PIRULO DE TAPA

IMAGINABLE

Hace una semana el primer ministro italiano Silvio Berlusconi dijo que Mussolini fue un “dictador benigno” que “no mató a nadie”. El escándalo desatado es fácilmente imaginable. Y también las disculpas que balbuceó. “Sufro remordimientos por el dolor que he causado”, dijo en un encuentro con la comunidad judía. Bajo las leyes discriminatorias dictadas por Mussolini en 1938, miles de judíos italianos fueron enviados a la muerte en los campos de concentración alemanes. El vocero de la comunidad tuvo la sensatez de responder que “Berlusconi debería expresar sus remordimientos no solo a la comunidad judía sino a todos los italianos que sufrieron la persecución del régimen fascista”. Lo que no resultó imaginable fueron las excusas que esgrimió el premier en su descargo: “Los dos periodistas se aprovecharon de mí. La conversación fue después de un largo día de trabajo, cuando íbamos por la segunda botella de champagne”. En otras palabras, que lo habían emborrachado. Ambos aludidos coincidieron en la respuesta. “Nunca tomamos una gota de alcohol, sólo té de limón helado.” Pero Berlusconi tiene quien lo defienda: el próximo martes recibirá un reconocimiento de la Liga Antidifamación, una de las principales organizaciones judías de los Estados Unidos. “Se disculpó –explicaron–, así que no hay problema.”