ESPECTáCULOS

La diversión de jugar a hacer una película de “mini espías” a la Bond

El director Robert Rodríguez se luce en “Mini Espías 2” al comando de una superproducción destinada a atraer por igual a chicos y grandes.

 Por Martín Pérez

Alguien anuncia la llegada del presidente de Estados Unidos a un parque de diversiones. No se trata del comienzo de la (nueva) guerra contra Irak, sino del prólogo del nuevo film de Robert Rodríguez. Por eso el presidente no llegará nunca al parque –dirigido por un increíble Bill Paxton–, y sí una niñita rubia, junto a un grupo de fisicoculturistas de traje y gafas negras. Enojada porque su padre no puede acompañarla ni siquiera al parque de diversiones, la niña se ha robado un arma que podría acabar con el mundo. Para devolverla, pide que su padre venga a visitarla. Y se trepa a un peligrosísimo juego, tan inestable que ningún gorila puede alcanzarla. Es entonces cuando alguien pregunta: “¿Es que no tenemos agentes más pequeños?”. La respuesta es la aparición de los decididos Carmen y Juni, anunciando que ésta es la segunda parte de un show titulado Mini espías.
Dirigida, escrita, filmada, editada, producida e incluso musicalizada por Robert Rodríguez, está claro que Mini espías es algo así como una labor de amor. Cuando el año pasado le preguntaron de dónde había salido semejante film, el realizador dijo que su intención fue hacer una película que pudiese disfrutar junto a sus tres hijos. Si una década atrás Rodríguez se hizo conocido en Hollywood por realizar El Mariachi con apenas siete mil dólares, ahora es el hombre de los 40 millones. Ese es el presupuesto que obtuvo para filmar esta secuela de su sorpresivo éxito del 2001, y está claro que lo utilizó para llenar Mini espías 2 de monstruos, inventos y efectos especiales retro. Es posible que sus intenciones le hayan quitado algo de frescura, pero no se puede menos que admirar la ambición creativa de un director que respeta a sus hijos —y, por ende, también a los de los demás— tanto como a sí mismo.
Tal como corresponde en una segunda parte, serán dos parejas de Mini espías las que lucharán por el prestigio y el éxito de lo que ahora es una organización. Por un lado están los encantadores Carmen y Juni, algo más creciditos pero siempre latinos. Enfrente tendrán a los hermanitos Matthew y Emili, mucho más eficientes, cancheros y anglosajones. Ambas parejas lucharán por las mejores misiones, y la mejor es una que los llevará a la isla de los sueños perdidos del título original. Una isla donde encontrarán la versión original de aquel arma que la hija del presidente robó en el prólogo. También encontrarán a un científico loco y un desfile de monstruos y esqueletos, homenajes de Rodríguez a sus ídolos del bajo presupuesto.
Si los Mini espías originales tienen sus contrincantes en esta segunda parte, lo mismo le sucederá a los grandes, interpretados otra vez por Antonio Banderas y Carla Giugno. Aunque en realidad el más amenazado por la nueva aparición familiar será el personaje de Banderas, ya que deberá ir al rescate de sus hijos acompañado por sus suegros (Holland Taylor y nada menos que Ricardo Montalbán, el latino original de los films deacción). Todo homenaje y guiño, lo mejor de esta secuela es que también está llena de inventos más excitantes que los ofrecidos en la última década de films de James Bond. Mini espías 2 apunta a convertirse en el mejor film para chicos de la temporada. Es posible que, de tan llena que está de todos los caprichos del autor, por momentos la historia se haga episódica y no fluya como debería. Pero eso no invalida sus méritos. Uno de los inventos presentados en el film es un reloj tan lleno de otras opciones que no tiene lugar para dar la hora. Esta Mini espías también está repleta de ocurrencias, pero nunca se olvida de entretener, divertir y contar historias. De dar la hora.

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Carmen y Juni, más crecidos que en la primera parte, pero efectivos.
 
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