ESPECTáCULOS › COMO ES “EL RETORNO DEL REY”, LA TERCERA Y ULTIMA PARTE DE “EL SEÑOR DE LOS ANILLOS”

Una cita a ciegas en la Grieta del Destino

Faltan tres meses para la avant première en Nueva Zelanda, pero los fans de la saga de Tolkien ya arden de impaciencia. El final introduce cambios con respecto al libro, pero se vislumbra como otra obra maestra de Peter Jackson, que aún está editando. Cuidado: aquí se revelan varios secretos.

 Por Eduardo Fabregat

“Esta es la película de la cual quiero estar más orgulloso y estoy trabajando duro para conseguirlo. Cuando la gente vea las tres partes, quiero que El retorno del rey sea la que despierte la experiencia más emocional. Que sea la razón real por la que hice las dos anteriores.” El responsable del párrafo es Peter Jackson, el neocelandés loco que se atrevió a una de las tareas más imponentes que el mundo del cine, tan amigo del exceso, se haya propuesto alguna vez: llevar a la pantalla El señor de los anillos, la monolítica saga escrita por ese otro loco, pero británico, llamado John Ronald Reuel Tolkien. La comunidad del anillo y Las dos torres, estrenadas en diciembre de 2001 y 2002, dieron suficientes pruebas de hasta qué punto Jackson y el equipo de producción reunido para la tarea de realizar las tres partes de la saga en poco más de un año se comprometieron con el desafío. Pasándole el trapo a toda creación comparable en cuanto a género e intenciones (léase Star Wars, Star Trek o Matrix), los films de Jackson resuelven con sabiduría la pasión por narrar y las limitaciones que impone la adaptación al cine de una compleja obra literaria, el arsenal de efectos especiales y la construcción de personajes a través de un acertado casting, la dosificación de líneas románticas, de guerra, políticas, fantásticas y hasta humorísticas en un todo homogéneo, creíble, espectacular y, por sobre todo, terriblemente adictivo. Desde el (abierto) final de Las dos torres, millones de personas están esperando reanudar la aventura, con el atractivo extra de estar ante las puertas del gran epílogo. Puede decirse que no falta casi nada: el próximo 1º de diciembre, en la avant première de Wellington (Nueva Zelanda), El retorno del rey iluminará por primera vez la pantalla, previamente a su estreno mundial el 17. Y todo hace pensar que estará a la altura de las expectativas.
Primero, una aclaración necesaria: aquellos argentinos que tienen marcado en rojo el 1º de enero de 2004 (día del estreno local), pero prefieren llegar absolutamente vírgenes de conocimiento a la pantalla –lo cual parece poco probable, dado que el auténtico fan sabe bien cómo termina The lord of the rings–, deben saber que estas páginas contienen ciertas informaciones que suelen calificarse como sopa fría. Todos los integrantes de la producción, desde Jackson hasta el último pinche de utilería, han honrado el acuerdo de mantener en secreto lo más posible. Pero desde hace meses Internet arde con spoilers reales o inventados, que van de la descripción de una escena tal como aparece en el trailer incluido en el DVD de The Two Towers a francas sátiras que señalan que “Sauron es interpretado por Ozzy Osbourne, que dice fuck en cada frase y aparece acompañado por su esposa Shauron”, o que a último momento Peter Jackson decidió incluir un personaje inexistente en el libro: Jar-Jaromir, medio hermano de Boromir y Faramir, ataviado con la vestimenta de los hombres pero con la cabeza de... Jar Jar Binks, el insoportable personaje digital del Episodio I de George Lucas.
Una cosa es absolutamente cierta, chequeada y confirmada: El retorno del rey introduce modificaciones de peso con respecto al original. Los lectores de Tolkien saben que el tercer libro se divide entre la batalla de los Campos de Pelennor y la que tiene lugar frente a la Puerta Negra de Mordor, intercaladas con el penoso viaje de Frodo Baggins, Sam Gamyi y Gollum hacia la Grieta del Destino. Destruido el Anillo y derrotadas las huestes de Sauron, Tolkien se concentra en el regreso de cada personaje a su tierra y sobre todo en “El saneamiento de la Comarca”, la tarea que Frodo, Sam, Pippin y Merry deben afrontar al volver a su lugar de origen y descubrir que las malas artes de Saruman hicieron su trabajo. Jackson prefirió no diluir el gran clímax de la caída de Sauron con otro menos potente, y así El retorno del rey pasará de la destrucción de Mordor acasamientos (Eowyn y Faramir, Aragorn y Arwen) y coronaciones (la del mismo Aragorn), y luego a la triste despedida de los Portadores del Anillo en los Puertos Grises, con sólo alguna referencia –si es que queda en la edición final– a los eventos de la Comarca. Ello implica, también, cambios en el destino de un personaje central como Saruman (Christopher Lee): en el libro, el mago muere en la misma Comarca –junto a Lengua de Serpiente–, pero en el film encontrará una horrenda muerte (digna de la pasión de Jackson por el tono gore expresado en su film Mal gusto) tras una pelea final con Gandalf el Blanco (Ian McKellen) en la torre de Isengard.
