ECONOMíA › MEDIO PUNTO DE INFLACION EN JULIO, SEGUN EL INDEC

Una estabilidad de no creer

La levísima variación en el rubro alimentos y la fuerte baja en Indumentaria, según la medición oficial, volvieron a mostrar una llamativa estabilidad de precios. Más dudas sobre el índice.

 Por Raúl Dellatorre

En virtual estado de emergencia, aunque no declarado, el resultado que acaba de dar a conocer el Indec sobre la variación del índice de precios al consumidor en el mes de julio no le ayudará a salir de la situación de descrédito en la que se ha sumergido. El índice de precios al consumidor arrojó una variación del 0,5 por ciento con respecto al mes anterior, con un sorprendente resultado en el rubro alimentos y bebidas –que tuvo un alza inferior al promedio, 0,4 por ciento–. En indumentaria, en tanto, “gracias” a la estacionalidad –fin de temporada–, con su caída del 3,2 por ciento respecto del mes anterior, aportó a “tirar abajo” el IPC. Al igual que en los dos meses previos, el índice dio una variación en julio una décima menor que la observada en el mismo período del año anterior. Es decir, que “estadísticamente” se consolidaría una baja paulatina pero constante de la inflación. Sensación que no es compartida prácticamente por ningún analista.

Más allá de que la elaboración de un índice de precios y la forma en que se ponderan sus componentes escapan al conocimiento del común de la gente, lo arduo para las autoridades económicas es poder explicar cómo se arriba a la conclusión de que los seis rubros de carne vacuna que informa el Indec hayan bajado de precio en julio (asado, carne picada, paleta, bife angosto, cuadril y nalga), entre 0,2 y 1,1 por ciento. O que la lechuga y el tomate redondo experimenten bajas en relación con junio, cuando el comercio mayorista y los propios productores de frutas y hortalizas vienen justificando los bruscos aumentos de estos productos frescos por las heladas que afectaron las zonas de cultivo durante julio.

El valor de referencia o promedio que tomó el Indec para el kilogramo de lechuga en julio fue de 1,78 peso, con toda seguridad muy inferior al mejor precio que haya conseguido un ama de casa, de Capital Federal o Gran Buenos Aires (adonde corresponde la encuesta), en cualquier punto de venta a lo largo del mes pasado.

El kilogramo del tomate redondo a 2,68 pesos o el litro de leche fresca entera en sachet a 1,59 son otros ejemplos difíciles de corroborar en el mercado. “Es como si hubiera un criterio asimétrico en la medición”, señaló un ex funcionario del Indec a este diario, pidiendo reserva de su identidad. “Cuando los precios suben, parecería que se toman valores promedio entre distintos lugares de venta para atenuar el impacto, pero en los que dan una baja, existe la impresión de que se tomó sólo el precio más barato que se encontró: no es que esos valores no existan, simplemente no son representativos”, interpretó.

En tomate redondo, por ejemplo, los valores que fueron apuntando las organizaciones de consumidores a lo largo del mes, y que son compartidas por representantes del comercio, oscilaron entre 2,50 y 6 pesos por kilogramo. La leche fresca en góndolas de frío en los supermercados presenta variaciones de 1,59 a 2,05 pesos, según calidad y marca, correspondiendo el primer valor exclusivamente a algunas marcas propias de cadenas de supermercados, que sólo se encuentran en sus propios establecimientos de venta. Esto es, como señalaba el ex funcionario, los precios que toma el Indec corresponden al escalón más bajo en cada caso, que “existen pero no son representativos”.

Fuera del rubro alimentos, las mayores variaciones se observaron en educación, con una suba del 2,2 por ciento, y en indumentaria, con una caída del 3,2 por ciento. Los ajustes en las cuotas de colegios privados, acordadas con el Gobierno a través de la Secretaría de Comercio Interior, tuvieron un impacto parcial en el índice de ese rubro, que acumula 7,9 por ciento desde principios de año (la suba más elevada entre los rubros componentes del IPC). La baja en indumentaria, por la fuerte incidencia que tiene en el presupuesto familiar que toma el Indec, tuvo el efecto de una reducción de dos décimas en el índice general (es decir, que de no haber variado el rubro indumentaria, el IPC hubiera aumentado 0,7 por ciento en vez de 0,5). Por el contrario, el “aporte” a la medición de las subas en alimentos y bebidas y educación fueron, sumadas, de 0,24 punto. Es decir, que su impacto prácticamente se neutralizó con la baja de indumentaria.

Con el antecedente de las denuncias formuladas por el personal del Indec contra las autoridades del organismo por supuesta manipulación, la variación mostrada en julio no hace más que alimentar las sospechas. Aníbal Fernández, ministro del Interior, cruzó ayer al fiscal federal Carlos Stornelli por su dictamen acerca de presuntas irregularidades en la elaboración del índice de precios al consumidor. “Puede ser un muy buen fiscal, pero de esto no conoce nada; lo que se hace con esto es manosear el índice aún más, es ponerlo a los ojos de la sociedad como que es algo gravoso, pecaminoso, turbio.”

Los señalados por el fiscal Stornelli como responsables son el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, y la directora de Indice de Precios al Consumidor, Beatriz Paglieri, a quien los representantes gremiales del personal del Indec le asignan el rol de “virtual interventora”. A instancias de Moreno, Paglieri llegó a ese cargo en enero. Desde entonces, dos directores del Indec renunciaron (Lelio Mármora y Alejandro Barrios) y una ministra dejó el cargo (Felisa Miceli). Con el personal en pie de guerra, se siguen sumando denuncias. Formalmente, el Indec no está intervenido, pero su situación actual clama por una pronta normalización.

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Los trabajadores y la denuncia. Aníbal Fernández respondió a las denuncias de manipulación.
 
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