ESPECTáCULOS › EL FESTIVAL DE TORONTO INCLUYE CINCO PELICULAS ARGENTINAS
Una puerta de entrada a Hollywood
La muestra, que no tiene competencia oficial, se presenta como un “mapa” de todo lo bueno que se está haciendo en el cine del mundo, y como gran trampolín hacia el mercado estadounidense.
Por Luciano Monteagudo
Página/12
en Canada
Desde Toronto
Septiembre es un mes particularmente cargado en el calendario de festivales de cine. El Festival de Films du Monde en Montreal, la Mostra de Venecia, el Festival de San Sebastián en España, se suceden uno al otro sin solución de continuidad. En medio de todos ellos, el Toronto International Film Festival ha logrado no solamente abrirse un espacio propio en estas mismas fechas –”pisándose” incluso con el final de Venecia– sino también imponerse con fuerza propia como una cita ineludible en la agenda del cine internacional.
Desde hace tiempo es un hecho que Toronto se convirtió –a pesar de no contar con una competencia oficial– en una de las muestras más importantes, a la altura de Cannes, Berlín y Venecia. Pero en esta nueva edición, la número 28, que comenzó el jueves y se extenderá hasta el próximo sábado, Toronto se propuso reunir un caudal de films y de nombres famosos fuera de lo común: son 339 películas seleccionadas, provenientes de 55 países a lo largo y ancho del mundo (ver recuadro). Como todo gran festival, que para ser recorrido necesita de una hoja de ruta, Toronto también organizó su material en distintas secciones. La que más llama la atención es, sin dudas, la denominada “Masters”, así, a secas, y en la que se puede encontrar una suerte de “dream team” del mejor cine actual. Aquí están, en primera línea, los últimos films de reconocidos maestros, como los portugueses Manoel de Oliveira (con Un filme falado, con John Malkovich, Catherine Deneuve, Irene Papas y Stefania Sandrelli) y el recientemente fallecido Joao Cesar Monteiro, que dejó de testamento Vai e vem, otro ejemplo de su espíritu libre y licencioso. Como para demostrar su potencia cinematográfica, Japón tiene en esta misma sección los últimos trabajos del gran Takeshi Kitano (Zatoichi, sobre la leyenda de un samurai... ciego) y del joven Kiyoshi Kurosawa (Bright Future), que fue un descubrimiento de Toronto en 1999 y de quien se pudo ver una primera retrospectiva en la Sala Lugones de Buenos Aires tres años atrás. Y la sección “Maestros” no sería tal si no contara también con los últimos films del austríaco Michael Haneke (Le Temps du loup) y de los estadounidenses Gus Van Sant (con Elephant, Palma de Oro en el último Festival de Cannes), John Sayles (con Casa de Babys) y Robert Altman (con The Company).
La sección más nutrida, como todos los años, es “Contemporary World Cinema”, un panorama exhaustivo, región por región, de todo lo que se está haciendo de bueno en el cine del mundo. De Europa llegan los franceses Jacques Rivette (con L’Histoire de Marie et Julien), Jacques Doillon (Raja), y Noemí Lvovsky, que en el Bafici 2000 se llevó el premio a la mejor dirección, por La vida no me da miedo y que ahora en Toronto presenta Les Sentiments, que viene de ser aplaudida apenas unos días atrás en la Mostra de Venecia. Los llamados “independientes” norteamericanos tienen a la cabeza las novedades de Jim Jarmusch (Coffee and Cigarettes), Sofia Coppola (Lost in Translation) y del impertinente documentalista Erroll Morris, que presenta el estreno mundial de The Fog of War, sobre las intrigas de la Casa Blanca en relación con su política militar. Toronto tiene también lugar para lo último del danés Lars Von Trier (Dogville), del mexicano Alejandro González Iñárritu (que trae su primera película rodada en inglés, 21 grams, luego de su consagración con Amores perros) y del canadiense Guy Maddin, sin duda la voz más valiosa de su país después de David Cronenberg y que estrena aquí The Saddest Music in the World, protagonizada por Isabella Rossellini.
El mapa asiático que viene trazando este año Toronto tiene no sólo una parada obligatoria en Japón, que además de Kitano y Kurosawa suma la presencia de la excepcional Naomi Kawase con Shara, del último Takashi Miike con Gozu y del recién llegado Takashi Shimizu con The Grudge, estosdos últimos en la sección bizarra “Midnight Mandes”, apropiadamente a la hora de las brujas. Taiwan tiene al ineludible Tsai Ming Liang, con Goodbye Dragon Inn, donde el director de The Hole les rinde homenaje a los viejos cines de barrio. Hong Kong se hace notar con PTU, del experto en cine de acción Johnnie To, conocido ya por los cinéfilos de Buenos Aires, a través de una retro del Festival de Cine Independiente. Corea del sur propone algunos de sus mejores directores, como Im Sang-soo y Kim Ki-duk. El cine iraní pone en vidriera a otros dos cineastas consagrados: Samira Majmalbaf presenta A las cinco de la tarde, rodada en Afganistán, y Jafar Panahi trae Crimson Gold, con guión de Abbas Kiarostami.
América latina tiene este año una fuerte representación brasileña, con un apartado especial con siete títulos, entre ellos el notable documental Onibus 174 y la nueva ficción de Héctor Babenco, Carandirú, que está batiendo records de público en Río y San Pablo. Pero repartido en distintas secciones, el cine argentino también se hace notar con fuerza: Kamchatka, de Marcelo Piñeyro, ya hace tiempo que tuvo su estreno en Buenos Aires, pero Toronto presentará además todo un seleccionado de films aún inéditos en nuestros país, que incluye a Valentín, de Alejandro Agresti, Los guantes mágicos, de Martín Rejtman, y Los rubios de Albertina Carri, y Ana y los otros, de Celina Murga, que se llevaron un rosario de premios en el último BAFICI, pero esperan seguir la cosecha en el exterior antes de lanzarse a la aventura de su estreno local. Las cinco, sin embargo, tienen un objetivo común: aprovechar al máximo la oportunidad que les ofrece Toronto, que funciona a la manera de un gran trampolín hacia el mercado estadounidense en particular y el angloparlante en general. Como dice Piers Handling, el director de la muestra desde 1994: “Es la puerta de entrada a 250 millones de espectadores”. Y no es cuestión de desperdiciarla.