ESPECTáCULOS
De las Bandana a los Mambrú
El grupo de varones que acaba de formar el programa “Popstars” intentará igualar el mejor negocio del espectáculo en el 2002.
Por Julián Gorodischer
El jurado pide al grupo pop: “Piensen en dar batalla”. Los cinco elegidos, frente a la pizarra, ensayan nombres de guerra: “lanza”, “granada”, o el más inmotivado “bruma”, hasta que fijan el Mambrú que los define. La estrella pop piensa en la canción infantil como emblema de guerra y sale a “cambiar el mundo”, que en realidad es batir un nuevo record de recitales en el Gran Rex, o aproximarse al de las Bandana. La estrella pop no es un rocker ni un baladista: el profe de Aerobics (Tripa) defiende el “estar en forma”; el cantante profesional (Jerónimo) aporta su trabajo “en distintas comedias musicales”. Ya seleccionados, después del amague que les extendió la agonía hasta el último minuto, ellos parten a la Meca, el Gran Rex concebido por “Popstars” como emblema de la experiencia religiosa. En el día más feliz, peregrinan con un lema novedoso que reemplaza al “Yo tengo un sueño” del inicio. “Gracias”, dicen ahora todo el tiempo, salvados justo a tiempo en el país quebrado.
Emanuel, “último popstar de Argentina”, según anuncia emocionado el locutor, corre al encuentro de los elegidos: Milton, Pablo, Jerónimo y Tripa. Curiosidades del reality: al carilindo que tiene a su cargo el movimiento de groupies, profe de aerobics elegido para el aullido de la platea, lo apodan “Tripa”. Y el Tripa, hiperkinético, no para de moverse y de pegar saltitos, anticipando su perfil movedizo de “hormiguitas en el culo” (como lo llamó hace tiempo un compañero). Como contraparte, Milton y Pablo, dupla desde la cola para el casting, aportan el factor moderno, un cuidadoso look para la ocasión, agravado tras la selección, que les para el jopo o la cresta a la moda y les atribuye algo de pasado Rockabilly como para que esto no se convierta en un Backstreet Boys cualquiera. Jerónimo, en Mambrú, es el galán joven listo para sostener el tono hasta más no poder, como en las comedias de Pepito Cibrián, mientras el apasionado vibra consustanciado con la letra de “Será tu amor, mi amor...”. El quinto flamante ídolo argentino, Emanuel, aporta corrección política a la saga “Popstars”: negro, rasta y admirador de su padre jamaiquino, cosmopolita y colorido en una fábrica de grupos pop que también concibió una colombiana para las Bandana, y ahora sube la apuesta.
La estrella pop, a la argentina, es familiera, porque “sin ellos no lo hubiera conseguido”. Papá, mamá, amistad y experiencia religiosa, fórmula del triunfo, y el relato de la proeza se narra como en un video de viaje de egresados, con música para emocionar y popurrí de imágenes de casting, numeritos individuales y muchos abrazos para festejar una inclusión o despedir a un excluido. Ellos anticipan el éxito en sus testimonios a cámara, cuando van en limusina, como corresponde a su nuevo estatuto estelar: “Lo voy a entender cuando vea Mambrú en la marquesina”, dice Tripa, conocedor del ciclo que se viene: recital (el 1º de noviembre debutan en el Gran Rex), primer disco (sale la semana que viene), segundo disco, y una gira por Sudamérica para desaparecer por un rato justo cuando se anuncia un nuevo “Popstars” (ahora falta el mixto). El pensamiento de una estrella pop es un mix de búsqueda de alto alcance promocional, algo de populismo del tipo “mi país, el mejor de todos”, pero, por sobre todas las cosas, reserva un lugar para el componente paranormal.
El discurso místico de los Mabrú no dará tregua: se anticipan como fundamentalistas cuando dicen, entrando al teatro: “Se me llena todo el cuerpo de energía”. Después, aseguran que “es posible alcanzar lo que se ama”. La experiencia religiosa comienza en el minuto de la revelación, e incluye una leve convulsión, pedido de “un minuto para estar conmigo mismo, a solas”, y después la exaltación, el salto y el comienzo del largo viaje hasta el Gran Rex. En el clímax, a punto de develar el grupo en su totalidad, el verdugo se toma su licencia y llama a los dos últimos que quedan (Darío y Emanuel) para el fallo conjunto, para que haya más intriga y emoción cuando uno entre y el otro no. Esa exclusión fue el plato fuerte de “Popstars” desde el inicio: Magalí (hada buena del jurado) llora, Darío se paraliza, el jurado aplaude y promete más y más oportunidades al perdedor en esta fértil tierra de prosperidad llamada Argentina.