ESPECTáCULOS › FRANCISCO JAVIER Y LA OBRA DE PHILIPPE MINYANA
La eterna conexión francesa
El director teatral, que presenta hoy cuatro piezas del autor francés, es un divulgador de esa cultura, que le permite analizar desde otra perspectiva la creación teatral en la Argentina.
Por Hilda Cabrera
“Hace cincuenta años yo estaba, como ahora, en la sala de la Alianza Francesa, tratando de divulgar la obra de un autor francés. No sé si eso es bueno o malo, pero me lleva a preguntarme por el tiempo, por las cosas que he hecho.” El protagonista de esta experiencia circular es el director teatral Francisco Javier, quien presenta hoy a las 20, en el Auditorio de la Alianza (Av. Córdoba 946), cuatro producciones de un mismo autor, Philippe Minyana, nacido en Besançon en 1946. Se trata del libro La casa de los muertos, obra para actores y marionetas editada por Eudeba, que Javier tradujo; un film de Jacques Renard sobre la puesta francesa de Inventaires, y la escenificación de fragmentos de otras dos obras de Minyana: Andrés (con Gabriel Conlazo y dirección de Javier) y Dramas breves 2 (con Guillermo Arengo, Blas Arrese Igor, Paula Ituriza y Gonzalo Martínez, y puesta de Daniel Veronese).
En entrevista con Página/12, Javier considera a Minyana un dramaturgo tan “extraño” para esta época, como lo fue en su tiempo aquel otro que memora: el rumano francés Eugène Ionesco (1912-1994). Entonces, la obra que el director pretendía introducir era La cantante calva, estrenada dos años antes en Francia. Profesor de la materia Análisis y crítica del hecho teatral, en la Facultad de Filosofía de la UBA, tiene a su cargo el Instituto de Artes del Espectáculo, donde se realizan investigaciones de teatro, cine y danza. Del área de cine se ocupa Miguel Angel Cannone y de danza, Javier junto a Marcelo Moyano. “Estas carreras de arte nos dan oxígeno, sobre todo en este momento en que nos cuesta tanto vislumbrar una salida. Con este trabajo, uno puede darse el lujo de mostrar otras sensibilidades y situaciones”, apunta, entusiasmado con un material que -dice— “se parece al magma de un volcán, siempre en movimiento y transformándose”.
El texto de La casa de los muertos abre con un extracto de la novela Las palmeras salvajes, de William Faulkner, un dato que quizá sirva de guía para captar este rompecabezas, donde si es que existe una línea argumental, ésta sólo puede armarse atendiendo a las acciones de personajes que se comportan de modo alucinatorio. Por su lado, el traductor intuye que quizá la relación con Las palmeras... se encuentre en “el estrecho contacto de los personajes con una naturaleza que está siempre modificándose y que los modifica”.
–En una anterior visita a Buenos Aires, Minyana se refirió a otra obra suya, Volcán, como a una excepción, debido a la falta de puntuación. Sin embargo, en La casa... utiliza un método semejante...
–Para mí no hay una obra igual a otra: todo lo que hace son excepciones. Pero lo más conocido de él, en materia de teatro, son las obras basadas en reportajes (como Habitaciones, de 1986, sobre entrevistas a obreros de las fábricas de Peugeot, y Sala de fiestas, de 1995, a ex combatientes y viudas de guerra) y en noticias policiales. Le gusta coleccionar este tipo de desgracias y trasladar a sus obras los lenguajes originales, las maneras de expresar a veces un mismo hecho. Minyana dice que el teatro existe por el texto, lo que no significa que sus personajes sean individuos completos. Al contrario: son esquemas de personajes, y surgen del texto, pero a pantallazos, o como algo que borbotea.
–En La casa..., esos personajes parecen sonámbulos, fantasmas o gente escapando...
–Sí, se parecen a fantasmas, y una de las consecuencias de ese tratamiento es permitir que se diluyan categorías tan importantes en el teatro tradicional como son las del tiempo y el espacio. En esta obra, por ejemplo, se da el lujo de preguntarse si, realmente, el tiempo pasa.
–¿Cómo es hoy este contacto suyo con los autores franceses?
–Sigo conectado desde siempre, y no solamente con autores. También con teóricos, y en intercambios universitarios. En Francia pude ver el cambioque se estaba produciendo en el teatro en los últimos veinte años. Esta vuelta al texto después de una década, los ‘80, de gran esplendor de la imagen. Pero no hay que confundir este regreso con un rescate de las formas de los años ‘60 y ‘70. Minyana, creo, tiene la particularidad de expresar con fuerza ese regreso combinando experiencias que en la literatura y en la vida se presentan juntas, aun siendo distintas. En esta entrevista, por ejemplo, yo estoy hablando de este autor y de su obra, pero al mismo tiempo me viene a la memoria la ayuda que recibí de la investigadora Françoise Thanas en la traducción de La casa..., porque esta es una obra difícil de trasladar. También recuerdo qué tiempo hacía en París la última vez que estuve allí. Entonces llovía y había huelga de recolectores de basura. Ese fluir del presente y de la memoria, esa mezcla de tiempos y sensaciones, es lo que logra recuperar Minyana.
–Algo que puede resultar caótico...
–¿Y por qué no poner en escena el caos inicial? Otro francés, Antonin Artaud, decía que una de las tareas del teatro era intentar un ordenamiento del caos.
–¿De qué trata el video Inventaires?
–Este es un film que Jacques Renard hizo para la TV francesa sobre una representación de la obra que dirigió Robert Cantarella. Muestra a tres mujeres que cuentan sus vidas. Todo ocurre en un supermercado de lujo. Ellas se hallan sobre una plataforma, como si formaran parte de un certamen. Un presentador dirige el programa: cada tanto las interrumpe y les pide que hablen rápido. Cada una lleva un objeto, que se relaciona con sus obsesiones: una palangana, un vestido de los años ‘30, una lámpara de pie. Es una manera de decir que todos vamos cargando con alguna manía, como yo con las obras de teatro.
–¿Y qué opina del teatro que se está haciendo hoy aquí?
–No sé en provincias, porque no estoy viajando, aunque hace poco estuve en Viedma, en la inauguración de un centro cultural, pero en Buenos Aires todos estamos convencidos de la necesidad de hacer teatro, y ahí ponemos nuestras energías. Con la actriz Alicia Bellán y otras diez personas comenzamos a ensayar La vieja dama indigna sin preguntarnos por la salida económica, y con Marta Bianchi, Catalina Speroni y Pachi Armas ya tenemos decidido hacer La prisionera, del mexicano Emilio Carballino. El español Miguel de Unamuno escribió que el trabajo rehace al hombre, y es cierto, a mí me estructura la vida. No me quejo: este año hice la traducción y adaptación de El misántropo, de Molière, para el Teatro San Martín, y ahora Eudeba publica esta traducción, a la que tan generosamente contribuyó Françoise Thanas, a quien le debemos la divulgación en Francia de la obra de muchos de nuestros mejores autores y autoras. Y me queda otra cosa más por hacer: llevar al teatro Inventario, y con grandes actrices como Lucrecia Capello y Elsa Berenguer.