ESPECTáCULOS › KIYOSHI KUROSAWA, LA NUEVA AVANZADA DE ORIENTE
“No me gusta guiar al espectador”
El director japonés porta un apellido más que célebre, pero no lo une ningún parentesco con Akira. De cualquier manera, se trata de un artista a seguir muy de cerca, por la irresistible personalidad de sus películas y su saludable tendencia a provocar más interrogantes que respuestas en el público.
Por Horacio Bernades
Para algunos es un reencuentro. Para otros, un descubrimiento. El cine de Kiyoshi Kurosawa, desde hace un lustro uno de los más preciados en festivales internacionales, se presentó por primera vez en Argentina en agosto de 2000. La sala Lugones había organizado una minirretrospectiva de su obra que comprendía ocho películas, filmadas por este prolífico realizador japonés entre 1996 y 1999. Ahora, el Festival de Cine Independiente retoma el hilo que lleva a este otro Kurosawa (que no tiene parentesco con su venerable tocayo, Akira) justo en el punto en que aquel ciclo la había dejado. La retrospectiva hace foco sobre las últimas cinco realizaciones de quien está considerado uno de los cineastas más personales de la actualidad. Y les agrega, a modo de yapa para fans, un documental filmado durante el rodaje de una de ellas. Novatos e iniciados tendrán para entretenerse: dado el carácter huidizo de sus películas, es posible que unos salgan haciéndose tantas preguntas como los otros.
Dejar al espectador lleno de signos de interrogación es una de las máximas aspiraciones de este cineasta nacido hace 48 años en la isla de Kobe, que filma desde comienzos de los ’80 y lleva más de 20 películas con su sello. No se trata de una mera expresión: hay, en verdad, un sello Kiyoshi, más allá de la variedad y proliferación de una filmografía que puede mover al desconcierto. El segundo Kurosawa fue descubierto en Occidente en 1997, con películas como Cure y Charisma, en las que el cine de género (la película de asesino serial en el primer caso, una suerte de policial ecológico-fantástico en el segundo) se abre a una serie aparentemente infinita de variaciones, perversiones y dislocaciones, que permiten una cantidad no menos extensa de interpretaciones.
Antes de ello, K. K. había filmado desde películas porno (lo que en Japón se conoce como pinku-eiga) hasta una buena cantidad de films policiales y de yakuzas, pasando por algún que otro thriller. Después vino lo que presenta el Bafici: dos oscuros estudios, sobre la incomunicación y la identidad en crisis (Barren Illusion, 1999) y sobre una suerte de “guerra del cerdo” a la nipona (Bright Future, 2003); dos películas de fantasmas o kaidan-ega (Séance, del 2000, y la muy exitosa Pulse, 2001) y, como broche para la perplejidad, lo que podría definirse como “comedia de dobles asesinos”, su más reciente Doppelgänger, también de 2003. Algunas se exhiben por última vez en estos días (ver al pie). A poco de su aterrizaje en Buenos Aires, Página/12 repasó junto a Kurosawa su carrera, sus enigmáticas películas y, de modo inevitable, sus temores, inquietudes y fantasmas.
–En un comienzo y durante más o menos una década, usted realizó una larga serie de películas de género. Luego, a partir de Cure, se fue abriendo a cuestiones existenciales, metafóricas y hasta políticas. Parecería que, actualmente, su obra se reparte en partes iguales entre las películas fantásticas y de terror y otras menos clasificables, como Barren Illusion y Bright Future. ¿Cómo ve usted esta aparente disociación?
–En principio, creo que no hay tal disociación. En un comienzo, como modo de encontrar un lugar dentro de la industria japonesa, me dediqué exclusivamente a films de género, sobre todo policiales y de yakuzas, a los que siempre abordé con la mayor seriedad. Cuando se me presentó la oportunidad de variar un poco lo hice, con películas como Cure y Charisma. Como fueron muy bien recibidas en festivales y el circuito de arte y ensayo occidental, me pareció que podía manejarme dentro de ese registro y traté de seguir haciéndolo, hasta hoy. En verdad, me interesa tanto el cine de género como el menos clasificable. En ambos me siento cómodo y a gusto.
