SOCIEDAD
Alquilo oficina joya, apta p/atracos de fin de semana
Los ladrones rentaron una oficina con nombres falsos, en el microcentro, y durante el fin de semana saquearon otras diez en el mismo edificio. Se llevaron dinero, computadoras y otros valores.
Por Carlos Rodríguez
Una banda de ladrones con cama adentro, dado que había alquilado una oficina bajo nombre falso para poder tener libre acceso al inmueble, se dedicó este fin de semana a saquear un edificio ubicado en Tucumán 373, en pleno centro porteño. Con paciencia de hormiga y tecnología de primera línea, desde barretas hasta sopletes, más el aporte de una tarea previa de “inteligencia” para saber dónde pegar cada golpe, los ladrones silenciosos se llevaron dinero en efectivo, computadoras y otros valores de al menos diez oficinas que habían quedado, como siempre los sábados y domingos, sin empleados y sin personal de seguridad. “Deben haber estado varias semanas calculando el golpe, planificando paso a paso; aunque todavía no hay elementos contundentes en ese sentido, es probable que se trate de la misma banda que actuó, en forma simultánea, en otro edificio de oficinas, el de Corrientes 550, a sólo tres cuadras de distancia”, dijo una fuente de la investigación. El vocero, consultado por Página/12, estimó que “tal vez fueron distintos miembros de una misma banda, pero el cerebro que organizó todo podría ser la misma persona; esto es, por ahora, una hipótesis”. Fue imposible establecer el monto de lo robado, pero se supone que fue “muy importante”.
El blanco de los ladrones fueron las cajas fuertes, que se derritieron ante el calor de los sopletes. Todo matizado con mate amargo, dado que los ladrones tuvieron tiempo para amenizar la espera, sin descuidar el trabajo, que es lo primero. “Lo que se presume es que hubo una tarea de inteligencia de varias semanas, un gran despliegue para tener pleno conocimiento del terreno sobre el que se iba a trabajar.” Los testigos del barrio dijeron haber visto “a unas cinco personas, pero bien podrían haber sido más, ya que nadie puede saber si entraron 10 o 14 personas, si hubo campanas, si hubo gente que se quedó esperando en coches estacionados en las cercanías; trabajaron con absoluta tranquilidad y va a ser difícil seguirles la pista”, anticipó el investigador, consultado por este diario.
El caso está siendo investigado por el fiscal porteño Marcelo López Ferrando. “Era gente bastante hábil, según surge de la forma en que entraron a las diez oficinas robadas y por los valores que se llevaron, sobre todo de las cajas fuertes.” El edificio de Tucumán 373 tiene siete pisos, que fueron recorridos de punta a punta por los delincuentes llave en mano. Además del dinero, se llevaron algunas joyas y otros valores, además de una gran cantidad de computadoras, muchas de ellas portátiles. “Es curioso que hayan dejado un número importante de monitores planos de plasma para PC”, dijo la fuente. Ese tipo de pantallas tienen un costo en el mercado que oscila entre los 500 y los 600 dólares, contra los 120 o 180, de la misma moneda, que corresponde a un monitor común.
Hasta anoche no había ningún detenido y ninguna pista firme. “Estos ladrones no van a caer solos. Son como los boqueteros de Las Heras y Callao (los que robaron un fin de semana el Banco Crédito Argentino) y hay que buscarlos, porque se trata de gente que sabe lo que hace”, explicó el vocero consultado por este diario. Está comprobado que los delincuentes utilizaron documentación falsa para alquilar una oficina, desde la cual planificaron el robo, presumiblemente durante la jornada del sábado. El robo múltiple recién se descubrió, en toda su dimensión, el lunes por la mañana, cuando regresaron los empleados de las oficinas saqueadas. En el caso intervinieron la Seccional 1ª y el fiscal López Ferrando.
El edificio saqueado con tanto prolijidad y esmero está ubicado a una cuadra y media de la sede de la Comisaría 1ª, en Lavalle 451. El inmueble cuenta con moderna tecnología, ya que las puertas de las oficinas se abren mediante códigos numéricos, que en este caso fueron reemplazados a fuerza de barretas o sopletes. Tanta era la paz que nadie escuchó ni sospechó nada. El sábado, los únicos que trabajaron fueron los ladrones y el portero recién se dio cuenta en la noche del domingo, cuando comenzó a realizar las primeras tareas de limpieza con vistas al lunes. La causa fue calificada como “robo calificado”, pero los investigadores admitieron que “por el momento, no hay grandes pistas, sólo algunos apuntes que podrían servir”. El mismo tipo de robo se hizo, en forma simultánea, en el edificio de Corrientes 550, aunque en este caso fue más dificultoso porque los ladrones tuvieron que maniatar al encargado y a su familia, y mantener bajo control a siete empleados que habían ido a trabajar horas extras.