ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A DANTE SPINETTA, A PUNTO DE PRESENTAR EN VIVO “ELEVADO”, SU PRIMER DISCO SOLISTA
“La música siempre tiene el poder de hacer bien”
Los tiempos de Illya Kuryaki quedaron atrás, aunque diga que considera “familia” a Emmanuel Horvilleur, su ex socio. De la familia y de la música, la religión, los grupos prefabricados y los verdaderos enemigos, entre muchas otras cosas, habla el hijo de Luis Alberto Spinetta.
Por Eduardo Fabregat
Difícil encontrar otra manera de definirlo: Dante Spinetta es un joven veterano. Integrante de una familia de artistas (abuelo cantor de tangos, padre-prócer del rock argentino, hermanos músicos, etcétera), comenzó a grabar profesionalmente en 1990 con Illya Kuryaki & The Valderramas, y desde entonces viene creciendo ostensiblemente, derivando de los balbuceos del rap al ejercicio de géneros negros (funk, hip hop, rhythm’n’blues, soul) que le valieron críticas de “colonizado”, con resultados que certificaron su estatura de músico bien informado pero ante todo talentoso. 2003 trajo su debut como solista con Elevado, que honra esos géneros por todo lo alto, y que presentará el próximo viernes a las 23 (puntual) en el Teatro ND Ateneo. Pero la charla con Spinetta excede los márgenes de un CD, y así terminará derivando a temas que van de su paternidad a los popstars, pasando por el final de IKV, la religión, María Gabriela Epumer y, tema inevitable, la influencia de su padre.
–Cuando Illya Kuryaki ya estaba terminando, ¿qué disco imaginaba que iba a hacer y qué disco terminó siendo?
–Fui descubriendo mis posibilidades. El concepto era el mismo, pero primero hice un disco entero en inglés: tengo ocho temas guardados. Me fui preparando vocalmente de otra manera. Cuando arranco, me gusta grabar un tema y terminarlo, para que me dé manija. “El Guatemalo” fue el primero y me dio manija, y empecé a laburar con otros timbres de voces, a experimentar.
–¿Por qué salió primero en México?
–A mí me llamaron de México cuando se enteraron que estaba grabando. Nadie de acá me llamó, y a mí me gusta trabajar con gente que tenga interés. Me financié el disco hasta que apareció Pelo Aprile y financió él hasta que firmamos con la compañía. Fue todo bastante rápido, pero el disco tardó como un año en salir después de terminado.
–¿Y hoy cómo lo siente?
–Hacer este disco me ayudó a crecer, creo que subí un par de escalones a nivel musical, cantante, artista. Y de ahí mi sensación es que tengo que ir para arriba. Con los Kuryaki también pasaba, cada disco era más pro, y no me refiero a tener muchos chiches en la mezcla. Elevado lo trabajé muy artesanalmente... me peleé mucho con el ingeniero de mezcla. Hacer un disco es una oportunidad y no me la tomo a la joda, pongo huevos para hacer lo mejor, con amor y respeto por la música.
–“Lush cash & tears” y “Escaped” condensan bien dos referencias para nada extrañas en su historial: Prince y Stevie Wonder.
–Prince es lo máximo, el músico que se autoabastece y pela distintas personalidades vocales.
–La era Sign’o’the times, con “Camille” y “Spooky Electric”.
–Sign’o’the times o Lovesexy son Biblias del futuro. Hay mucha música ahí. Yo me crié con esa música. Algunos dicen que yo quiero “ser negro” y no, soy Dante y soy así, me crié con esa música y no le veo la connotación racial. ¿Porque soy latino tengo que hacer cumbia o fol-
klore? Se pueden mezclar las cosas.
–No es la primera vez que choca con ese prejuicio.
–El problema va a ser cuando me quiera hacer el coreano y me ponga una cadena de supermercados satánicos. La cultura de uno es algo muy personal, porque ahora hay mucha más información y cada casa es un ghetto. Mi vecino quizás es ramonero, y yo nunca escuché a Los Ramones, más allá de canciones en fiestas y eso.
–Y el vecino seguro que tampoco estuvo en el CBGB.
–Todo es aplicable, todos crecimos con el Chapulín Colorado y con Balá. Pasa por lo que a uno realmente le llega. La música que admiro es la que me conmueve, y hay temas de cumbia que me caben porque me hacen bailar y listo. No me interesan los prejuicios de las banderitas, me importa la onda con la gente y la música. Desde que soy chico siento esa música más que otra, hoy capaz escucho un disco de rock y... me gusta Audioslave pero porque son muy asesinos tocando y tienen esa cosa funkera de Rage Against the Machine. Coldplay me parece bueno pero no me llega. Mis discos son siempre esa movida, y no soy negro, y me pintó ésa. Al disco le fue bien con la prensa. Algunos dijeron que lo sentían colonizado, que se me metió el inglés en el balero, pero me parecen boludeces. Lo de cantar en inglés o no es un debate viejo.
