EL PAíS

La carta de un preso

“Yo, todas las noches, los días, las mañanas, me pregunto ¿por qué?, ¿qué hice?, si nos castigan a nosotros, ¿por qué no castigan a TBA?, que fue quien ejerció violencia. A mí me arruinaron la vida, mi carrera, mis proyectos. ¿Quién se hace cargo del dolor de mi vieja, del de mis hermanas y hermanito? Ellos cuando me visitan tratan de disimular, pero yo sé que sufren y mucho. Sé que no soy el único en esta situación, que como yo hay otros viviendo esta injusticia. Yo no soy un delincuente, soy un simple chico que hoy está en un penal con delincuentes y acá no se vive, se sobrevive. Estoy asustado, tengo miedo y muchas veces pienso en matarme pero sé que le voy a causar más dolor a mi mamá y a mi familia. Y que tampoco es justo para toda la gente que está luchando para que yo salga de aquí. Les pido perdón por estos pensamientos, pero ya no aguanto más. Gracias por escucharme, por apoyarme y sostener a mi familia.” Este es el último párrafo de la carta que escribió Cristian Wenk desde la cárcel de Marcos Paz el 3 de febrero de este año. Ayer la leyó públicamente en el acto que los vecinos de Haedo realizaron para festejar la liberación de seis de las siete personas que aún quedaban detenidas por lo incidentes en esa estación ferroviaria en noviembre pasado. “Lo que viví es muy fuerte, pasé cosas que ni siquiera se pueden contar”, dijo a Página/12 Cristian, que ahora quiere rehacer su vida, “aunque es difícil”.

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