ESPECTáCULOS
“Lorca nos permite llegar a los niños y a cualquiera”
Daniel Casablanca y María Romano cuentan cómo concibieron Granadina, una puesta inspirada en el universo de García Lorca: “Quisimos rescatar lo que hay de alegría, juego y risa en su obra”.
Por S. F.
Los músicos gitanos y las niñas granadinas están por comenzar la función. Las luces de la sala se apagan, el público se acomoda en sus butacas y se prepara para cumplir con el ritual teatral. Pero de repente –cuando los ojos de los espectadores se posan como focos insatisfechos sobre las figuras que se mueven sobre el escenario–, los artistas descubren que Federico García Lorca, el más esperado por los espectadores, no aparece por ninguna parte. No es un problema técnico ni un retraso: el poeta no llega, y el acomodador del teatro, Juan Carlos Yudica, que se sabe de memoria la letra del personaje, se ofrece para reemplazarlo. La idea de Granadina, el mundo de Federico, que se presenta los sábados y domingos a las 16.30 en el teatro Regio (Córdoba 6056), es de Daniel Casablanca, que interpreta a ese acomodador con olfato de actor, que acaso cumple el “sueño del pibe”, al meterse en la piel del entrañable escritor andaluz. “Mientras leíamos las conferencias, teníamos la sensación de escuchar al escritor. Era como si charlara con nosotros –dice Casablanca en la entrevista con Página/12–. Se refería tanto al pensamiento granadino y sus formas que nos dimos cuenta de que era un buen título para un infantil.”
María Romano, directora de esta singular propuesta lúdica y poética, aclara que el propósito de la puesta es rescatar todo lo que hay de alegría, de juego y de risa en la obra de García Lorca. “El estaba convencido de que hablaba con la naturaleza y con las plantas, y en un momento creyó que los chopos, unos árboles, le decían Federico”, comenta Romano, que el año pasado dirigió la obra de títeres Lucinda, la gauchita. “Nos interesa que los chicos puedan escuchar, desde el juego, textos bellos, que transmiten las imágenes intensas que pueblan el universo poético del escritor”, añade la directora. “Lorca nos permite llegar a los niños y a cualquiera que esté sentado en la platea, porque el éxito de un infantil está en un padre que acompaña a sus hijos y se entusiasma de la misma manera que los chicos”, sugiere Casablanca. “Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura –recita Casablanca, un fragmento de la obra–. Yo canto su elegancia con palabras que gimen, y recuerdo una brisa triste por los olivos.” El actor admite que la obra es un homenaje a los sueños y a la imaginación de Lorca, planteado con un lenguaje fundamentalmente clownesco.
En Granadina... (interpretada por María Ucedo, Esteban Quintana, Maqui Figueroa, Aymará Paola, Leo Heras, Pablo Bronzini y Brian Chambouleyron), la música ejecutada en vivo sumerge al público en un ambiente atravesado por sonoridades étnicas (árabes, europeas y locales), que ponen de relieve el carácter universal de muchas de las poesías, de las conferencias y de la pieza teatral La niña que riega la albahaca, una obra de títeres que Lorca le dedicó a su hermana menor, Isabel, y que el elenco dirigido por Romano representa casi en su totalidad. Los personajes femeninos no podían ni debían estar ausentes. Por eso van irrumpiendo en escena la Niña-niña e Irene (la niña que riega la albahaca), entre otras. “La mujer tenía que estar presente en Granadina, porque Lorca interpretó muy bien el drama femenino que padecían las mujeres de su época”, opina Romano.
–¿Por qué trabajan con el lenguaje clownesco?
Daniel Casablanca: –Por la estructura poética de la obra, que hace que la narración sea endeble. El peso de lo escénico está vinculado con el juego y con la sorpresa de lo que va sucediendo desde que el poeta no aparece. Además, el personaje del acomodador responde a la idiosincrasia del clown, que siempre quiere ser el gran recitador. Más allá de que se distancie de la solemnidad, el clown aspira a ser un gran poeta, aunque tropiece con muchas limitaciones y trabas.