–El disco sale en un momento extraño. Por un lado el revival del rock argentino y, por otro, estrellas prefabricadas de TV que remiten a viejos tiempos: antes era “Voltops” y “Tip Top”, ahora es “Popstars”, “Operación triunfo”. ¿El rock vuelve a tener un “enemigo” identificable?
–Puede ser, pero no es un enemigo digno. Las cosas están muy marcadas, y en las radios domina la TV. Pero son cosas pasajeras, y no me gusta hablar mal, porque muchos son pibes que tienen su oportunidad y pasan a tener una vida mejor. No me parece que haya que tener más enemigos, y en todo caso el enemigo es otro, son los que nos cagan. Yo trato de no ser prejuicioso porque el prejuicio a mí también me toca, a uno lo joden cuando es distinto. No me significa nada más que prender la tele y cambiar al cable para hallar algo más deforme.
–Catalizó la experiencia: los Kuryaki criticaban a Jazzy Mel...
–Son pibes que tienen su oportunidad de hacer algo. Hay miles de artistas que llegan de otra manera y supuestamente son del palo rockero, y musicalmente me parecen tan nulos como cualquier popstar inventado. Lo que manda es la música. Hay alternativas para escuchar algo distinto.
–Hoy más que nunca, que Internet ofrece muchas opciones de las que los sellos no están enterados.
–A veces parece que el público se dejara invadir demasiado, pero por otro lado no hay que subestimar que la gente escucha un montón de cosas. Pero estoy ajeno a esa realidad, estoy en el carril de los pibes que quieren hacer música por lo espiritual, porque lo hacemos bien, porque nos hace bien y le hace bien al que escucha. ¿Por qué hacés funk, por qué cantás en inglés? Bueno, yo soy así, es mi mundo y nadie me lo va a sacar.
–Es una pregunta ociosa, a un rockero no se le pregunta por qué hace lo mismo que hacían los Stones.
–Yo tuve una infancia distinta, rodeado de músicos y músicas, y desde los 15 años que viajo, enterándome de cosas y aprendiendo de diversas culturas. Cuando te gusta algo tenés que aprender, no podés quedarte diciendo “este es mi palo, de acá no me muevo”. Yo trato de fluir con lo que me pasa en la vida y dejar que esa energía sea real. Nada de lo que hay en Elevado es falso.
–En los últimos años ocurrieron varias cosas: la muerte de José Luis (Miceli, manager de la banda), la separación de IKV, la paternidad... ¿Cuánto de eso influye en Elevado?
–Fueron cosas que me hicieron cambiar la dirección, la muerte de José, estar solo después de una relación larga. Empecé a meterme en otro lado de mi mundo y revisar cosas, la concepción de la vida, lo delicado que es todo. Lo que pasó con María Gabriela... te das cuenta qué injustas son las cosas. Es tremendo, me puso muy mal, y no la conocía tanto pero sé que era buena mina, y 39 años... esas injusticias hacen que quiera vivir y disfrutar al máximo, cuando hago un tema poner toda la energía como si fuera el último. No por miedo a morir, sino por respetar lo que tenemos hoy acá. Yo me casé por iglesia, y a ese tema le veo el lado espiritual, lo que es Dios para mí y no la mano “iglesia, moral, familia argentina y milicos”. Es otro mambo espiritual, una celebración, algo tribal, cultural.
–Lo de consagrar lo cotidiano y la celebración, además, es más del judaísmo que de la Iglesia Católica.
–Adapto la religión a mi forma de vida. Me tocan la puerta evangelistas que baten unas cosas que no puedo creer. Le dicen a la juventud que es pecado garchar antes de estar casado, ¿en qué mundo vivís, flaco? Esos extremistas son los que cuando ven algo diferente lo atacan, como hicieron con los indígenas, los negros. Por eso tomé el casamiento como algo espiritual, de festejo con la familia y vivir hoy. ¿Qué más hay que lo que verdaderamente tenemos, el amor, la familia, nuestra gente? En lo que se aplica a la música me hizo bien. Cuando pienso en Dios no veo al tipo de barba, pienso en la vida, que ya es algo súper mágico.
–Los ejes del disco parecen ser la espiritualidad y la fe, pero también el amor y sexo. Nunca se inclinó a lo político o el retrato social, pero acá parece haber una decisión de evitarlo. ¿Es así?
–Nunca voy a nombrar a esos políticos mufas. Son palabras maldecidas. El disco queda, y queda ese nombre para siempre. Cuando hablo de la realidad hablo desde otro lugar. El entorno te hace cambiar, no podés abrir la puerta, te vas deshumanizando, te enrejás ante la sociedad que te rodea. Vemos la guerra en tele y se nos mezcla “Popstars” con “Freedom war”. Y la gente se está cagando de hambre en el lugar donde vivimos. Lo único que puedo hacer es música, y traté de poner algo positivo, que no deprima, que no diga lo mismo que dice el diario. La música tiene el poder de hacer bien. Elevado es eso: a mí la música me eleva, y no es “me vuelo, me voy a la mierda”, es elevar un poco los pies de la realidad.
