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Las series estadounidenses –cualesquiera sean el género, la temática, el elenco y sus atributos previos– nunca funcionaron del todo bien en la televisión abierta argentina. Cuestión cultural, prejuicio televisivo o doblaje en castellano mediante, numerosos programas venidos del norte pasaron con más pena que gloria por varios canales argentinos. De hecho, hasta la mismísima Friends, la sitcom que hasta hace poco más de un mes fue sensación en Estados Unidos a lo largo de los últimos diez años, pasó hace un tiempo por la pantalla de Telefé con escasa repercusión, demostrando que el cable y el aire son dos universos completamente diferentes. Pese a la experiencia, y contando tal vez con la certeza de que la versión local de La niñera acostumbró el ojo del televidente argentino, Telefé vuelve a intentarlo una vez más; ahora con el estreno de 24, una serie de suspenso y acción que esta noche estrena al término de El Deseo (alrededor de las 23.30). Una arriesgada apuesta en horario central que se enmarca dentro de la línea que abrió el canal hace unos meses, con el aterrizaje a su pantalla de otras series estadounidenses, como Fastlane o Smalville.
Creada y escrita por Joel Surnow (Wiseguy) y Robert Cochran (La Femme Nikita), 24 fue estrenada en Estados Unidos a fines del 2001, poco tiempo después de producirse los atentados a las Torres Gemelas, por lo que los productores tuvieron que modificar la crudeza de algunas imágenes por la sensibilidad de la población estadounidense (tal el caso del atentado de un avión que se ve en el primer capítulo, cuya explosión original fue atenuada). Desde su estreno, la serie de espionaje y terrorismo –cuya tercera temporada se puede ver actualmente por Fox, los lunes a las 21– se convirtió en uno de los programas más originales de los últimos tiempos, con un total de 10 premios Emmy en su haber. De hecho, ya está confirmada la realización de una cuarta temporada para el próximo año.
Para aquellos que todavía nunca se toparon con la serie en el cable, la clave para entender el fenómeno de 24 es que se trata de un programa que logró sortear los lugares comunes que los ciclos de suspenso y acción suelen exprimir al máximo. Realizada en tiempo real –la temporada de 24 capítulos se desarrolla a lo largo de un solo día–, cada uno de los episodios de la serie protagonizada por Kiefer Sutherland (Quédate conmigo, Cuestión de honor, Línea mortal) muestra una hora “real” en la vida de Jack Bauer, un agente que encabeza la Unidad Gubernamental contra el Terrorismo de Los Angeles, envuelto en una conspiración política que amenaza desestabilizar el equilibrio democrático estadounidense. A lo largo de las tres temporadas, Bauer tuvo que pasar por tres agitados días. En el primero de ellos, correspondiente a la temporada que Telefé emitirá desde hoy, Bauer deberá enfrentar a un grupo terrorista que está a punto de asesinar a David Palmer, el candidato presidencial con más posibilidades de llegar a la Casa Blanca.
Pero más allá de la buena trama que tiene 24, la principal atracción de la serie es su permanente búsqueda de originalidad y sello propio, materializado en el tiempo real en que ocurren los acontecimientos. Para ello, los realizadores se valen de dos recursos visuales cuyo uso no es habitual en el medio televisivo ni en el cinematográfico, pero, a juzgar por los resultados de 24, de enorme eficacia. Por un lado, la utilización de la “pantalla mosaico”, referida a la fragmentación de la pantalla en distintos recuadros, que permite ver lo que sucede al mismo tiempo en diferentes lugares o conocer los peculiares puntos de vista de los protagonistas sobre un mismo suceso. Y por otro lado, la intercalada aparición en pantalla del reloj digital marcando la hora, los minutos y los segundos, en una constante que potencia la tensión que la historia ya tiene de por sí. Una serie que, aun cuando en las temporadas posteriores se fue alineando cada vez más a la política exterior estadounidense, no da respiro a los televidentes, describiendo un mundo de incertidumbre en el que todo puede pasar, en cualquier momento.