EL PAíS › FELIPE SOLA HABLA DEL EFECTO BLUMBERG, DE SU RELACION CON EL GOBIERNO Y DE LAS CARCELES
“El problema del Servicio Penitenciario es tan profundo como el de la Bonaerense”
Dice que es consciente de la corrupción y de la degradación que hay dentro de las prisiones y que va a reformular el sistema. Considera que la crisis política que comenzó en 2001 no ha terminado, siente que mejoró su relación con Kirchner y con Duhalde y que gracias a eso Arslanian es ministro de Seguridad, y que eso se produjo por la marcha de Blumberg. Entiende que los intendentes no se enfrentarán a la reforma y anunció que armará un grupo de seguimiento a los excarcelados. La nueva policía.
Por Sergio Moreno
“Yo creo que la crisis del 2001 no terminó, la crisis política no terminó, la legitimidad sigue siendo cuestionada ante cada problema concreto de la sociedad. Junto con esa crisis de legitimidad y falta de creencia en lo institucional para resolver los problemas cotidianos, hay también una necesidad de creer muy fuerte y por lo tanto una credibilidad. Y esa credibilidad está concentrada alrededor del Presidente y un reducido grupo de personas”, dice Felipe Solá, gobernador de Buenos Aires, en mangas de camisa, cebándose unos mates. Acaba de recibir a Juan Carlos Blumberg y a la viuda de Bogani cuando atiende a Página/12. Está serio Solá, sin que su seriedad sea amargura. En su actitud se acuna una cierta tranquilidad que emana, acaso, del flamante nombramiento de León Carlos Arslanian al frente de su Ministerio de Seguridad. Y esa designación, la de Arslanian, es, a la vez, eficaz en lo específico y balsámica en lo político: su designación es el regreso de un especialista, al tiempo que acusa una conjura, la de tres hombres poderosos, Solá, que mira por la ventana de su oficina en la city porteña, la del presidente Néstor Kirchner y la Eduardo Duhalde. La presión de la gente, dice Solá, que está serio mientras lo dice, todo lo pudo. “Es una buena época para reflexionar”, reflexiona Solá, y acomete.
–Yo alerté contra esa actitud de creerse legitimado automáticamente por la popularidad del Presidente y girar sobre una cuenta que no es de uno. Tirar cheques de una cuenta ajena.
–¿Qué quiere decir con eso?
–Que hay una tendencia a decir “aflojen un poco que quiero descansar”.
–¿A quiénes se refiere?
–A todos aquellos que teniendo poder político han dejado de gozarlo y empezaron a sufrirlo hace unos años. ¿Se entiende?
–Ese sayo le puede caber a usted.
–Yo, por mi forma de ser, he tendido a sufrirlo bastante. Pero digamos que gobernar se ha transformado en una tarea compleja.
–¿Desde cuándo cree que gobernar se ha vuelto una tarea más difícil?
–Desde el 2001. El país venía cayéndose desde el 2001, yo lo veía, me decía: “Estoy en un país que se está derrumbando”. Yo no sé desde cuándo, pero mayo, junio del 2001. Tal vez un poco antes. Se sentía un dolor propio como argentino y ajeno como gobernante. Aunque suene extraño.
–Usted, en esa época, era vicegobernador, tenía responsabilidades de gobierno.
–Y bueno, uno va cambiando la forma de sentir, un mismo hecho, según donde está. Después, en el 2002, ya no había tiempo para gastar, había que gobernar y todas eran opciones de hierro. Esto en la primera etapa del 2002 y ahí estuvo presente todo el tiempo la tarea de sacar adelante la provincia, pagar lo más elemental, los sueldos, saber si íbamos a tener la emisión de patacones lista para el día 15 del mes siguiente o no. Cada atraso que hubiera en la emisión de patacones era un drama del gobierno. Pongo este ejemplo para decir dónde estaba concentrada la energía. No teníamos derecho a la duda, ni nos dábamos espacio para la duda, lo cual es casi cómodo, ¿no? Cuando la crisis es medular, uno dice hoy tomamos la sala, mañana el comedor, pasado mañana nos tiroteamos para tomar el hall, etc., y lo toma como algo natural. El problema viene cuando ya conquistó ese pueblo y hay que tomar la decisión de hacer la mochila y pasar al pueblo siguiente a pelear.
–¿Cuándo se produjo ese problema?
–Bueno, acá hubo un alto, claramente, con la llegada de Kirchner. Sergio Renán diría que hubo una tregua.
