ESPECTáCULOS › “MAMBO ITALIANO”, MODELO “MI GRAN CASAMIENTO GRIEGO”
Otra comedia de estereotipos
Por Horacio Bernades
Energéticos, ocurrentes, decididamente jugados a una estética de colorinche pop y apoyados sobre el temazo homónimo de Pérez Prado y Rosemary Clooney, los primeros cinco minutos de Mambo italiano son sumamente prometedores. Allí, el espectador es vertiginosamente introducido a la historia del protagonista, que sufre la particular desgracia de ser gay e hijo de una familia italiana (“no debe haber peor tragedia sobre la tierra”, se lamenta). Narrados frente a una suerte de servicio de ayuda al suicida llamado “GayLine”, Angelo narra, a los tiros, su infancia, el peculiar carácter de los padres (inmigrantes sicilianos, convencidos de haber desembarcado en esa “falsa América” que es Canadá), su educación y la de su hermana (a pura cachetada), los rituales de la mesa y la misa, las ruidosas peleas y el recuerdo de una tía, capaz de cometer el imperdonable pecado de bailar mambo en plena reunión familiar.
Terminado el arrollador clip de presentación y una vez que el relato se asienta quedan a la vista todos los defectos que la conjunción de velocidad, colorido y seducción no habían permitido percibir hasta entonces. En primer término, Mambo italiano se asienta sobre un estereotipo tal de familia peninsular que daría la impresión de que el director Emile Gaudreault (o, más bien, el guionista Steve Galluccio, en cuya obra teatral homónima se basa la película) tomó demasiadas dosis de Buenos muchachos. Ni en Montreal ni en ninguna otra ciudad del mundo existe, a esta altura del partido, una familia tan de opereta como los Barberini, capaces de librar verdaderas batallas de gritos, llantos y decibeles y cuya idea de la decoración de interiores consiste en combinar media docena de empapelados floreados.
Puede imaginarse lo que sucede cuando el hijo les confiesa, a los treinta y pico, que lo que le gusta no son las chicas. ¿Pero no suena todo esto demasiado parecido a ese espectacular batacazo comercial que fue Mi gran casamiento griego? Por si quedara alguna duda, en algún momento el guionista incluyó algún diálogo en el que la intención de clonificación se hace literal. Si se quiere hacer la vista gorda ante el desfile de estereotipos étnicos y culturales o el simplismo de la oposición familia retrógrada/hijo “diferente”, en su irregular recorrido cómico Mambo italiano puede llegar a regalarle al espectador alguna escena festejable, como esa en la que la familia entera se reúne dentro de un confesionario.