–¿Cómo fue crear sin la red de contención de IKV, sin el intercambio con Emmanuel Horvilleur?
–Lo que quería era un poco “descontenerme”, librarme de un concepto. No lo digo mal, porque estoy orgulloso de los Kuryaki y con Emma somos familia. Todas nuestras anécdotas nos hacen felices. Pero hay momentos en que uno tiene que tomar desafíos, y yo estaba listo. No pasó de un día para otro, había cosas que las hablamos con José. Yo me metí en el estudio y en una semana tenía casi todo grabado. Era algo que necesitaba, no explorarme a medias sino ser 100% yo. Con Emma nos juntamos y somos una catarata de deformar, y por ahí nos quedamos en esa también, y los dos queríamos hablar de otras cosas. Lo que escuché de él me encanta, me parece un crecimiento como artista.
–¿Entre ustedes nunca hubo choque de egos?
–Hubo una competencia sana, nos inspiramos cada uno en el otro para ser mejores. Empezamos siendo amigos y terminamos siendo amigos. Yo trato de tocar lo que tengo ganas sin pensar en lo que hice antes, no me importa si algo se parece a Kuryaki, todo es parte de mí.
–¿Formar una familia lo hace sentir más responsable sobre su vida?
–Yo siempre me cuidé mucho, porque quiero hacer muchas cosas en la vida, tengo muchos objetivos, y el tiempo me presiona.
–Quizá tiene que ver con la categoría de “joven veterano”.
–Hice muchas cosas, pero tengo muchas por hacer. El paso del tiempo al pedo es lo peor que me puede pasar. Pero tener familia es fuerte porque no estoy más solo. Tengo toda la data para compartir con alguien, ver cómo aprende las cosas. Y mi mujer es ultramusical, está todo el tiempo bailando. Tiene swing, cuando la conocí y la vi bailar fue todo. Y Brando de Dios... la música ayuda a crecer un montón a nivel cerebral, lo veo también en sus primitos. Cierto, en el futuro los van a bombardear con la mierda de siempre, pero uno le da otra opción. Si no hay alguien que te abra esas puertas, vas a la disquería y te comprás lo que suena en todos lados. Lo raro es la gente que no escucha música. Volviendo a la familia, yo crecí con un montón de mundos mezclados, pero nunca me faltó el amor para sobreponerme a problemas y cosas de las que ni hablo. Pero me parece fundamental el amor en todo, y cuando hacés música ponerle lo mejor, y cuando hacés una mesa ponerle lo mejor, tratar de hacer las cosas que realmente te importan con amor, y si tenés un laburo que no te gusta también, y tratar de tener una brecha para que el bocho se libere.
–La otra es el resentimiento.
–Yo me subo a un taxi y el que maneja es abogado y estudió y se rompió el orto y no tiene laburo, pero no se rinde. Eso es el entorno que te va cambiando, te puede frustrar o te puede hacer feliz, pero uno tiene que ser consciente del poder para modificar el propio camino. Las decisiones ylos caminos se abren cuando uno quiere que se abran. Viene de la fuerza de adentro y de crear... se nota que estoy yendo al psicólogo, ¿no?
–Teniendo en cuenta a Spinetta padre, otro joven veterano con una carrera larga y saludable, ¿qué cosas le sirven de ejemplo profesional?
–Una de las mayores influencias de mi viejo es el respeto por la música, y nunca traicionar esa relación de uno con la música. Ese link es sagrado. Si se lo bastardea es como putear a tu vieja. Ser distinto es también una influencia, abrirme mi propio camino, que es una influencia que también tengo de Prince y esa gente. Sé vos.
–Sin necesidad de matar a los mayores, sí diferenciarse.
–Si hubiese sido rockero hubiese sido más fácil, y sé hacer rock si quisiera. Tampoco tuve elección. Nunca se tiene, es la música que te mueve. La gente por ahí cree que mi papá escucha Pink Floyd todo el día y no, escucha música negra. En sus armonías hay cosas del rhythm’n’blues, con su propia armonía, porque inventó un estilo de acordes que a mí me pone la piel de gallina. Objetivamente, mi viejo es un artista muy grosso.
–¿Con qué banda va a tocar en el Ateneo?
–El Pingüino Verdirame en guitarra, Francisco Fattoruso en bajo, Marcelo Baraj en batería, Carlitos Salas en congas, Rafael Arcaute en teclados. Voy a abrir un poco el disco, tocar algo más que los temas “arriba”, es un show muy variado.
–¿Y si le piden temas de Kuryaki?
–Toco temas de Pedro y Pablo.