–Pero esa tregua parece haberse roto.
–Sí, el episodio que rompió esa tregua fue la marcha del 1º de abril, la marcha de Blumberg. Sí, es un símbolo muy importante, se parece a diciembre del 2001, creo que más madura y que hay como una tristeza más profunda. No estoy acertando con las palabras: yo diría que hay una actitud un poco más meditada.
–Usted y la dirigencia política en general sienten más presión.
–Sí, están los que dicen que la sienten y los que no dicen nada. Pero la sienten igual.
–El Parlamento nacional la siente. Lo demostró.
–Sí por supuesto, y el provincial y yo también.
–Entonces, ¿usted va a gobernar distinto, acusando recibo de esa presión?
–Aquí viene la cuestión de conciencia: yo posiblemente cambie muchas cosas, pero no me voy a esforzar por gritar que las estoy cambiando. Quiero que la gente las vea. El cambio es Rivara.
–Usted designó a Rivara cuando renunció Juanjo Alvarez, después de la avanzada brutal del Presidente sobre él. Usted, entonces, decidió nombrarlo a Rivara, quien se fue con el cadáver de Axel Blumberg. ¿No le parece que el proceso Rivara fue una pérdida de tiempo? ¿Por qué tomó la decisión de nombrarlo a Rivara y no, ya en ese entonces, a Arslanian?
–Porque ofrecí el cargo a varias personas y me dijeron que no.
–Arslanian entre ellas.
–Tuve una reunión con Arslanian y Rivara, en la que Arslanian me había aclarado que quería seguir haciendo lo que hacía y no aceptar el cargo. Y, honestamente, en ese momento yo no insistí, por aquello de mejor llevar a alguien que tenga ganas de hacerlo. Era un momento difícil en mi vida política.
–¿Cree que ahora está más fuerte políticamente?
–Estoy más asentado. Pero hubo un momento en mi vida política, antes de asumir, los primeros días de diciembre, en que había tenido problemas, todos conocidos. Si se toman los diarios de esos días se van a ver.
–Enfrentamientos con Kirchner y con Duhalde.
–Me dibujaron como una pelota de tenis entre Kirchner y Duhalde. En esas condiciones supongo que no sería muy atractivo venir a trabajar conmigo.
–¿Y por qué habría de serlo ahora?
–Porque ahora la agenda la puso la gente en la calle, puso seguridad en primer plano. Me podrá decir que estuvo antes, pero ahora salió... Y Arslanian tiene su corazón. Un hombre público y político muy fuerte y sintió que lo necesitábamos, realmente. Es muy difícil tener vocación pública y, si se siente necesario en un lugar, decir que no. Allí hay que encontrarse con el hombre que vino a hacer una reforma y la quiere terminar.
–La presión de la gente, la marcha, Blumberg, ¿todo eso morigeró la aspereza que existía entre Duhalde y usted y entre usted y la Casa Rosada? Me refiero a estas medias palabras, estos mensajes enviados por los medios.
–Los mensajes por los medios son siempre producto de lo mismo, que es falta de diálogo. Falta de diálogo natural y franco. Lo demás lo dice o no lo dice uno, pero aparece como lenguaje periodístico desde el momento en que uno habla con los medios. Yo creo que cuando a uno la agenda se la ponen de esta manera se ahorran muchos idas y vueltas, muchos minués. Y se va a lo fundamental y lo fundamental es el apoyo de Kirchner al nombramiento de Arslanian y la ayuda de Duhalde para comenzar la reunión. La ayuda de Duhalde para convencerlo. Porque fue Duhalde el que me dijo “Arslanian te va a agarrar. Ofrecele que va a agarrar, yo he conversado con él”.
–Lo ayudó.
–Concretamente, me ayudó mucho. Se lo agradezco mucho.
–El propio Arslanian dice que terminó de definirlo cuando vio que había un apoyo claro de la Nación.
–Así es, porque Arslanian no podía tomar una responsabilidad para enterarse al día siguiente de que Kir-
chner y yo estábamos distanciados o peleados o algo por el estilo. Eso atentaba contra la seguridad.
–¿En qué hecho concreto siente que ha mejorado su relación con el Presidente?
