[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

Que el teatro sirva al diálogo con la sociedad es una de las premisas de Manuel Santos Iñurrieta, actor, director y dramaturgo egresado de la Escuela Municipal de Arte Dramático de Mar del Plata (donde nació) y quien hoy coordina el área Teatro del C. C. de la Cooperación, cuyo asesor artístico es Raúl Serrano. Ambos acaban de recibir distinciones de Teatro del Mundo, otorgado por la UBA. Serrano, por su trayectoria, y Santos, una mención por la dramaturgia de Charly (detrás de la sonrisa), que estrenó este año con el grupo El Bachín, compitiendo en las nominaciones con obras de Griselda Gambaro, Eduardo Pavlovsky y Mauricio Kartun. Santos dice interesarse por esa línea épica del teatro que propicia la participación del espectador “desde un plano más intelectual que emocional”. Su postura es “pensar el teatro desde Stanislavski y transitarlo desde Brecht, comprometerse con la época y con la propia realidad”. No adhiere al arte por el arte mismo sino al que “se carga de preguntas”, que no equivale a “teatro social explícito ni catártico”, aclara. Un componente importante de su dramaturgia es “el diálogo con lo que nos sucede” y ejemplifica esto con la actitud reflexiva de Bertolt Brecht en un poema de 1938 sobre “los tiempos sombríos” (...¡Qué tiempos estos en que/ hablar sobre árboles es casi un crimen/ porque supone callar sobre tantas alevosías!...).
La apuesta de Santos –autor de Desde el pie, El apoteótico final organizado, Fas Tras! Historias de un boxeador, Siberia (sobre la disyuntiva de “irse o quedarse”) y Charly...– es, en tanto programador, equilibrar oportunidades entre artistas ya afirmados y los nuevos. De la cartelera para 2005, adelanta algunos títulos: La muerte de Danton, dirigida por Roberto Villanueva; Variaciones Meyerhold, con texto y actuación de Eduardo Pavlovsky, y una versión de El balcón, de Jean Genet, conducida por Lorenzo Quinteros. Con su grupo prepara El Lucientes, inspirado en una pintura de Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) sobre los fusilamientos del 3 de mayo de 1808 en el monte Príncipe Pío, en Madrid. Es probable que al futuro espectador de El Lucientes lo asombre la relación de aquellas poderosas imágenes con un tema laboral. Goya retrató en ese óleo de 1814 la ejecución de un grupo de pobladores que se alzó contra la invasión del 2 de mayo de 1808 por las tropas napoleónicas. “En mi obra, los que fusilan y sus víctimas son policías desocupados que necesitan inventar un conflicto interno para hacer uso de sus armas”, aclara Santos, sensibilizado por los resquebrajamientos sociales, como lo demostró en Charly..., “una historia de vencedores y vencidos, y un juego de apariencias”. Allí imaginó sustitutos de Betty Boop, el Gordo y el Flaco, Greta Garbo y Chaplin, convertido en un personaje “medio facho, como esos líderes que muchos andan buscando en nuestra sociedad”. Una actitud que considera vigente, debido, en parte, a “la dificultad que tenemos para organizarnos y ser protagonistas de los acontecimientos”.
Se reconoce como “un actor que escribe” y no disocia su trabajo del grupo El Bachín, que integra junto a Gonzalo Alfonsín, Marcos Peruyero, Julieta Grinspan, Carolina Guevara, Roberto Puissegur y Claudio Solino (en música). El aporte del equipo importa, y mucho. Con estos artistas, coordina La Comuna-Teatro de Operaciones (Roque Sáenz Peña 1069), donde da clases de teatro y se reúne con los vecinos en asamblea: “Nuestra intención es inaugurar ese espacio en marzo de 2005”, apunta. También imparte clases en un espacio cooperativo del Movimiento de Trabajadores Desocupados, que reúne a chicos, jóvenes y adultos. Proyecta además la dramaturgia de La noche se prolonga, del periodista Jorge Ricardo Masetti, que estrenó en 1959 Rubens Correa (entonces como actor), en un ciclo de Teatro Combativo organizado por Alejandra Boero. La personalidad de Masetti lo apasiona. Este periodista que entrevistó al Che Guevara y Fidel Castro en Sierra Maestra, entre abril y mayo de 1958, y en 1963 encabezó el Ejército Guerrillero de los Pobres, en Salta, era –sostiene Santos– de los que “se preguntaban qué hacer, cómo era esta lucha guerrillera bajo una democracia. En 1963, Arturo Illia era presidente”, resume.
A Santos la historia le inspira espectáculos. También la historia cotidiana: el disparador de El Lucientes fue una reproducción de Los fusilamientos... que lo impactó en la primaria y, más cerca, otra ilustración sobre esas ejecuciones en la tapa de un disco de Los Redondos (Bang! Bang! Estás liquidado).