[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

“En la música popular argentina, existe una generación de músicos borrada del mapa. Son tipos que construyeron nuestra canción y que lo siguen haciendo por las suyas, aunque se les niegue el reconocimiento que a esta altura merecen.” El mendocino Jorge Marziali, autor de los hoy clásicos “Cebollita y huevo” y “Los obreros de Morón”, y el joven intérprete platense Carlos Mancinelli se sienten parte de este conflicto. “A los productores privados no les interesan, porque no dan plata inmediata. Al Estado tampoco, porque perdió su capacidad de olfatear lo que pasa, y hoy está más preocupado por montar shows que junten mucha gente que después vote”, acusa Marziali. Para comenzar a saldar esa brecha, con acciones pequeñas pero concretas, Marziali y Mancinelli montaron en La Plata el sello Acuario, que brinda un espacio de grabación profesional a nuevos intérpretes. Pero además, se pusieron al frente de una productora (Acuario Producciones), con la idea de programar a aquellos músicos argentinos reconocidos por el público y por colegas músicos y poetas, aunque la situación descripta los mantenga al margen de los grandes escenarios.
La primera de estas iniciativas es Jueves en-cantados, un ciclo que reúne a nombres como Oscar Alem, Domingo Cura, Juan Falú y Horacio Fontova, y que comienza este jueves a las 20 con la actuación de Omar Moreno Palacios, en el auditorio Astor Piazzolla del Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín). El cantautor y guitarrero de Chascomús, cultor de la milonga sureña y creador de “Provincia de Buenos Aires” y “Nadie me dijo nada”, entre otros temas que reflejan el paisaje y la gente de la pampa, podía verse hasta hace poco en el ciclo “Almacén de campo”, que emitía ATC los domingos al mediodía, en una divertida interpretación de un paisano testarudo y malhumorado. Pero no son tan frecuentes sus actuaciones fuera de las peñas del interior del país, y ésta será una oportunidad para escuchar los temas que integran su nuevo disco, Surero en todas partes.
El ciclo continuará todos los jueves hasta el mes de agosto –”o hasta que la gente y los artistas quieran”, según advierten los organizadores–. La grilla del mes de mayo se completa el jueves 22 con el trío de Quique Pesoa en textos, guitarra y canto, Beto Solas en bombo y canto y Roberto Segret en cello y canto; y el jueves 29 con Carlos Mancinelli, quien presentará su CD Huellas del alma. Allí ofrece una personal interpretación de clásicos como “Sólo se trata de vivir”, de Litto Nebbia, “Oleo de una mujer con sombrero”, de Silvio Rodríguez, y temas de autores como José Ceña, Omar Maderna o Chico Buarque. Para junio están programados Laura Albarracín, Fontova, y nuevamente Pesoa, Solas y Segret. En julio se presentarán Jorge Marziali, Oscar Alem junto a Domingo Cura, Guillermo Zarba y Julio Lacarra. En agosto estarán Juan Falú, Lilian Saba, el trío Acuña-Mielgo-Condomí, el pampeano Alberto Suárez y la puntana Marita Londra, entre otros. “Faltan muchos nombres, y esperamos poder seguir sumando. Lo importante es demostrar que los que estuvimos trabajando todos estos años, construyendo la canción, queremos seguir haciéndolo”, aclara Marziali.
–Las producciones independientes no suelen reunirse, a pesar de tener dificultades en común...
J. M.: –Es que a los argentinos nos cuesta juntarnos. Además, nosotros somos músicos, podemos tocar o cantar, pero no sabemos mucho de manejar una sala o hacer afiches para shows. Aún así, yo elijo relegar mi tarea para producir este ciclo, porque creo que es necesario. Si nadie lo hace, lo hago yo.
C. M.: –Para los artistas el espacio de encuentro con el público es necesario e irreemplazable, no tiene nada que ver con lo que pasa en un ensayo o en un estudio. Por eso para mí hacer esto es parte de mi trabajo.
–¿Y por qué hablan de una generación borrada? Hoy hay muchos artistas populares que tienen trabajo y prestigio...
J. M.: –Pero si hoy un pibe mira para atrás para buscar su identidad ve al Cuchi Leguizamón, a Atahualpa Yupanqui. Eso está muy bien, pero no está bien que no vea a los que vinieron después, que no conozca a Raúl Carnota, a Peteco Carabajal, a los que están vivos. La nuestra es una cultura necrofílica. No es casual: las dictaduras fueron muy efectivas con su poder de destrucción. Ahora tenemos que empezar a cambiarla.