EL PAíS › ROBERTO BASES, EL HOMBRE QUE LLEVO A MARIA JULIA A JUICIO
“Es el monumento a la corrupción”
Mezcla de periodista aficionado, abogado a medias y fiscal free-lance, desde Mar del Plata hizo la denuncia que terminó con la polirrubro detenida y a juicio. Esta semana declarará en la causa.
Por Irina Hauser
En la casa de Roberto Bases, en Mar del Plata, no hay teléfono de línea, celular tampoco. Tiene 50 años, dos hijos de matrimonios pasados, una carrera trunca de abogado, incursiones esporádicas en el periodismo, un romance caduco con el radicalismo y ahora escribe una revista sobre reiki y yoga llamada Sexto Sentido. Este hombre que parece salido de un cuento de detectives es el que en 1993 hizo la denuncia por enriquecimiento ilícito contra María Julia Alsogaray que la llevó, casi once años más tarde, a enfrentar al tribunal oral que podría darle su primera condena.
Lo que Bases hizo al denunciar a María Julia fue algo de sentido común: juntó datos publicados por el diario marplatense La Capital y la revista Noticias, que evidenciaban el superlativo nivel de vida de la ex interventora de ENTel y reportó ante la Justicia un posible aumento patrimonial desde que había asumido como diputada en 1985. Mencionaba el petit hotel de Recoleta que le compró al estilista Eric Charretier, la fiesta de sus 47 años que costó 200 mil dólares, joyas, vestidos y viajes a todas partes. “Llegué a enterarme de que había llevado a todos los compañeros de grado de sus hijos a Disney World”, recuerda exaltado con aquellos y otros gastos imposibles de costear con haberes de una funcionaria pública.
“La gente cree que de padre médico, como el mío que es ginecólogo, tiene que salir un hijo médico. A mí eso no me convence, siempre me atrajo la lucha contra la corrupción y trabajé en estudios jurídicos”, dice Bases. La acusación por enriquecimiento contra María Julia no era la primera que este señor desconocido llevaba en su contra a los Tribunales, ni la primera dirigida a la cúpula del gobierno menemista. “Hice más de cien denuncias en los ’90”, cuenta. “A María Julia la investigué por las privatizaciones, por ejemplo, por el incremento de la deuda de ENTel, a Carlos Menem le pedí juicio político por sus decretos, a Armando Gostanian lo escraché por los Menem-truchos (los billetes con la cara de Menem), a Carlos Grosso por irregularidades en su gestión en la Municipalidad, y así un montón.”
–¿En carácter de qué hacía las denuncias? ¿Como radical, como periodista?
–Como ciudadano. Yo no me recibí de abogado, pero como muchas de las presentaciones que hacía no eran rechazadas, de pronto me encontré con que me llamaban doctor. Hay muchas formas de desafiar a la corrupción. Uno puede agarrar un fusil y salir a la calle o ponerse a buscar y escribir aunque sea más peligroso. A la gente le llama la atención, lo entiendo.
–¿Alguna de sus acciones prosperó antes de la de María Julia?
–Conseguí tirones de oreja. En su momento secuestraron los Menemtruchos y se prohibieron. Hace un tiempo, en Mar del Plata me metí a investigar la historia del Loco de la Ruta con los asesinatos de treinta prostitutas. En esta ciudad superamos a Jack el Destripador. Con aportes que hice, terminaron ocho policías presos.
–¿Hasta dónde pensó que podía llegar la denuncia contra Alsogaray?
–Hice un seguimiento por un tiempo, pero después pensé que se caía y que se harían un asadito con el expediente. Ni me imaginé que llegaría a juicio oral. Pero sé que si llegó hasta ahí es por una cuestión política. Acá hubo jueces de la servilleta, jueces de vida oyarbidezca y jueces que todo lo cubrían, que ahora se han puesto la toga. Ellos razonan así: sacrificamos a uno, dos, y así quedamos bien. María Julia está presa, ¿Y Menem?
Bases puede pasar horas contando los pormenores de sus investigaciones, de sus hallazgos con cámara oculta, metiéndose en sórdidos clubes nocturnos y entre personajes tenebrosos. A esto se viene dedicando con el asunto del Loco de la Ruta. Le gusta, pero el costo es alto. “Me han quemado la puerta de casa, tuve pintadas, recibí gatos muertos como mensaje mafioso y también me pegaron hasta romperme los huesos. Eso se acrecentó en una época que ayudaba con informes para Enrique Sdrech”, recuerda. “Decidí no tener teléfono porque siempre me andan escuchando y el celular me lo robaron hace poco”, aclara.
De su vida antes de los ’90, Bases habla menos. Cuenta que vivió en Palermo, que en ese barrio militó en la UCR. En 1992 se mudó a La Feliz, harto de aprietes y aprovechando que había heredado una casa allí después de la muerte de su madre. En los Tribunales bonaerenses y porteños lo apodaron “Pepe Denuncia” y más de una vez lo acusaron de servir a los radicales. “No es así, estoy distanciado”, dice. “Hice algo de periodismo de investigación, produje eventos, colaboré con programas de tele y ahora tengo una revista holística declarada de interés municipal, sobre yoga y reiki”, detalla. En su afán polifacético maneja una ONG “que trabaja con procreación responsable y prevención del sida”, explica, en la que encontró un punto de contacto con su padre.
–¿De qué vive ahora?
–Sobre todo de rentas. Tengo bienes heredados de mi madre, y de mi padre que hizo cesión de derechos en vida. Cada tanto hago comentarios en medios.
El 26 de abril, Bases tendrá que sentarse ante el Tribunal Oral Nº 4 que juzga a María Julia para dar su testimonio. El mismo día están citados el ex marido de Alsogaray y su ex peluquero, que tenía extensiones de su tarjeta de crédito, Diego Impagliazzo.
–¿Cómo imagina ese momento de sentarse ante la mirada de ella?
–No le tengo bronca, ni siquiera la conozco. Será como estar ante el monumento a la corrupción. Quizá cuando me vea se acuerde de mi familia. Pero bueno, yo lo único que tengo que hacer es responderle al tribunal. Seguramente ella, que siempre se llevó todo por delante, que mira desde arriba, todavía debe pensar que saldrá por la puerta grande, aunque probablemente nunca imaginó que terminaría en una celda, sin mucama, ni peluquero y demás adminículos de belleza.
–¿Qué espera del juicio oral?
–Además de que la condenen, cosa que creo que va a ocurrir, espero que le saquen los bienes malhabidos, que vuelvan al pueblo. Aumentar su patrimonio en 2,5 millones es una maniobra muy burda para una universitaria con plena conciencia de sus actos. Pero, además, que no termine todo en ella, que se avance en una asociación ilícita que abarque a todos los demás, Erman, Menem, Cavallo, todos.