El gobierno de Estados Unidos observa con “admiración” la política en materia de derechos humanos que desarrolla Néstor Kirchner. “Admiramos lo que está haciendo su gobierno, en particular sobre las víctimas de la última dictadura”, dijo el subsecretario de Asuntos Políticos de Estados Unidos, Nicholas Burns, en una disertación en la sede del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).

Horas más tarde, en la rueda de prensa que brindó en el bunker de su embajada, Página/12 le preguntó:

–Usted dijo que su gobierno admira la política de derechos humanos del gobierno argentino, ¿esto implica una autocrítica por la política de derechos humanos de su gobierno, sobre todo teniendo en cuenta lo que está sucediendo en la prisión de Guantánamo?

–Para nada. De ninguna forma o aspecto. Nosotros, mi país, los Estados Unidos, somos campeones de los derechos humanos en el mundo. Está claro que la dictadura militar en Argentina ha sido un tema muy difícil. Es correcto que el pueblo argentino busque justicia para la víctimas de la dictadura. Le dije al ministro (Alberto) Fernández y al canciller nuestro respeto y apoyo por lo que están haciendo. Yo he venido poco a la Argentina pero uno no puede venir aquí y dejar de lado la escala de atrocidades de la dictadura militar.

Si la desmemoria de Burns sobre la probada responsabilidad de Estados Unidos en los sucesivos golpes militares que asolaron América latina en la década del ’70 fue notoria, más aún lo fue la omisión por la situación en Guantánamo.

A “los campeones de los derechos humanos” una comisión especial de Naciones Unidas contra la Tortura le reclamó en mayo del año pasado el cierre de la prisión de Guantánamo y la eliminación de toda forma de maltrato contra los detenidos. Amparándose en la lucha contra el terrorismo, Estados Unidos recluyó en esa base 460 prisioneros sin derecho a defensa, sin cargos concretos, salvo las sospechas de estar vinculados con Al Qaida o alguna imprecisa célula de terrorismo islámico.