ESPECTáCULOS › “LA MALA EDUCACION” ABRIO EL FESTIVAL

Iglesia en alerta rojo

“Si hubiera necesitado tomarme revancha, no hubiera esperado cuarenta años para hacerlo”, dijo Pedro Almodóvar al presentar en Cannes su nuevo film, un revulsivo retrato de la educación religiosa que no esconde debilidades humanas y asuntos por demás oscuros.

 Por Luciano Monteagudo

“No creo que sea un film anticlerical. La Iglesia, en todo caso, es la que se degrada a sí misma, cada vez que se manifiesta públicamente o que deja sentada su posición en los medios de comunicación. La Iglesia, al menos en España, es la peor enemiga de sí misma.” Pedro Almodóvar no se anduvo con vueltas al hablar de La mala educación, la película que anoche sirvió de apertura a la 57ª edición del Festival de Cannes, bajo un cielo plomizo y por momentos lluvioso, sin llegar a opacar la habitual marcha de las estrellas por la alfombra roja que conduce al Palais des Festivals. En la abarrotada pero serena conferencia de prensa que siguió a la primera proyección de la muestra francesa, el director de Todo sobre mi madre dejó sentado, en todo caso, que con su largometraje número 14 no estaba ajustando cuentas contra los curas que lo “maleducaron” o con el clero en general. “Si hubiera necesitado tomarme revancha, no hubiera esperado cuarenta años para hacerlo. La Iglesia no me interesa, ni siquiera como adversaria.”
¿Qué es lo que le preocupa tanto a la curia española y al integrismo católico francés, que llegó a hacer presión para evitar –algo que no logró– un lanzamiento masivo del film de este lado de los Pirineos? La mala educación es un film de una trama novelesca y enrevesada (por momentos quizá demasiado), con varias historias superpuestas, pero una particularmente urticante para el clero: la de dos muchachos que descubren el amor y el miedo en una típica escuela religiosa de comienzos de los años ’60 y que tiene su origen en algunos recuerdos de infancia del propio Almodóvar, cuando descubrió que “en el internado no se hacía notar Dios, sino las debilidades humanas”.
“A un niño de diez años no se le quiere, se le abusa”, le reprocha el travesti Zahara (Gael García Bernal, el galán mexicano de Y tu mamá también y Amores perros, aquí completamente transfigurado) al cura que durante su paso por el internado no sólo se ocupaba de darle clases de literatura. El padre Manolo (interpretado por otro reconocido actor mexicano, Daniel Jiménez Cacho, un rostro frecuente en el cine de Arturo Ripstein) supo perderse por ese chico de quien aún atesora una foto en la sacristía y que ahora vuelve convertido en una femme fatale, dispuesto a cobrarle una vieja deuda. “Todas las películas, al menos las mías, son muy personales, pero no de una manera directa o anecdótica”, afirmó Almodóvar ante la curiosidad, casi malsana, de la prensa internacional reunida en Cannes. “En todo caso, La mala educación me representa de manera esencial, por una época que viví, por unos escenarios que conozco muy bien y a los que he podido volver ahora con la suficiente distancia. Pero si La mala educación es una película personal, me gusta pensar que lo es por el modo en que está narrada.”
Según Almodóvar, durante su paso por el internado “ya no creía en Dios, pero sí en las ceremonias religiosas. Siempre tuve fascinación por la liturgia católica. En todo caso, mi relación con la religión es de índole decorativa: me atraen los santos y las figuras de Cristo. El modo en que España –y por España hablo en particular de mi familia y de mi pueblo, Calzada de Calatrava, en el corazón de La Mancha– vive la fe católica es idólatra. Por ejemplo, no hay nada más pagano, más idólatra que la Semana Santa en Sevilla. El pueblo español vive de un modo muy profano su fe y eso es siempre lo que me ha interesado”.
Claro que esa zona de la religión no es el único interés de Almodóvar ni la sola influencia de su nueva película, a la que él mismo le gusta definir como un film noir cruzado por su género más frecuentado, el melodrama. “Soy un gran admirador del film noir, que no tiene ninguna tradición en España”, se lamentó. “En Francia uno puede encontrar variantes magníficas, como Therese Raquin, de Marcel Carné, o La bestia humana, de Jean Renoir, las dos curiosamente basadas en Emile Zola. Pero los que prefiero siguen siendo los clásicos de Hollywood, como El cartero llama dos veces y El suplicio de una madre, sobre las novelas de James Cain, o Pacto de sangre, del gran Billy Wilder. Me gustan en particular esas películas en donde no necesariamente hay detectives o disparos, sino aquellas en las que se imponen las mentiras y la fatalidad, donde el mal está dentro de los protagonistas. El film noir me gusta precisamente por eso, porque es capaz de convertir en algo especial lo peor de nosotros mismos.”
En este sentido, el propio Almodóvar reconoce que La mala educación aborda el género “de un modo más completo y profundo” que en Carne trémula. “Yo he llegado de la manera más natural del melodrama al film noir, que tienen mucho en común; entre otras cosas, que lo peor siempre es el resultado del encuentro de dos personajes.” Para complicar las cosas, en La mala educación son tres, lo que facilita el camino de la desgracia. Pero no para el director, que tuvo ayer el honor y el vértigo de abrir Cannes, “un premio en sí mismo”, según sus palabras, para una película que a partir de hoy se estrena en toda Francia, con la expectativa de superar el éxito de Hable con ella, según se desprende de la impresionante cobertura mediática del lanzamiento. “¿Si estoy más maduro?”, respondió Almodóvar a una de las últimas preguntas de la tarde, que ahondaba en la trayectoria de su cine, desde los tiempos de La ley del deseo. “Bueno, es que el tiempo ha pasado... Y lamentablemente no he podido hacer nada contra ello.”

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