ESPECTáCULOS › LUIS SAEZ EXPLICA SU OBRA SOBRE EL MITO DE MARADONA
“Es un homenaje encubierto”
Para evitar suspicacias, el autor de Con la mano de Dios explica que el director Julio Ordano comenzó los ensayos hace más de seis meses y que su retrato no pasa por el escándalo de estos días.
Por Hilda Cabrera
¿Por qué habría de temer que lo llamen oportunista? El dramaturgo Luis Sáez dice que él no lo es y ello basta para que el debut de Con la mano de Dios. Anguila y Gamarra tocaron el cielo no se convierta en un quebradero de cabeza. Esta obra, que acaba de estrenarse en el Teatro Actor’s Studio, de Av. Corrientes 3565, dirigida por Julio Ordano, con actuaciones de Pablo Iemma y Roberto Ponce, es una ficción cuyo eje es la figura de Diego Maradona. En realidad, el mito que sobre el futbolista armaron en sus cabezas los personajes del título, dos marginales que buscan salir de la miseria y el anonimato “apropiándose del Diego”. Autor de Kamikaze (en cartelera), Suicidador, Camellos, Sólo cuando muera, Cartón pintado, Monos con navaja y Aróstegui, Sáez subraya que Con la mano de Dios... nació de un taller que realizó en el Teatro del Pueblo, coordinado por los dramaturgos Bernardo Carey y Eduardo Rovner. Esto fue en 2000, en una fructífera etapa: “Después tuve largos períodos sin poder escribir”, cuenta. “El 2003 fue nefasto. Había perdido mi empleo en una compañía de seguros y se me acabó el dinero ahorrado. Recién este año obtuve un empleo, modesto, pero que me sacó del pozo.”
–¿Cuál es el riesgo de poner hoy una obra sobre Maradona?
–La decisión fue tomada por el director, y hace ya varios meses. Lo que sucede concretamente ahora es otra cosa. En este trabajo hay un homenaje encubierto. Las alegrías que nos dio Maradona son reales, más allá de su temperamento y contradicciones. Los marginales Anguila y Gamarra son esa clase de personajes que se quieren salvar a cualquier precio, y eso de salvarse como sea está muy metido en nuestra sociedad. Lo que ese tipo de gente no entiende es que va derecho al infierno, a la autodestrucción. O se matan ellos o los extermina el sistema.
–A veces se los ampara...
–Existe una suerte de conciliación con el depredador, pero solamente mientras el sistema lo necesita. Y esto no es para siempre. En esta obra, lo imperioso es apoderarse del mito, o de lo que cada uno quiere ser comparándose con ese mito. La pieza es simple pero con recurrencias.
–En otra obra suya, Suicidador, señalaba también ese acto característico de “usar y tirar” personas...
–Allí había un personaje contratado para lograr un fin. En esta obra no. Anguila y Gamarra no van a obtener nunca un beneficio. Ellos están desde siempre fuera del sistema: son totalmente prescindibles.
–¿Cómo define a ese sistema?
–Lo relaciono con el establishment y la coyuntura económica y política. Lo integran quienes concentran riqueza. En el caso puntual de Con la mano de Dios... los personajes son gente en decadencia y sin memoria. Ellos no pueden resolver sus contradicciones. Creo que por eso eligen la inmolación antes que perder definitivamente ese sueño loco de conectarse con un mito. Lo que rodeó durante todos estos días la enfermedad de Maradona se relaciona con las manifestaciones de fe, que son inefables. Maradona es para algunos un condensador de nuestras virtudes y defectos. ¿Quién se atreve a defenestrarlo y recordar al mismo tiempo las genuinas alegrías que produjo en los que amamos el fútbol? Alguno dirá que fueron alegrías efímeras. Es cierto. Como eso de ganar como sea. No me gusta el circo que se ha armado alrededor del fútbol, ni la violencia, ni las limitaciones de los jugadores para expresarse.
–¿Por qué elige individuos marginales?
–En ellos veo siempre una historia teatral. Ahora estoy cambiando: me preocupo más por el lenguaje. Trato, sin desvirtuarlo, que sea menos procaz, como en la próxima obra, Saratoga Box, que se va a estrenar en el Teatro del Pueblo. En realidad, estoy en crisis con mi trabajo de dramaturgo. Soy de los que escriben el texto y lo entregan, dejando que el director realice libremente su montaje. A veces preferiría dirigir yo para evitar situaciones frustrantes. No me asusta ser esclavo de esta profesión ni que critiquen mal mis obras. Me daría bronca en cambio que se piense que Con la mano de Dios... es un invento reciente. No solamente la escribí en 2000, sino que hace seis meses que Julio Ordano la viene ensayando. Saratoga... también muestra a personajes marginados, pero la historia es totalmente distinta. Transcurre en un barcito, a un costado de una ruta. En 2002 ganó el concurso nacional de Teatro de Humor que organiza Hugo Sacoccia en Zapala (Neuquén). Sacoccia es un juez increíble: tiene la más grande biblioteca de dramaturgia de todo el país.