ESPECTáCULOS
“Esta música es como un guiso de varios sabores”
El tecladista argentino Didi Gutman y la cantante italoalemana Sabina Sciubba hablan de Brazilian Girls, el combo multirrítmico radicado en Nueva York. El cuarteto actúa hoy en el Soul Café.
Por Roque Casciero
“La música siempre te lleva por diferentes caminos, sobre todo si te la tomás como una aventura”, señala Didi Gutman, tecladista argentino que tocó con David Lebón, Luis Salinas y Luis Alberto Spinetta antes de mudarse a Estados Unidos. Allí estudió, se dedicó a la producción y más tarde fue director musical de la banda de Bebel Gilberto, hija del legendario Joao y responsable en buena medida del nuevo auge de la música brasileña en el mundo. En la aventura de la música, la última parada de Gutman es Brazilian Girls, un cuarteto que cruza estilos como la electrónica, el trip hop, el lounge y el tango, y que completan la cantante italoalemana Sabina Sciubba, el bajista Jesse Murphy y el baterista Aaron Johnston. De visita en Buenos Aires, la vocalista y el tecladista aprovecharán su show de esta noche (a las 22.30, en el Soul Café, Báez 246) para adelantar algunas canciones del álbum debut de la banda, que saldrá el año próximo.
“La banda de Lebón fue mi escuela: tocaba con él y de ahí me iba al colegio”, recuerda Gutman. Después de formar parte de los grupos de apoyo de varios solistas, armó Fiesta Americana junto a un amigo de la infancia, el guitarrista Silvio Furmanski (hoy músico de Vicentico y hasta hace poco de Bandana). Pero en el camino del tecladista apareció una beca en la Berklee School of Music y se mudó al norte: “No duré mucho porque no la pasaba bien. Fue un shock llegar a Boston, una ciudad muy conservadora. Aprendí un montón en Berklee, pero la tendencia de la escuela es la de formar músicos profesionales y yo ya me había hecho profesional antes”. Radicado en Nueva York, Gutman se dedicó a producir bandas, sobre todo del rock mexicano, como La Lupita y Azul Violeta.
Durante dos años, el tecladista fue parte de la banda de Roy Ayers, un prócer de la música negra, y luego se convirtió en el director musical del grupo de Bebel Gilberto. “A ella la conozco desde hace muchos años y fue un poco sorprendente lo que pasó con su disco”, dice Gutman. “Fue un boom internacional, hicimos giras por todos lados. Tiene sentido, porque es la hija de Joao y porque el álbum tiene elementos electrónicos y medio lounge, lo que hizo que a la gente le entrara con facilidad”. Aunque ya no toca en la banda de Gilberto, en el próximo cd de la cantante hay varios temas coproducidos y coescritos por Gutman. También hay un track suyo en la compilación Bajofondo Tango Club.
En Nueva York, el tecladista se enamoró de Sabina Sciubba, que venía de cantar en varios proyectos y de hacer música para películas. Por ejemplo, se encargó de la banda sonora del documental The party’s over, protagonizado por Philip Seymour Hoffman (Happiness, Boogie Nights), estrenado hace poco en Estados Unidos. Brazilian Girls se formó en Nu Blu, un bar del East Side neoyorquino donde las zapadas son moneda corriente. En el grupo todo era un tanto informal, hasta que un amigo les ofreció grabar en el estudio de Philip Glass. El cuarteto publicó un EP llamado It’s huge y espera tener listo su disco debut para abril. ¿Y por qué Brazilian Girls si en la banda sólo hay una chica y no es precisamente brasileña? No, no fue para subirse al auge de Bebel Gilberto: “En realidad es una broma”, explica Sciubba. “Tuvimos otros nombres, pero eran muy serios y muy comunes. Empezamos a hacer chistes sobre cuál sería el nombre más atractivo. Dijimos ‘cerveza gratuita’, ‘regalamos dinero’, ‘chicas brasileñas’. Y terminamos con Brazilian Girls porque era el más poético. Además, nuestra música no tiene mucho que ver con la brasileña.”
Sciubba canta en inglés, pero también en alemán, francés y español. “Es como desglobalizar un poco el monopolio de la lengua inglesa en la música”, afirma Gutman. La variedad también está en los ritmos y los estilos. “Cada uno de nosotros escucha y ha tocado música muy diferente”, explica el tecladista. “Hay coherencia en nuestra música. El guiso tiene un sabor, aunque los ingredientes sean varios: tango, cumbia, dub, dancehall, drum’n’bass, house... Todos venimos de haber tocado músicas enlas que se improvisa.” Su compañera completa: “Ahora hay programas que permiten utilizar la computadora como un instrumento, en el sentido de dejar espontaneidad en la estructura. Si ponés la compu y todos tienen que seguirla, ¿para qué tocar en vivo?”.