ESPECTáCULOS › KEVIN COSTNER EN LAS ENTREVISTAS DEL ACTOR’S STUDIO
“EE. UU. es un país egoísta”
En el especial de Film&Arts, el actor relata sus comienzos como asistente, su pasión por el western y lo que significó “Danza con lobos”.
Por Emanuel Respighi
“No existe la condición del linaje para ser exitoso”, apunta el actor Kevin Costner en la entrevista que James Lipton le hizo para el programa “Desde el Actor’s studio”. El desarrollo de su carrera en el complicado mundo de Hollywood es el mayor sostén de la conclusión: hijo de un empleado fabril, sin ningún artista en su familia y luego de haber estudiado marketing y finanzas, Costner logró construirse un privilegiado lugar en la industria del cine a fuerza de una cara bonita y mucha paciencia. A tal punto que su primer trabajo en el medio fue en una labor periférica. “Pese a que tenía un título universitario, no me molestaba trabajar como encargado de escenario. Ganaba 3,5 dólares por hora pero estaba feliz porque era donde quería estar. No me importaba sacar la basura si ese era el sacrificio. Aunque ingresar en la industria implicaba estar cerca de la basura, eso era lo que quería”, confiesa el actor, productor y director en la entrevista que Film&Arts emite el próximo domingo a las 18. “Si me reducen, en última instancia yo soy una abeja laboriosa”, admite.
A diferencia de otras estrellas, la vida actoral de Costner no comenzó en su niñez. Tampoco en su adolescencia. Fue recién en el último año de la universidad cuando se despertó su veta artística. “Estaba buscando en el diario de la facultad cualquier trabajo que no estuviera relacionado con lo que había estudiado. Allí vi un anuncio de la obra Rumpelstilskin, que me llamó la atención. No sabía de qué se trataba, no recordaba cuentos de niños. Pero me dije: `tiene que haber un príncipe’. Fui y obviamente no me aceptaron”, reconoce el actor de Sin salida, Danza con lobos, JFK, 13 días, El mensajero y Robin Hood, entre otras películas.
Amante desde muy chico de los westerns, su primer gran papel en el cine lo obtuvo justamente en un film del género, Silverado. Pero el sueño de hacer de un cowboy duro se le derrumbó apenas se dio cuenta de que el papel que debía interpretar no era el de un cowboy tradicional. “Había crecido haciendo canoas, pensando que vivía en el Oeste”, dice. “Sabía cómo actuar de cowboy, con esa mirada perdida que tienen. Estaba listo para el papel de Scott Glenn. Sabía cómo moverme, cómo mirar, qué decir y cómo decirlo. Pero cuando leí el guión me di cuenta de que mi personaje trepaba por las paredes como si fuera un mono. Me desilusioné, no era nada cool. Pensé: `sé hacer el otro papel y justo me toca éste’”.
Su actuación en Silverado le sirvió para que tiempo después el cineasta Brian de Palama lo convocase para interpretar a Eliot Ness en Los intocables. “A De Palma lo volví loco durante todo el rodaje”, confiesa. “Como eran armas viejas, yo cargaba el cartucho cada seis balas. Brian me preguntaba a cada rato por qué lo hacía. El tema era que yo les había prometido a mi hermano y a unos amigos que cargaría el arma cada seis disparos. Encima, después le planteé que para mí había que hacer el film sin disparos. Me quería matar.”
Consagrado y con una prominente cuenta bancaria, Costner se animó a producir y dirigir su primera película, Danza con lobos. El film, que obtuvo en 1991 siete premios Oscar –entre ellos el de mejor película y director–, no habría podido gestarse sin un incidente entre Costner y Michael Blacke, quien sería el guionista de la película épica. “En aquel entonces Blacke estaba pasando un mal momento económico y yo lo acerqué a gente para que lo ayudara. Pero algunas personas me dijeron que Michael los había ofendido. Entonces me violenté, lo agarré del cuello, lo puse contra la pared y le dije que terminara con su forma de ser y que si era un buen escritor que escribiera una buena historia y se dejara de embromar. Entonces él se puso a escribir una historia que luego sería el guión de Danza con lobos.” Sobre el final de la entrevista, Costner reconoce que hacer ese film lo conectó con sus raíces. “Los dos grandes pecados de nuestro país son la esclavitud y mover a los indios de su lugar para nuestro desarrollo. Me conmueven estas cosas, porque si bien creo en nuestro país, también me doy cuenta de que somos muy crueles. Es un paísmuy egoísta”, analiza con cierto tono crítico contra el way of life estadounidense.