tanto en Olivos como en algunas localidades de la provincia de Buenos Aires.
El final de la carta es elocuente a la hora de plasmar su devoción: “Con estos sentimientos de admiración y cercanías con el sucesor de Pedro, y reafirmando mi adhesión a su Magisterio, elevo al Señor, por la intercesión de su Santa Madre, Nuestra Señora de Luján, mis oraciones y las de mi familia por las intenciones particulares de su pontificado. Del mismo modo, ruego a Vuestra Santidad, quiera conceder su Bendición Apostólica a la Nación Argentina y a su pueblo fiel”.