–En Charisma todo giraba alrededor de un árbol que parecía poseer virtudes curativas pero también letales y de dos grupos opuestos: los que intentaban exterminarlo y otros que lo veneraban como a una deidad. En Bright Future, el juego de oposiciones tiende a repetirse, cuando dos operarios asesinan a su jefe y la familia de éste, en lo que podría interpretarse como una rebelión juvenil o proletaria. O quizá nihilismo puro. ¿Usted reconoce paralelismos entre ambas fábulas?
–El esqueleto de ambas es parecido, aunque no me corresponde a mí interpretar mis películas. Yo trato de abrir el juego y plantear preguntas y son los espectadores los que deben sacar sus propias conclusiones. Lo que puedo decirle es que en cine no me gustan las cosas claras y unidireccionales.
–Ambas películas se caracterizan por su ambigüedad. En Charisma, el enfrentamiento de ambos grupos terminaba conduciendo a una suerte de aniquilación general, así como en Bright Future las motivaciones de los dos jóvenes protagonistas permanecen en la más absoluta oscuridad.
–No sé cómo será en otros países, pero en Japón se vive una guerra sorda y muy destructiva entre jóvenes y viejos. Eso es lo que traté de reflejar en la película, siempre tratando de no indicarle al espectador qué es lo que debe pensar, qué posición tomar frente a lo que está viendo.
–Lo indudable es que la mayoría de sus películas parecen guiadas por una dinámica altamente destructiva.
–Es así como veo las cosas en el mundo contemporáneo. Pero mire que el final de Bright Future es esperanzador.
–¿Se refiere a la imagen del Che Guevara que llevan en sus remeras unos chicos de secundario?
–Sí, allí intenté sugerir que el futuro puede ser mejor.
–Sin embargo, al mismo tiempo que esos chicos vienen hacia cámara, las costas del Japón están llenas de unas medusas venenosas, que en el curso de la película asesinaron a varios personajes.
–Pero fíjese que esas medusas brillan, en medio de un mar muy negro. Además, se están alejando, nadan mar afuera.
–Por mucho que brillen, no dejan de ser venenosas.
–Pero sólo atacan a la gente.
–¿La idea sería que la naturaleza es destructiva sólo si se la ataca?
–Sí, y lo mismo puede decirse del árbol de Charisma. Eso tampoco quiere decir que, en el ámbito de la naturaleza, las cosas sean un lecho de rosas. La naturaleza puede ser tan benéfica como letal.
–En su cine, la naturaleza no es lo único amenazante. En Séance y Pulse aparecen unos fantasmas que meten mucho miedo. A propósito, ¿se siente parte del nuevo auge del cine de fantasmas en Japón, que tanto éxito tiene en el mundo entero a partir del batacazo de Ring?
–¡Qué bueno que se haya asustado con mis películas! (Risas.) Soy amigo del director de Ring, Hideo Nakata, y creo que hay un nuevo auge de lo que en mi país se conoce como kaidan-eiga, el cuento de fantasmas. Lo cual me alegra. De chico, yo veía muchas películas de fantasmas y me asustaba mucho. Pero hay una diferencia: en el cuento de fantasmas tradicional, el fantasma suele ser una mujer de pelo que le tapa la cara, que vuelve a la vida con el propósito de consumar alguna venganza atroz, generalmente contra el hombre que la asesinó. En mis películas, en cambio, el fantasma es una entidad con la que se convive, no tiene ese sentido vengador.
–Igual que ocurrió con Ring y otras películas de Nakata, Hollywood tiene en preparación una remake de Pulse. ¿Qué cree que puede salir de allí?
–Lamentablemente, mucho me temo que se vean en la necesidad de machacarle al espectador quiénes son los buenos y quiénes los malos, cuestión de que quede todo bien claro. En Japón, por suerte, no tenemos esa necesidad y podemos dejar que sean los espectadores los que decidan qué posición tomar frente a lo que ven.
Barren Illusion se verá mañana a las 23.30, el martes a las 16.15 y el domingo 25 a las 23.15, en el Hoyts 11. Pulse, el miércoles 21 a la 0.45 en el cine Cosmos. Bright Future, hoy a las 13.30 en el Hoyts 12 y el martes a las 18.15 en el cine América. Doppelgänger, hoy a las 23 en el América. Además, se verá el documental Ambivalent Future: Kurosawa Kiyoshi, el jueves a las 23.45 en Malba.cine.