ESPECTáCULOS

La muerte como motor ideal para los mecanismos de improvisación

Pompeyo Audivert explica los mecanismos de trabajo detrás de “Lomorto”, un notable espectáculo realizado junto a su grupo El Cuervo, y que se repone en el marco del Festival, en la sala del mismo nombre y con entrada libre.

 Por Hilda Cabrera

Entre las obras que se habían despedido de la cartelera y el Festival recuperó en funciones gratuitas se encuentra Lomorto, armado en base a improvisaciones, cuya particularidad es que no se desarrollan sobre un tema “preestablecido”, como puntualiza el actor Pompeyo Audivert, codirector de este trabajo junto a Andrés Mangone. El título parece desmentirlo: “Lo llamamos así porque todas las improvisaciones terminan rozando la muerte, o se desarrollan teniéndola como telón de fondo”, aclara este artista que hoy a las 19 presentará este trabajo en la sala El Cuervo, que fundó y cuyo nombre tomó el grupo en alusión al poema de Edgar Allan Poe. La acción se desarrolla en la planta superior del teatro-taller ubicado en Santiago del Estero 433 y surge de una creación colectiva. Se aleja, como dice Audivert, de “los métodos de improvisación en sentido tradicional dramático”. Se relaciona con un tratamiento singular del tiempo y espacio, permitiendo que en éste se sucedan dos y hasta tres situaciones que, según el actor, “connotan lo fantasmal”.
Esa tentación por las imágenes surgidas en planos diferentes de lo real, semejantes en algún punto a “hacer presente el recuerdo”, es frecuente en los trabajos del grupo. Un ejemplo fue Carne patria, donde se buceaba en episodios de la historia, en un ambiente devastado y rural. “Es como poner a los vivos y a los muertos en un plano”, apunta el actor. El trabajo “se relaciona con técnicas que promueven esas convivencias y remiten a la muerte sin explicitarla: mostramos un cabaret en la selva misionera y un tren que lleva una carga extraña, por ejemplo, y vamos trenzando situaciones”, ejemplifica. Una característica de estas improvisaciones es tocar en algún aspecto la historia nacional: “Ahí se produce el chisporroteo, y aparece un cabaret-hospital donde se juegan situaciones amorosas y se procesan cuestiones históricas”. El espectáculo incluye otra escenificación a la que el grupo denominó La alfombra. Sobre ella se desarrollan las acciones, “cerrándose sobre sí”. En opinión de Audivert resultan más extrañas y rozan lo metafísico, lo histórico casi no aparece.
Aunque se lo vea en TV y en cine, este artista cuida su pertenencia al teatro. En estos años realizó interesantes y controvertidas dramaturgias, como Hamlet y el Otro y La fuerza de la costumbre, del austríaco Thomas Bernhard, donde también actuó. Entre las producciones propias concretadas junto a su grupo, y en ocasiones con artistas invitados, figuran las experimentales Museo soporte, El piquete (del 2000) y Cancharrayada (2001). La próxima será Máquinas formales. El derrumbe, una inquietante propuesta de El Cuervo, que tiene otra pieza de diferente enfoque: Unidad básica, que lleva a modo de subtítulo la aclaración de “sainete elemental” y se puede ver los domingos a las 20, conducida por Audivert y Mangone.
Respecto de este espectáculo (que se presenta fuera del FIBA), el actor señala que no fue construido sobre improvisaciones maquínicas. “Es un mecanismo menos esquemático, pero con recurrencias.” Esta obra fue, en un principio, una propuesta de los intérpretes y se completó con un trabajo de investigación sobre cuestiones vinculadas con el peronismo posterior a la caída de Perón en 1955: “La historia transcurre en un no lugar y en un tiempo extraño. Ocurre en el subsuelo de la patria, en el comité más austral, al que llegan dos compañeros en moto con la noticia de que voltearon a Perón. Esto desencadena una serie de hechos patéticos”. Se elude el subrayado político, puesto que la intención es “partir de sucesos potentes, incandescentes, casi míticos”, dice el actor, aun cuando las improvisaciones guardan un sustrato ideológico y responden al fervor del grupo: “Estamos prácticamente internados en el teatro, pero nuestro trabajo no tiene sufrimiento. Algunos descubrimientos estabilizan el procedimiento elegido. Es el momento en que nos preguntamos cómo seguir. Estos planteos van generando nuevos procedimientos artísticos y técnicos, y es este trabajo el que se convierte en obra”. Esa experiencia en el terreno de la improvisación fue trasladada por Audivert al formato televisivo en “El bar del infierno”, de Alejandro Dolina, en Canal 7. Allí tuvo a su cargo la puesta en escena, e introdujo a intérpretes de su compañía: “Descubrimos que podíamos hacer cada programa de un tirón”, cuenta. “Las cámaras nos seguían hasta terminar el capítulo. Esto en TV es una novedad, que se logró por la capacidad de los técnicos y del director de ‘El bar...’”. El actor espera el estreno del film La puta y la ballena, de Luis Puenzo, donde actúa junto a Miguel Angel Solá, Leonardo Sbaraglia y Belén Blanco, y ensaya, como director, La señora Macbeth, pieza de Griselda Gambaro, con Cristina Banegas, que se verá en octubre en el C.C. de la Cooperación. “Cristina es una actriz impresionante, con infinidad de registros. Es como para un músico tener a su disposición un Stradivarius.”

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“Lo llamamos ‘Lomorto’ porque todas las improvisaciones terminan rozando la muerte”, explica Audivert.
 
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