ESPECTáCULOS
Los escritores contra el mercado de pulgas digital
Autores y editoriales de los Estados Unidos acusan al gigante de Internet, Amazon, de “convertir a los lectores en libreros”. Le cuestionan haber armado una línea de venta con libros usados.
Por Tilman Streif *
Desde Seattle
Antes, todo era puro entusiasmo, pero ahora se está extendiendo un gran disgusto. El gigante de Internet, Amazon, comenzó, en carácter de mera librería, su conversión en el mayor vendedor de productos online. Los escritores, por entonces, estaban encantados. Sus productos tenían de repente una nueva vía de distribución, que al mismo tiempo ofrecía un foro para los interesados en la literatura. Los libros se promocionaban en la red con una mezcla de reseñas profesionales y críticas de clientes. Las nuevas tecnologías parecían estar al servicio de la cultura y así lo entendían todos los involucrados. Puede dar fe de ello Stephen King, que explotó al máximo las posibilidades del cyberespacio literario. Llegó, inclusive, a vender libros exclusivamente a través de su página de Internet.
Desde hace un tiempo, sin embargo, los clientes estadounidenses de Amazon son invitados a crear su propia tienda de libros usados, junto con anticuarios, y eso está causando irritación a los autores. Según la asociación de escritores de Estados Unidos, Authors Guild, las consecuencias inmediatas de las estrategias de venta de Amazon son que se cobrarán menos derechos de autor y que las editoriales tendrán menores beneficios, lo que a largo plazo implicaría un gran daño para la industria editorial.
La protesta de la asociación se dirige concretamente contra el comercio de libros usados que actualmente está en auge en la página de Amazon. Porque cuando se venden libros usados, los únicos beneficiados son los vendedores, pero no los editores ni los escritores. La tienda online quiere salir definitivamente de los números rojos y para ello utiliza una estrategia que convierte a los lectores en libreros. Los clientes de Amazon encuentran desde hace poco bajo la sección “Sell Your Collection” (Venda su propia colección) una lista de las compras personales que se realizaron hasta ahora en la página, donde se presenta el valor estimado de los libros revendidos. Los clientes pasan a formar parte así de un “mercado de pulgas digital”, del que Amazon saca su provecho: del vendedor privado, la empresa recibe 99 centavos de dólar en concepto de intermediario, así como un 15 por ciento del precio de venta.
En ese mercado de pulgas, que en Amazon se llama “Marketplace”, también se encuentran anticuarios, que ofrecen precios bajísimos. Como son profesionales, no deben pagar los 99 centavos. Y por eso, por ejemplo, pueden ofrecer el clásico de John Irving The Hotel New Hampshire por cuarenta centavos de dólar. El precio oficial del libro de bolsillo es de ocho dólares. El negocio con la reventa de libros ascendió el pasado semestre a más del 15 por ciento de la venta total de libros en Estados Unidos por parte de Amazon. Y ese sector del negocio es especialmente rentable porque la empresa se limita a funcionar como intermediario entre compradores y vendedores. Los costos de depósito o envío desaparecen. Los libros usados son promocionados en Amazon directamente debajo del precio oficial del libro nuevo, y es contra esa práctica que los escritores protestan, hasta ahora en vano.
Especialmente furiosos los pone el hecho de que libros recién editados también se promocionen ya en las categorías de libros usados. Por ejemplo, el actual bestseller Lucky Man, la autobiografía del actor Michael J. Fox, se ofrece en su edición nueva por 16,07 dólares. Al mismo tiempo, sin embargo, el libro es ofrecido por anticuarios a 14,89 dólares. Esto es posible porque los comerciantes profesionales pueden ofrecer de manera completamente legal ejemplares de promoción que son regalados por la editorial a libreros y periodistas. Los 8200 miembros de la Authors Guild fueron convocados a una protesta simbólica. Deben quitar de sus páginas personales los enlaces y referencias a Amazon, sobre todo el link que automáticamente lleva a la librería virtual. Los miembros de la asociaciónrecibieron por e-mail el siguiente mensaje: “No hay motivo para que los escritores contribuyan a perjudicar su propio negocio”.
* De la agencia DPA.