ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A PAULINHO MOSKA
“Me gusta trabajar la idea de mutación y renovación”
En su segunda visita a Buenos Aires, después de haber sido invitado por Jorge Drexler, el músico carioca presentará su CD Tudo novo de novo.
Por E.P.
Paulinho Moska tiene los ojos claros y una mirada curiosa, atenta, siempre acompañado por una cámara digital con la que retrata distintos momentos de ésta, su segunda visita a Buenos Aires (tercera en verdad, si se cuentan las vacaciones de hace unos años). Todas esas fotos, como las que ilustran la tapa y el interior de su disco Tudo novo de novo –y las que casi a diario alimentan el block de fotos que integra su página de Internet–, tienen un sentido e hicieron emerger una nueva obsesión en su vida. Así él cuenta con todo detalle que su primera cámara la compró en Nueva York, el 8 de septiembre de 2001, tres días antes de los atentados. Y que aquellas primeras tomas desde la ventana de su habitación en el hotel y, más específicamente, las registradas en el baño, resultaron reveladoras.
“Aquél era un momento muy oscuro de mi vida –señala en la entrevista con Página/12–, escuchaba todo el tiempo a Portishead... Volví a Brasil ese mismo día, el 8. Tres días después, viendo los atentados por televisión recordé aquellas fotos. Una de ellas mostraba mi rostro exactamente reflejado en una canilla del lavatorio. Aquella foto me marcó profundamente. Admiro la obra de un pintor como Francis Bacon, especialmente sus autorretratos, con esa idea de la propia desestructuración. Empecé a reflexionar sobre eso y descubrí, en dos años y medio, varias metáforas. La obsesión me llevó a sacar aproximadamente 3000 fotos, de las cuales cualquiera puede conseguir al menos 20 buenas ¿no? La primera muy buena que conseguí fue Lágrimas de diamantes, aquella foto con mis rostros sobre la canilla. Veo esa imagen de lágrimas que al cerrarse la canilla se convierten en diamantes. Me gusta también la idea de mutación, renovación. Eso era lo que necesitaba: la transformación de mis lágrimas en piedras preciosas. Entonces comencé a nombrar cada buena foto que tenía, luego tuve la idea de escribir poesías para esos nombres (como Lágrimas de diamantes), y después compuse las canciones sobre esas poesías inspiradas en los nombres de las fotografías. Más tarde empecé a hacer todo al mismo tiempo, incluso invirtiendo el orden. Así llegué al título del disco Tudo novo de novo, y descubrí que se trataba de un disco con mucha luz, mucha salud por la novedad.
Esta noche será el momento en que Moska pueda mostrar sus canciones al público porteño –a las 21, en el Teatro ND Ateneo–, luego de un sonoro debut el pasado octubre de la mano de Jorge Drexler, con quien cantó su versión en portugués de La edad del cielo y pudo dejar la belleza de una propia, Lágrimas de diamantes. La ovación que recibió aquella noche, frente a un Gran Rex lleno, le permite retrotraerse a la emoción de aquel momento. Es más, con el recuerdo sus ojos se tornan brillosos. Así lo siente. Este dinámico músico carioca que acredita siete discos solistas y una carrera de más de dos décadas, cuenta que todavía le parece increíble lo que sucedió, y aquello que le tocó vivir junto a Drexler.
“Todo empezó con un disco que una chica uruguaya, Gabriela, dejó en mi camarín al final de un show en Río. La primera canción era La edad del cielo y... Esa voz cristalina de Drexler me decía algo que yo necesitaba escuchar en ese momento. ‘Calma, todo está en calma, el beso dure, el tiempo cure, el alma tiene que tener la edad del cielo’ Aquello fue tan fuerte para mí que la escuché un montón de veces, me llevó a comunicarme con él, a grabar con él. Lo invité a mi casa en Río, él me invitó a Montevideo y Buenos Aires. No tengo palabras para describir lo que pasó: si fuera un amigo, diría lo mismo, pero además se trata de un artista que yo admiro mucho. Todavía, cuando hablamos por teléfono, nos decimos ¡Qué increíble!”