ESPECTáCULOS
Peter Ustinov, un caballero de las artes y las letras británicas
Con su muerte, a los 82 años, desaparece una de las figuras más versátiles del cine y la escena. Era hombre de una refinada cultura.
Peter Ustinov solía decir que le resultaba difícil sentirse plenamente británico, tal era la diversidad cultural que lo atravesaba: sus raíces eran rusas, pero hablaba con fluidez español, francés, alemán e italiano, y tenía amplios conocimientos del griego y el turco. Ayudó a expandir, gracias a su arte, un mundo que se cerraba por enfrentamientos bélicos y/o ideológicos, y puede asegurarse que su figura corpulenta borroneó las fronteras y las nacionalidades. Sin embargo, lo que transmitía era profundamente british, acaso por el prolongado influjo del Westminster School, donde se educó. Había nacido en la capital inglesa dos meses después de que su madre llegara de San Petersburgo para unirse a su esposo. Su muerte ocurrió el domingo pasado en Suiza, donde vivía desde 1972. Tenía 82 años y fue doblegado finalmente por un ataque al corazón.
No se equivocan quienes sostienen que sir Ustinov fue un hombre del Renacimiento trasplantado a los tiempos modernos. Sus vocaciones artísticas, múltiples, eran una proyección de su carácter: fue actor, director, narrador, productor, cómico, escritor, guionista, dramaturgo y embajador de buena voluntad de la ONU. No en todas descolló, pero su condición de artista integral hizo de Ustinov una de las figuras británicas más destacadas del siglo XX. Dos premios Oscar, en 1961 y 1965, por sus actuaciones en Espartaco y Tokapi, dieron parcial testimonio de la brillantez de su trayectoria. Su biógrafo John Miller apuntó que su carrera fue “extraordinariamente variada. Tuvo vidas profesionales suficientes para otros seis hombres”. Y lo definió como “una de las personas más graciosas que jamás he conocido”. En estos últimos años, sorprendía a todos con su espíritu joven, que se expresaba a través de su capacidad para la mímica y su extraordinaria memoria.
Se formó en el London Theatre Studio, donde se destacó rápidamente como actor y escritor, hasta el punto que escribió su primera obra de teatro (House of Regrets) a los 18 años. Pasó por el ejército sin particular éxito, como lo demuestra un informe militar que afirmaba: “Por ninguna razón, este hombre tiene que estar a cargo de otras personas”. Durante la II Guerra Mundial, el actor pasó la mayor parte del tiempo en la Unidad de Cine del ejército, lo que le dio tiempo para escribir más obras de teatro y aparecer en tres películas. Después del conflicto bélico, Ustinov se dedicó plenamente al cine, como productor, escritor, director o actor. En todos los rubros tenía algo para aportar. Se lució en la caracterización de personajes históricos; en la versión de Hollywood de Quo Vadis, por ejemplo, interpretó a Nerón. Tras su éxito en Espartaco y en Tokapi, Ustinov utilizó su talento para la mímica al representar en 1978 al detective belga Hercules Poirot, de la escritora Agatha Christie, en una serie de películas, entre ellas Muerte en el Nilo. Al margen del cine, Ustinov tenía inclinación por el teatro, como lo prueba su obra The Love of Four Coronels, que fue puesta en escena por primera vez en 1951 antes de disfrutar del éxito en EE.UU. Además, Ustinov fue un hombre sensible que dedicó buena parte de su tiempo al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), de la que fue embajador de buena voluntad, además de colaborar en proyectos de alfabetización del Fondo de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
El actor, casado tres veces –Isolde Denham, Suzanne Cloutier y Helene du Lau Allemans– y con cuatro hijos, escribió libros de viaje y novelas, según él cuando se aburría en los descansos de los rodajes. Una de sus series famosas para la BBC fue La Rusia de Peter Ustinov, en la que hizo un recorrido por el país de sus raíces. Nombrado caballero en 1990, el actor –que residía en Suiza desde 1957– tenía una picardía natural que lo convirtió en una figura bienvenida en programas de entretenimiento y como presentador en cenas importantes de alcance internacional. Su capacidad para recordar anécdotas y contar incidentes sorprendía a sus amigos, ya que nunca ponía sus recuerdos sobre papel. “Trabajo entrenando la memoria a través de un complicado sistema numérico y de letras que es un secreto”, dijo en una oportunidad. “Lo hago por si me llegan a poner enprisión por error, que parece más y más probable estos días. Tengo que tener algo en qué ocupar mi mente porque supongo que en la cárcel en la que me pondrían no se permitiría el papel”, afirmó. Un crítico acertó cuando dijo de Ustinov: “Nada de lo que él crea es tan divertido como él mismo”. En los últimos años su salud fue frágil, confinado en ocasiones a una silla de ruedas a causa de la diabetes y dolencias del corazón. Entre las muchas frases brillantes que dejó para el recuerdo, se recuerda especialmente la de su epitafio: “No pisen la hierba”.