Quizá la licencia despierte furias entre los ultratolkienistas, pero también es cierto que la reconstrucción de la Comarca opera casi como una coda, un alivio narrativo tras tantas tensiones. Y no sólo le quitaría algo de ímpetu a lo que se propuso Jackson, sino que además le restaría un metraje que el director considera valiosísimo. Las primeras dos partes cruzaron la frontera de las tres horas y sus “versiones extendidas” agregan entre media hora y cuarenta minutos más. Según informes fidedignos, Jackson aún está trabajando en una versión que alcanza la friolera de 4 horas 20 minutos, editando y recortando para acercarse a la que ya es su duración “estándar” de tres horas “y algo”. Eso significa, además, que incluso las escenas que en algún momento se dieron por seguras pueden quedar fuera de la edición final... para retornar cuando llegue el momento de los VHS y DVD extendidos.
“La película tiene un tipo de acción triunfante, de tamaño bíblico”, adelanta Jackson. “Pero también tiene una tristeza increíble. Lloré en varias partes. Frodo y Sam están increíbles, muestran una gran valentía.”
Elijah Wood, que en el tercer film exhibe los devastadores efectos del Anillo Unico, mostrándolo cada vez más quebrado, complementa ese efecto de melancolía: “En última instancia el bien triunfa, eso lo sabe cualquiera que haya leído el libro. Pero la belleza de Tolkien y el modo en que lo escribió radica en que, sí, el bien triunfa sobre el mal, pero a un gran costo. Eso es lo notable de El retorno del rey. Nuestros héroes ganaron, pero también pierden gran parte de sí mismos, y deberán llevar esas cicatrices por el resto de su vida.” Dominic Monaghan (Merry), por su parte, toma la posta y apunta a aquello que hacía de Las dos torres un film difícil de seguir para quien no conociera a fondo la historia: “El tercer film unifica y cierra todas las historias y en eso también hay cierta tristeza. La Comunidad tiene que hacer grandes sacrificios para salvar a la Tierra Media y así se ve a todas estas personas afrontando las consecuencias de sus actos”. Viggo Mortensen, el actor estadounidense/danés/argentino que encarna a Aragorn (y que vendría a la Argentina para presentar el film), dice a su vez que “es cierto que el film tiene efectos especiales de última generación, pero las relaciones personales van a quedar por mucho más tiempo que cualquier efecto”.
Más allá de la melancolía final y la despedida en los puertos grises (la voz de Galadriel, lo primero que se escucha en La comunidad del anillo, será también la última voz de la trilogía), El retorno del rey abunda en aquello que sedujo a millones de espectadores. Wood y Monaghan coinciden en señalarla como “una película de guerra como nunca se ha visto”, y las comparaciones minimizan a Salvando al soldado Ryan, pero también incluso a Las dos torres. Según Alan Lee, ilustrador original de los libros de Tolkien y participante del diseño de escenarios, la batalla de los Campos de Pelennor, frente a Minas Tirith, hará parecer a la del Abismo de Helm “un picnic de hobbits”. La confrontación incluye 200 mil orcos generados por computadora (en el Abismo eran 10 mil), trolls, las barcas de los corsarios de Dumbar y una aparición especial de Grond, el gigantesco ariete con cabeza de lobo que los siervos de Sauron utilizan para tirar abajo las puertas de la Ciudad de los Reyes. El recuento incluye también un aterrador pasaje en los Senderos de los Muertos, los guerreros condenados a los cuales Aragorn convoca para romper el asedio y llegar a Minas Tirith.
Lejos de esas batallas, Frodo, Sam (Sean Astin) y Gollum se las verán con otra de las “estrellas” de Tolkien, una bestia de 5 metros de altura llamada Ella-Laraña (en el original Shelob) que juega un papel central en el camino de los hobbits hacia la Grieta. Aunque en ese sentido el que se lleva un buen protagónico es Gollum –en esta tercera parte tiene incluso su propio afiche–, quien fue encarnado en la filmación por Andy Serkis y luego recreado por computadora, pero que en El retorno... dejaría entrever por un mínimo instante su lejano pasado hobbit. Gollum, criatura inquietante y lastimosa a la vez, será quien, en la Grieta del Destino (cuidado: sopa fría otra vez), le arrebate el Anillo a un Frodo transfigurado, súbitamente ganado por la maldad y renuente a cumplir su misión de destruirlo.
Menos la edición definitiva, aún pendiente de los desvelos de Jackson, todo está preparado para darle entrada al grand finale. Incluso las presunciones que dicen que, esta vez sí, El señor de los anillos tendrá motivos para brindar en la próxima noche de los Oscar. Las dos torres consiguió algo que no sucedía desde 1974, cuando El Padrino II fue la primera secuela de una película nominada a Mejor film que obtenía la misma nominación. Las primeras dos partes de El señor... llegaron a 19 nominaciones y se llevaron seis Oscars, pero en New Line Cinema hay varios ejecutivos que se atreven a predecir que ahora sí Jackson se llevará los premios mayores. Richard Taylor, colaborador del director en la empresa de efectos y maquillaje Weta Workshop, acota que “Peter no es un tipo que ande por ahí dando apretones de manos entre sonrisas, y quizás eso contribuyó a que lo ignoraran en la categoría de dirección. No es una persona que se haga campaña. Pero sería maravilloso que reconocieran que es un director superior. Nadie en la producción tiene dudas de que estas películas tienen una gran longevidad, que podrán seguir viéndose de aquí a 60 años”.
Por lo pronto, una verdadera multitud a nivel planetario está esperando que pasen no años, sino apenas tres meses. Y la espera se está haciendo tan pesada como el Anillo de Poder.

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