–Yo creo que hay que mirar los hechos por encima de las palabras. La presencia de Beliz es un dato. Tuve una buena conversación con Beliz hace una semana, en la que hablamos claro. Una buena conversación es aquella donde se reconocen errores de ambas partes. Y se reconocen las boludeces o las cosas que pasan a ser boludeces y no lo eran en su momento. Pero como estamos hablando de qué cambió, cambió también eso... no hay espacio. Y después está el reclamo de la gente por seguridad, que es un reclamo que recorre todas las clases sociales. El tono que se le da tendrá que ver con lo ideológico, la formación de cada uno, el estrato social, pero el reclamo es el mismo. No se soporta el tema de inseguridad: a lo mejor el número de hechos es igual que hace dos años, pero ahora es insoportable. Esto no ocurría antes; esto es una agenda impuesta por el pueblo.
–¿Qué le cambió a usted con Arslanian en su gabinete?
–Profesionalmente estoy mucho más tranquilo. Arslanian no puede fracasar y yo no puedo fracasar, por lo tanto es un mutuo aprendizaje, a entendernos rápidamente, a ver qué velocidad de trabajo tenemos también. Está muy claro que la responsabilidad final es mía. Gobernar es adaptarse y readaptarse a las circunstancias y a las personas muy fuertemente.
–¿El sistema político de la provincia, intendentes, legisladores, etc., van a permitir que Arslanian haga su trabajo?
–Ayer (por el miércoles) me reuní con los intendentes del conurbano, casi no faltaba nadie. Cuando tiremos del gramillón, no va a haber intendentes que no estén de acuerdo, porque no hay nada más fuerte en este momento que esta agenda y esta necesidad. Otra cosa es que uno sea capaz de hacerlo, que uno sea inteligente para hacerlo. No nos van a ver haciendo declaraciones inoportunas, ni irritando al pedo a nadie. Lo que hay que hacer es ir al fondo de cada cuestión, y por citar uno de los temas: inteligencia policial, jurídico policial. No existe el seguimiento de un liberado; quién lo hace: el patronato de liberados. Y cuando el liberado es un menor y tiene la liberación por un tema y tiene otro asesinato y no hay testigos... ¿Dónde está la inteligencia que diga “atención con Juan Gómez que es peligroso”? No tiene causa, no está acusado de nada, pero ¡ojo que es peligroso! Vamos a proteger al pueblo. Tener archivos y hacer seguimiento. ¿O no sabía el sheriff de los cowboys quién era el forastero que había llegado, quién era el malo del lugar? El conurbano es más difícil porque no tenemos normatizado e instalado el seguimiento de una manera estandarizada.
–El tema es quién y cómo se sigue...
–Estamos en este momento preparando una nueva policía de 2000 personas de seguridad, preparando cuerpos especiales. Acá va a haber un cuerpo especial que se va a ocupar del seguimiento de gente peligrosa. Seguir gente peligrosa no es acosarla, es saber dónde está, qué dicen sus vecinos, ambientarla. Si no, no hay salida. Nos gana la partida. Alrededor de cada uno de ellos hay 15 o 20 personas que lo legitiman y viven de eso.
–Muchas veces son las fuerzas del Estado.
–Lo que puede haber son contactos. Primero convivencia que termina siendo connivencia. Convivir quiere decir, con esto no me meto, yo paso una vez por semana frente a un desarmadero y digo esto debe ser un kilombo y sigo viaje. Pero cuando uno tiene obligaciones y tiene una ley que le permite cerrarlo pasa a ser connivencia por pasividad aunque uno no se dé cuenta. El primer enemigo acá es la pasividad, segundo sería la connivencia.
–Ahora, el ministro Arslanian ve una necesidad imperiosa de desarmar la Bonaerense.
–Bueno, pero usted me preguntó antes por los intendentes. Yo hablé ahí de convivencia que termina siendo por pasividad connivencia. Digo eso y eso esa convivencia también vale para nosotros, empezar a tomar como parte del paisaje lo que no puede ser parte del paisaje. A pensar como rutina lo que no puede ser rutina. A pensar que un muerto es una estadística. ¿El Estado se ocupa de las personas? Y dentro del Estado los que piden el voto y son responsables se ocupan de las personas, se ocupan de ver cómo está, qué le pasó, cómo fue, si el testigo está amenazado, si no está amenazado. Y de esto, ¿los fiscales se ocupan, los jueces se ocupan, y los policías? ¿Por qué los policías no ponen la cara? Se instaló una modalidad que los policías no responden. Todo tipo que está de azul en la provincia tiene derecho de agacharse debajo de la mesa. Esto es una locura. Sale en la tapa de tu diario que la 2ª de Moreno recibió cuatro llamados esa noche y nosotros no relevamos al comisario de la 2ª de Moreno porque hubo cuatro llamados, lo relevamos porque no contestó, o que retardó la información porque ocultó lo que se le pidió rápido. ¿Dónde estaba el comisario? Si yo me veo en la tapa de un diario acusado de algo así, pido permiso a mis superiores, llamo a conferencia de prensa y explico y aclaro y digo acá hubo tales llamados, los atendieron fulano, fueron a tales horas, la conversación fue así, acá estoy, pregunten y éstos son los que atendieron. Ahora resulta que no. Que ser policía es meterse debajo de la mesa. ¿Quién le dio una explicación a Blumberg de cómo fue el operativo en Panamericana y 202 donde él estaba en su auto con la plata esperando? ¿Hubo alguna explicación policial?
