Martes, 7 de agosto de 2007 | Hoy
“Esa noche vienen a buscarme y me atan las manos atrás”, contó Fernando Schell en la audiencia. “Y cuando voy bajando la escalera la escucho. Como homenaje y esperanza cuando uno se iba le silbaban la Quinta Sinfonía de Beethoven, el Himno a la Alegría.”
Schell dejó el Pozo de Quilmes por la noche. Quienes estaban prisioneros ya sabían que quienes salían a esa hora seguramente quedaban en libertad. Los que salían a la mañana, en cambio, probablemente eran trasladados a otros centros clandestinos o a una cárcel, y quienes salían en la madrugada terminaban sin vida. Schell recuperó la libertad el 21 de febrero de 1978, ayer habló de eso, con emoción, de ese día de alegría.
“Los muchachos la estaban silbando”, continuó al reponerse. En ese momento, se acordó del policía que lo acompañó hasta la salida y de la pregunta que le hizo al oído: “¿Te alcanza, Alemán?”. Schell dijo que sí, y después el policía les ordenó a los gritos a los otros detenidos que dejaran de silbar. Schell recordó que ese policía le pidió que “cuando me veas en la calle no me pegues un tiro”. “Le dije no le pego un tiro a nadie y le reconocí que se había portado bien conmigo”, finalizó.
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