ESPECTáCULOS › DIEZ DIAS DE PELICULA EN EL FESTIVAL DE TORONTO

La cita con el cine del mundo

Aunque se trata de una muestra no competitiva, reúne más de 300 films de las más distintas latitudes y dimensiones. La producción argentina tiene una presencia significativa, con seis largometrajes.

 Por Luciano Monteagudo

Desde que, en 1986, Piers Handling –por entonces uno de los programadores y actualmente director de la muestra– organizó una monumental retrospectiva dedicada al cine latinoamericano titulada Winds of Change (Vientos de cambio), que reunió un centenar de films, la mayoría desconocidos hasta entonces en Canadá y los Estados Unidos, el cine argentino siempre fue muy bien recibido en el Toronto International Film Festival. Pero este año en particular la producción argentina tiene una presencia significativa. Seis largos –dos de ellos incluso en estreno mundial– se presentarán en el que, hoy por hoy, es uno de los principales encuentros del cine internacional, sólo comparable en importancia a los de Berlín, Cannes y Venecia. Precisamente, directo desde la mostra veneciana, que culmina hoy, llega Familia rodante, la nueva película de Pablo Trapero, que se conocerá en Argentina recién a fin de mes. En coincidencia con su estreno en la Sala Lugones, está en Toronto Los muertos, el segundo film de Lisandro Alonso, consagrado en el Festival de Cannes. También desde Cannes vino La niña santa, de Lucrecia Martel, y desde el Bafici porteño Whisky Romeo Zulu, de Enrique Piñeyro, que todavía espera fecha de lanzamiento en nuestro país. Y con las copias frescas, recién salidas de laboratorio, estarán en Toronto Bombón, el perro, de Carlos Sorín, y El cielito, de María Victoria Menis, que en dos semanas más deberán medir fuerzas en la competencia oficial de San Sebastián. Si a estos títulos se suman las coproducciones en las que Argentina tiene un aporte decisivo –como Diarios de motocicleta, de Walter Salles, sobre el viaje de iniciación por América latina de un estudiante de medicina llamado Ernesto Guevara, o Whisky, la elogiada película uruguaya de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, coproducida por los argentinos Martín Rejtman y Hernán Musaluppi– no cabe duda de que el cine argentino es, este año, una de las vedettes de la muestra canadiense.
A diferencia de las venerables citas del cine europeo, que han pasado con creces el medio siglo de existencia, Toronto –todavía joven a sus 29 años– es una muestra no competitiva, un colosal encuentro que reúne más de tres centenares de films de las más distintas latitudes y dimensiones. Desde el flamante blockbuster de Hollywood hasta la película más independiente proveniente de la región más remota, Toronto da lugar a todas las manifestaciones, con 328 films –entre cortos y largometrajes– procedentes de 60 países, que se verán durante diez días, hasta el domingo próximo. Los locales este año no tienen para mostrar una cosecha que incluya ninguno de sus cineastas de cabecera –David Cronenberg, Atom Egoyan, Guy Maddin, Denys Arcand–, pero confían en que sus continuadores surjan de la sección Canada First!, integrada por debutantes, que son muchos. En el otro extremo, el de los consagrados, Toronto armó su dream team de este año, la sección denominada lacónica y justicieramente Masters, que incluye los nuevos films de Abbas Kiarostami, Jean-Luc Godard, Raymond Depardon, Benoît Jacquot, Pedro Almodóvar, Theo Angelopoulos, Hou Hsiao-hsien Agnès Varda, Chantal Akerman, Wim Wenders, el coreano Im Kwon-taek y el senegalés Ousmane Sembene.
Africa, por cierto, está de festejo este año en Toronto por partida doble. La sección titulada Planet Africa, que reúne la diáspora del cine negro por el mundo, cumple esta temporada diez ediciones consecutivas y lo festeja con un programa reforzado, que incluye un foco especial dedicado al nuevo cine sudafricano, en coincidencia con la celebración de los diez años de la caída del oprobioso régimen del apartheid. Sin tener necesidad de celebrar nada en particular, sino simplemente su perenne fertilidad, el cine francés también vuelve a tener este año una presencia impactante en Toronto. A los nombres patriarcales ya citados en la sección Masters, deben sumarse los de otros grandes cineastas de la actualidad, como Claire Denis, Arnaud Desplechin, Catherine Breillat y Robert Guédiguian, que enriquecen otros apartados del festival.
Con el cine asiático es posible hacer todo un festival aparte, con los nuevos aportes de los chinos Jian Zhang-ke y Zhang Yimou, los coreanos Kim Ki-duk y Park Chang-wok, el tailandés Apichatpong Weerasethakul, el hongkonés Johnnie To y los japoneses Hirokazu Kore-eda, Shinya Tsukamoto, Takashi Miike y el creador de la serie Akira, el animador Katsuhiro Otomo. Eso sin mencionar los estrenos de los indies estadounidenses Jonas Mekas y Todd Solondz, del israelí Amos Gitai y el español Alejandro Amenábar, entre muchísimos otros. Que la inmensa mayoría de estas películas no llegue a la cartelera de Buenos Aires –salvo por el festival de cine y los ciclos de la cinemateca– habla del empobrecimiento cultural de una ciudad que hasta hace poco supo disfrutar de una diversidad cinematográfica ejemplar y que hoy parece cooptada por el discurso único de Hollywood.

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Jeremy Irons, Annette Bening, Shaun Evans y Lucy Punch, en la noche de gala de Toronto.
 
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