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La costa de la Patagonia esconde un misterio: submarinos nazis hundidos al final de la Segunda Guerra Mundial. Buscarlos consiste en encontrar un bulto importante de arena bajo la plataforma submarina, y rogar que debajo se encuentren los colosos con sus secretos. Un equipo de Cuatro Cabezas está en esa tarea, filmando un documental, todavía sin nombre, sobre la última operación secreta del Tercer Reich a bordo del buque rompehielos “Ice Lady Patagónico”. El buque ha navegado por Caleta de Los Loros en el golfo de San Antonio, a 100 km de Las Grutas. Durante varios días, unas 15 personas recorrieron 30 kilómetros cuadrados por una plataforma de entre 7 y 14 metros de profundidad. Y siguen buscando esa aguja de oro.
“Hemos encontrado historias olvidadas”, explica Ricardo Pichetto, director de contenidos de Cuatro Cabezas. Han hecho unas 60 entrevistas a testigos directos, varias fojas de material de archivo inédito y hallaron en Alemania a los viejos tripulantes de los submarinos alemanes, que ahora tienen unos 80 años. “La expedición nos da material como para un documental por sí solo, pero la investigación periodística da para mucho más. Además, no está cerrada”, dice Pichetto. El trabajo estará terminado para marzo, cumpliendo así más de un año de producción. Subida al barco, la producción grabó escenas con cámaras submarinas, cámaras digitales y un equipo fílmico que hizo también tomas aéreas. Contaron con el apoyo de la Asociación Científica Austral y el barco de los Hermanos May, equipado con cámaras robots, programas de filmación en profundidad y tripulado por algunos personajes de las cuatro expediciones anteriores.
El objetivo de sus realizadores es “investigar la llegada de submarinos nazis a las costas del Atlántico Sur en 1945”. La investigación está basada en el libro Ultramar Sur de Juan Salinas y Carlos Di Nápoli, donde los autores relatan la última operación secreta planeada por el Tercer Reich: la fuga de más de 50 jerarcas nazis a bordo de un convoy de submarinos hacia la Argentina. Sólo dos submarinos se entregaron, pero distintos investigadores opinan que la flota podría ser de una docena. El 10 de julio de 1945, el submarino U-530 se dio a conocer en las costas de Mar del Plata. Un mes más tarde el U-977 también se entregó. Al menos dos submarinos fueron abandonados y hundidos cerca de la costa, donde aún permanecen. “El hundimiento forzado de los submarinos alemanes era una forma de no entregarlos como trofeos de guerra”, cuenta Pichetto.
Después de reconocimientos por avión, tierra y mar, la producción encontró al tripulante alemán que hacía señas desde el interior del submarino y al hombre que desde el otro lado recibía las señales. Muestra documentos del Departamento de Estado de EE.UU. que confirma el cruce de submarinos hacia el sur del Ecuador. “Y tenemos el reloj de un tripulante del barco, un trofeo de guerra”, dice Darío Henderson Díaz, productor ejecutivo del documental.
Henderson Díaz también quiere saber por qué vinieron estos submarinos a la Argentina, cuántos llegaron, quiénes desembarcaron, y por qué la tripulación del U-530 fue agasajada por la Marina nacional, a pesar de la declaración de guerra de la Argentina a Alemania. Y también se plantean si Hitler podría haber sido uno de ellos. Uno de los entrevistados es el piloto de un avión aerocomercial que vio desde el aire a los submarinos, contrastados con testimonios de gente que los vio desde la costa. “Empezamos a buscar en 3 o 4 puntos en la boca del golfo San Matías, atando cabos de las distintas declaraciones tomadas”, cuenta Pichetto. Existen también archivos en video de los aparatos entrando a Mar del Plata y elementos originales de los submarinos hundidos.
“Pensamos que su llegada al país fue parte de un pacto de posguerra”, dicen los encargados del operativo del barco, que se subió a la investigación motivado por el libro. El trabajo tiene potencial interés en países europeos, en Estados Unidos y en Brasil, ya que los realizadores han encontrado una historia de un posible hundimiento de un crucero, donde murieron 336 personas probablemente por el encuentro con un submarino.