–No.
–No la hubo. Se podrá decir el jefe era el fiscal. Yo mismo lo llamé y le dije que me parecía que debía dar alguna explicación pública. Me dijo que no, que él solo hablaba con casos cerrados, terminados. Yo le dije acáse está produciendo un enorme agujero por parte del Estado porque el fiscal no explica qué pasó. Ahí está en el caso Bogani, vuelvo con el cuestionamiento al Estado. La cuestión es del Estado y todo esto está cuestionado los responsables del Estado. Está todo cuestionado. Están cuestionados los hospitales, las escuelas, cómo ensaña el Estado, con qué grado de vocación. ¿Se aprende lo que enseña el Estado? ¿Cómo cura el Estado, cómo previene, como custodia, como juzga, como no juzga, con qué velocidad, como protege, qué son las personas, cuánto vale un ciudadano? Esto es lo que está puesto sobre la mesa. En el caso Bogani está cuestionada la policía que llegó tarde y pudo haber salvado una vida y no la salvó: pasaron 45 minutos entre el rapto de la chica y la llegada a la casa de Bogani donde se produce el asesinato. Suficiente tiempo para que la policía tomara una decisión, por ejemplo ir a la casa. Está cuestionada la Justicia porque el asesino no debió estar nunca libre. Basta ver que estaba acusado de 2 asesinatos previos y estaba acusado por una tercera persona de pegarle un tiro en el hombro. Estaba en libertad por dos jueces de menores. Entonces acá está cuestionado todo. Cómo no me voy a sentir yo cuestionado.
–¿Cuál es el acuerdo con el gobierno nacional en esta segunda etapa de Arslanian?
–Mejorar la posición del Estado. Con el gobierno nacional hay un acuerdo implícito de trabajar juntos, pero todavía no hay acuerdo expreso. Sólo hay una conversación previa de Beliz conmigo y otra de Beliz con Arslanian, pero recién empezamos.
–¿Usted insiste en que hace falta mayor presupuesto u otro tipo de apoyo?
–El Presidente tiene medidas propuestas por Beliz que yo no conozco.
–El famoso plan nacional que aún no se conoce. Ahora, el tema presupuestario para crear las nuevas policías, para sacar a la gente a la calle, para largar los grupos especiales, ¿tampoco está acordado con el gobierno nacional?
–No, no lo tengo arreglado, pero creo que no vamos a tener limitación presupuestaria severa ni desde la provincia, que va a poner una cantidad importante de plata, ni desde la nación, pero para eso debemos tener el plan conjunto que todavía no tenemos. Por otra parte ningún acuerdo va a sustituir mi responsabilidad. Yo no creo que la nueva policía vaya a ser una Policía Federal, va a ser una policía de la provincia especialmente preparada para desarticular bandas. La nueva policía será una policía chiquita, una policía que es más o menos el 20 por ciento de la gente que está operando.
–¿De dónde piensa sacar a esa gente?
–Con el método de reclutamiento autónomo, con distintos exámenes, muchos más profundos. Con esa característica de mayor elite que da tomar 2000 personas. Es el comienzo de otra cosa.
–¿No cree que el problema con el Servicio Penitenciario es tan grande como el de la Bonaerense?
–Sí, no es tan visible, pero igual es profundo. Sí tengo plena conciencia y vamos a reformar el sistema.
–¿Qué va a hacer al respecto? ¿Piensa tomar alguna medida?
–El principal problema que tenemos son los hábitos corruptos en la entrada y salida de presos, y en los manejos administrativos. Hemos intervenido la administración de los servicios penitenciarios, en todas las cárceles hace dos meses, toda la parte administrativa y esa investigación la estamos procesando en este momento. Vamos a dar a conocer cosas, medidas, y yo acabo de decirle medio crípticamente que tengo plena conciencia y vamos a dar testimonio de eso, en poco tiempo.