La última vez que el campo declaró un lock-out más extenso que el actual fue entre el 24 de octubre y el 10 de noviembre de 1975. Fueron dieciocho días de huelga convocada por Confederaciones Rurales Argentinas, Federación Agraria y Sociedad Rural en los que se suspendió el envío de carne a los mercados. La medida se justificó a través de un documento que comenzaba criticando lo que quedaba del gobierno de Isabel Martínez de Perón por “no haber dado ningún paso encaminado a reconocer el derecho de participación de las entidades gremiales representantes del agro en la elaboración de la política agropecuaria nacional”, tal como reclaman ahora. Un mes antes habían realizado una huelga similar de once días y tenían previsto parar otras diez jornadas a partir del 27 de marzo de 1976, pero el golpe militar les ganó de mano.

Por ese entonces, la cotización internacional de los principales productos que exporta el campo estaba lejos del record actual porque Estados Unidos y la entonces Comunidad Económica Europea se encontraban en plena guerra de subsidios. Además, China no era la aspiradora de granos que es hoy. Los dirigentes del campo reclamaban, al igual que ahora, el fin de la intervención estatal, pero al mismo tiempo solicitaban una suba del tipo de cambio real, elevar el precio sostén para diversos productos y mejorar el acceso al crédito.

El ministro de Economía, Antonio Cafiero, primero intentó restarle importancia a la huelga al declarar que “si no hay carne, comeremos pollo”, pero luego buscó debilitarla solicitándole a las Fuerzas Armadas el envío de hacienda, como ocurrió la semana pasada. Del otro lado, no se quedaron atrás. Varios productores afines al gobierno denunciaron a hacendados huelguistas por la quema de sembrados, el corte de alambrados y la dispersión de hacienda lista para ser enviada a los mercados. Incluso se difundieron solicitadas intimidatorias como la publicada en el diario La Nación del 5 de noviembre donde podía leerse “La Asociación Rural de Carlos Tejedor informa a la opinión pública que han cargado hacienda para faena, intentando sabotear el movimiento de fuerza declarado por CRA y FAA, los siguientes ‘ganaderos’: Gatti Hnos.; Julia G. de Alvarez y José Catuzzi”.

El enfrentamiento con el campo no era nuevo, pero se había agudizado durante el año. El 3 de marzo las entidades habían realizado un primer lock-out de 24 horas. Dos meses después, entre el 19 y el 21 de mayo, concretaron una segunda huelga. La tercera comenzó el 19 de septiembre y se extendió por once días, mientras que la cuarta alcanzó el record de dieciocho jornadas. Luego llegó el golpe de Estado y las protestas del campo terminaron. Los principales dirigentes rurales celebraron la instauración de la dictadura militar. Hubo que esperar diez años para la próxima huelga agropecuaria. En los días 27 y 28 de marzo de 1985, los empresarios Raúl Romero Feris (CRA) y Guillermo Alchourron (SRA) se rebelaron contra el gobierno “intervencionista” de Alfonsín. Durante esos años hubo varios lock-out, pero ninguno tan extenso como el de 1975. Ahora es cuando más cerca estuvieron del record, todo un mérito si se toma en cuenta que se produjo en un contexto de fuerte expansión económica y precios internacionales estratosféricos.